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Mostrando entradas de agosto, 2015

Libros para un viaje extraño y poco apetecido

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Toca hacer la maleta para un viaje tan extraño como poco apetecido. Será un equipaje breve, no se necesita prácticamente nada allá donde voy, y me detengo únicamente en seleccionar los libros que me acompañarán, pues quiero pensar que dispondré de una buena porción de tiempo que aprovechar en la lectura. Aunque sea sólo visto por ese lado, por fin podré detener por unos días el imparable ritmo que, desde hace ya más de un año, me tiene continuamente ocupado y ausente, con el humor oscurecido y el afecto hacia mis semejantes regado por el espejismo de la decepción. Quizá pueda parar un poco, leer y reflexionar. Es posible que incluso vuelva a tomar de la mano a los dos vástagos que dejé recién empezados, y los concluya con renovada esperanza. ¡Quién sabe!: los cambios y paréntesis siempre ofrecen visiones de esperanza. Seguramente me llevo más de lo que pueda leer… El primer libro que he metido en la maleta es  "Vicomtes et vicomtés dans l'occident médiéval" de Hélène Déb

Atrahasis y el henoteísmo

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El mito de Atrahasis, nombre que significa ‘El Muy Sabio’, comenzó a ser conocido gracias a una tableta de arcilla escrita en cuneiforme y encontrada en Nippur en el año 1895. Fue traducida por primera vez casi dos décadas después por  A. Poebel, una de las mayores autoridades en lengua sumeria del siglo XX. No obstante, el fragmento hallado era pequeño, y no se llegaba a comprender completamente el sentido, la evolución y riqueza del texto. De hecho, cuentan que durante mucho tiempo se consideró que el reverso era la cara delantera de la tablilla. Afortunadamente, estos textos se hacían para ser copiados y distribuidos por todos los rincones del reino, por lo que en sucesivas excavaciones fueron apareciendo más fragmentos que permitieron al asiriólogo danés Jørgen Læssøe organizar el texto y concluir que se trataba del Génesis más antiguo que se conoce, el cual abarca toda la historia de la humanidad desde el mismo momento de su creación hasta el final del Diluvio. Unos  diez años de

El paso de Furka y las vidas errantes

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Cuando me contaron que el paso de Furka, Furkapass en alemán, recibe su nombre de la palabra "horca", me vino inmediatamente a la memoria una de esas antiguas lecturas de la que no recuerdo la filiación,  en la que se contaba como era costumbre en la Edad Media el ajusticiar mediante la horca a los reos, exponiendo sus cadáveres colgados en los caminos de acceso al lugar. Imaginé que aquél alto en el que culmina el Furkapass era, en tiempos pasados, punto de advertencia a los que cruzaban del cantón de Valais al de Uri, o a la inversa. Uri fue, por cierto, la que en 1291 se alió con los cantones de  Schwyz y Unterwalden, creando el precedente la actual suiza. Sin embargo, es posible que esa horca a la que se refiere su nombre, tenga que ver más con ese palo con dos ganchos que recibía ese mismo nombre. Quién sabe... Furkapass impresiona. Lo hace con las vistas que proporciona su extraordinaria altura, con la visión de la carretera que asciende casi pegada a la pared de la mon

Mundo bizarro

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Visitando el museo que había en una pequeña localidad cercana a Neuchatel, he descubierto algo que es la clave por la que se explica el por qué de esa reconocida calidad de los relojes suizos, bien sea en forma de lujosos y precisos ornamentos de pulsera, bien sea colgando de una pared  como relojes de cucú. Orson Wells improvisó algo acerca de ellos, y de los suizos, en la escena de la noria del Prater de Viena en el Tercer Hombre. Aunque me pica la curiosidad, todavía no me he atrevido a preguntar a nadie aquí que les parece la dichosa escena. Es posible que muchos ni siquiera la conozcan. O sí. Volviendo al hilo de lo que contaba, les voy a pedir que observen con detención la siguiente fotografía, tomada a una vitrina de objetos de la Edad de Bronce que conserva el museo del que les hablo. Parece ser que, a ojos de los expertos de este museo, o por lo menos por lo que exponen en dicha sección, ya en la Edad de Bronce, los entonces habitantes de Suiza, fabricaban modernisimos artefac

sobre la tolerancia

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En ocasiones uno llega a la convicción de que las palabras, tal y como las usamos, no son otras cosa que hermosos escenarios de cartón piedra vacios, sin contenido y levantados, o empleadas en el caso de las palabras, para dar al público una apariencia que nada tiene que ver con la intención de su autor. Desayunabamos esta mañana en un bar acompañados de un ejemplar ya muy manoseado de "La tribune de Geneve" , cuya portada llamó pronto mi atención.  En ella, el reportero de turno manifestaba su satisfacción por el hecho de que este año había aumentado el número de turistas "del Golfo" en todo el cantón de Ginebra. Los comerciantes, según cuenta,  están como locos, y en los bares se están poniendo las botas de disimular whisky en tazas de té. Todo un negocio. Como lo de dar con el origen de un fenómeno de esta magnitud es algo a lo que está esperando un periodista toda su vida, el nuestro ha puesto manos a la obra y sin mucho esfuerzo ha logrado desvelar el misterio:

Sion

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"Hans Uffem Bort, boticario y castellano de Sion, hizo ejecutar estas pinturas en 1547 para acoger dignamente a su clientela. Las imágenes del paraíso terrenal y el pecado original recordarán a los enfermos el origen de todos los males. Hans los ha asociado con el recuerdo a su protector, Juan el bautista, cuyo martirio atestigua el restablecimiento de todas las cosas."