Día 39. La vuelta al mundo a un tiro de dados.


Es interesante comprobar la variedad de asuntos que conviven un día cualquiera dentro de las páginas del periódico. Si abrimos, por ejemplo, el diario La Correspondencia de España del 16 de mayo de 1873, y nos quedamos únicamente en la tercera página, encontraremos sucesos tales como los que siguen: se nos anuncia la muerte en combate de un cura, el de un lugar difícil de identificar llamado Monegeri, que pertenecía a la partida del carlista Lizarraga; otro pater, el de Carraxo, había sido apresado en Galicia cerca de Verín junto a tres carlistas más; en Madrid se produjo un incendio en la casa número 12 de la costanilla de los Ángeles, provocado por el horno de una pastelería contigua; allá mismo, en la Cava Baja número 23, cayó el día anterior un niño desde un balcón, quedando muerto en el acto… Y en medio de esta vorágine de criminalidad y desgracias costumbristas, se da cuenta al lector de la llegada a la capital “del corresponsal del Herald Sr. Stanley, que fue al centro de África en busca del doctor Liwingstone, viaje que le valió gran celebridad en Europa y América”. También encontramos, entremezclada con las noticias anteriores, una que se repitió a lo largo de aquellos días en toda la prensa, anunciando la aparición de una nueva obra literaria:


“La vuelta al mundo en ochenta días, recién publicada por lo Sres. Zaragozano y Jaime, es un nuevo libro de Julio Verne digno de andar en manos de los que desean instruirse por medio de recreativas lecturas. Desarrolla una idea muy ingeniosa, amenizada con maravillosos e interesantes sucesos.”


A cuenta de esto, he recordado el impacto que tuvo esta novela en aquel tiempo. Uno que, con las limitaciones de su época, tiene mucho parecido con lo que hace hoy en día con cualquier éxito mediano el merchandising: juegos, figurillas, secuelas y precuelas, musicales, etc… Y sin dejarse nada, eso es lo que se hizo con esta obra de Verne. El juego que aquí muestro es un claro ejemplo de ello y una verdadera joya, por cierto. Pero también se representaron obras de teatro, zarzuelas en muchas capitales del país, se vendieron magníficas láminas recreando las principales escenas de las aventuras de Philéas Fogg, y se escribieron curiosas, y algunas vergonzosas, secuelas apócrifas de la obra.


Con esto del encierro, y la imagen tan cincuentera que parecen querer promover desde los medios, con sus familias jugando alegres y brillantes en torno a la mesa, me ha venido rápidamente a la memoria este juego de la vuelta al mundo que encontré en la red hace un tiempo. Salió al mercado pocos años después de la primera edición del libro, hacia 1880, de la mano de la Imprimerie Roche frères, para pasar en posteriores ediciones a la prestigiosa casa de creación de juegos de mesa Mauclair-Dacier. Merece la pena revisar en la red los productos que salieron de ahí por aquél entonces, y ver cómo a su vez aprovecharon el éxito del juego para crear sus propias secuelas: “Le tour du monde en automobile”, “Le tour du monde a bicyclette”, “Le monde a vol d’oiseau”…



Sí, hemos cambiado muy poco en más de un siglo. Quizá nos sirva de algo tenerlo en cuenta.



Que pasen un buen día de la Tierra, que es de lo poco que merece ser celebrado, viendo llover o mirando a las nubes, según sea su caso.


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