Día 42. Nada, aire, vacío absoluto.


En “La Vie des frelons, histoire d’un journaliste”, una novela de 1908 basada en la experiencia personal de su autor, Charles Fenestrier, se describe la vida sombría y agotadora del periodista de sucesos. Se cuenta en ella cómo pasa su tiempo buscando el más mínimo hecho al que hincarle el bolígrafo, aunque en la mayor parte de las ocasiones no tenga ningún interés: peleas de borrachos, pequeños hurtos, accidentes sin ningún tipo de resultado grave, querellas vecinales o peleas de animales... El periódico siempre se ocupaba de cargarlas de la necesaria importancia a los ojos de su público colocándolas en la sección Última Hora, cuya principal característica era no contener nada, aire, vacío absoluto. Se trataba de información tan relevante como aquella que anunciaba en grandes titulares al París de entonces que el rey de los patagones podría tener ictericia ...


Esta historia, que he recogido del magnífico “Dictionnarie du amoureux des faits divers” de Didier Decoin, viene muy acorde con lo que pudiera ser lo que muchas veces cuento, por no decir se cuenta en general, del día a día de esta reclusión que cumple hoy en mi caso 42 días. Así que si ven en la fotografía que acompaña a este texto a un hombre dándose cabezazos contra la pared, no piensen que se trata de mí o de alguien desesperado por acabar con todo esto. Nadie pretende derribar por las buenas los muros de este laberinto que estamos recorriendo, para llegar antes a la cámara central… Se trata sencillamente de un tal W. T. Warren, fabricante de un prototipo de casco protector de vuelo, que se dejó fotografiar de este modo para un número de la revista Flight en 1912, y demostrar así la calidad de su invento. Tuvo que pasar por esto y por recibir a continuación varios martillazos en la cabeza, pero la seguridad fue evidenciada y el casco empleado a partir de entonces por los aviadores de la RAF.


Que ustedes pasen un buen día.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Yva Richard

Un día como el de hoy

El regalo de las musas