Día 43. Un paseo.


Amanece por fin un día algo diferente a los demás para los que tenemos un crío en casa. Después de pasar cerca de mes y medio encerrado, va a salir por primera vez a dar una vuelta por la calle. Y será dentro de un momento. Así que con las prisas de ponernos en marcha en cuanto se levante el toque de queda, hoy dejaré que sea La Ilustración Española y Americana del 15 de junio de 1876 la que cuente algo en mi lugar. Y lo hará explicando el modo en que algún inventor, con claros rasgos de sadismo hacia los perros, pretendió que realizáramos nuestros paseos. Veamos qué es lo que nos dicen del Cynofero.


«El Cynofero, nuevo velocípedo movido por perros. Un mecánico francés ha sido el inventor del nuevo vehículo: ha construido una especie de triciclo, con peso de 80 kilogramos, incluyendo el asiento, y le hace mover por dos perros, que se colocan por sí mismos en las ruedas interiores, y simulando marcha, como los caballos de los molinos caseros que se emplean en algunos países del Norte, principalmente en Holanda y Alemania, imprimen al Cynofero una velocidad de diez kilómetros por hora.


»Un freno le detiene instantáneamente, y por medio de una varita de hierro, asegurada en la rueda delantera, el viajero dirige el aparato, ya en línea recta, ya haciéndole volver fácilmente en un radio de cuatro metros.


»Desde luego se comprende que el Cynofero no sirve para los caminos ásperos y muy tortuosos, pero es muy útil y su marcha es rápida y segura en las carreteras bien conservadas, en los paseos, en las anchas avenidas, etc. El inventor, que ha hecho con él experimentos felices, ha remitido dos ejemplares a la Exposición internacional de Filadelfia.»


Feliz él, supongo. Lo que sintieron los pobres perros es otra cosa.


Que tengan un buen día.



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