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Mostrando entradas de junio, 2016

Elogiemos ahora a hombres famosos

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No, no nos confundamos: no son los Milly, John y Jean Mac Lellan, retratados por  Paul Strand, que asomaron a este mismo cuaderno hace unos días. Aunque estos también me van a dar pie para contar una historia. Tenemos frente a nosotros esta vez a un trío de elegantes hombres de negocios. Miran con cara de pasmados a través de la ventana de un pequeño restaurante de comida rápida situado en la esquina de la avenida Lexington con la calle 44. Fueron sorprendidos por Walker Evans dándole al sándwich mientras entretenían la mirada con el gentío que, se adivina por el reflejo del cristal, había en el exterior. Por la fecha en la que se hizo, 1929, es fácil adivinar la que estaba a punto de caer y el modo en que cambiaron las vidas de muchas personas. Es posible que incluso las de estos tres seguros y prometedores ejecutivos. El mundo no fue el mismo a partir de ahí, de ese momento que -imaginemos- podían estar viendo llegar nuestros tres hombres, a través de aquella ventana tan diferente

Eternidad

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Parece que el pintor  Cherubino Cornienti   (1816-1860)   se impacientó mucho en aquella ocasión. Una cosa era que la Trattoria Lepre, en la via Condotti de Roma, fuera apreciada por tener uno de los menús más extensos que se conocían -450 platos y 50 tipos diferentes de sopa-, y otra muy diferente que ello fuera razón para hacer esperar a un artista hambriento. Cherubino observaba al camarero charlando en la cocina, lanzando requiebros a las clientas y volviéndose hacía un compañero para preguntarle algo sobre los platos que llevaba a una mesa… Pero no parecía tener la intención de querer darle de comer a él... ¿Lo hacía queriendo?,  ¡maldita sea mi fortuna, que me ha tocado este botarate como camarero!, ¡pues ahora te vas a enterar! Arrancó un pedazo de aquella interminable carta, le dio la vuelta y sacándose un lápiz de los que llevaba siempre por los bolsillos, dibujó con trazo rápido y firme el retrato de aquél endiablado camarero, montado sobre una tortuga. “Tito

Tir A’ Mhurain

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Paul Strand. "Milly, John and Jean Mac Lellan" Paul Strand fue un neoyorquino que fotografió durante mucho tiempo a su propia ciudad, antes de viajar a México, Francia, Italia, Ghana, etc... Trabajó en el Reino Unido en una ocasión, durante una visita que hizo a las Hébridas, en 1954. Estaba preocupado de que un plan para instalar una base de misiles en la isla, cambiara la vida de la gente en South Uist , lo que incluía a mí y a mi familia, y él quería fotografiarnos como vivíamos entonces antes de que fuera demasiado tarde. Este soy yo, en el medio, con  ocho años de edad, con mis hermanos Millie y Jean Paul. Estamos de pie en el sofá para que nos dé un poco más de altura. Recuerdo a Strand fuera, colocando su cámara sobre un trípode grande, cubierto bajo un manto. Parece ser que siempre era así de meticuloso, dedicando un largo tiempo a preparar y hacer sus fotografías como si fuera un fotógrafo de estudio. Aunque estaba al aire libre. Esta había sido la cas

Averly: cambiamos patrimonio por bloques de viviendas

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I En tiempos de juventud de mi abuelo materno, me refiero a aquellos años de 1930, Zaragoza era para un jornalero de Buñuel, pueblo de la ribera Navarra, algo así como una gran Metrópoli, un recipiente capaz de contener y abastecer con calculada generosidad los más valiosos e inimaginables manjares. Era una especie de Babilonia que encerraba entre sus muros dos bienes muy preciados, contradictorios y queridos para las humildes gentes de los campos que la rodeaban: el templo donde descansa la imagen de la Virgen del Pilar, por un lado, y, por otro, la alegre tropa de cabareteras que todos los años, por fiestas,  se acercaba en tren hasta el casino del pueblo a enloquecer con sus bailes y pantorrillas al aire a los parroquianos del lugar. Todo aquello, cuando me lo contaba a mí, me resultaba ya muy lejano, casi mítico. Y aunque yo mismo recuerdo haber sido llevado personalmente por él, siendo bien niño, a ser pasado por el manto de la virgen, como se acostumbraba entre las gentes de aque

Independiente como Acuña

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- ¿Yo ... ? ¡Independiente como Acuña! Ahora que estamos en plena campaña electoral, me ha venido al recuerdo algo que me ocurrió en Jaén la Semana Santa pasada. Fue al preguntar al camarero de un bar en el que disfrutaba de su estupendo vermú, por una expresión que acababa de escuchar de boca de uno de sus parroquianos. - Eso viene por José de Acuña, de aquí cerca, de Los Villares. Y, cómo no, apuré mis bolsillos y pedí otra ronda con la esperanza de que me contara algo más del tal Acuña. Al fin y al cabo, uno no tenía nada mejor que hacer… Durante la década de 1930, cada vez que tocaban elecciones, hacía su aparición en todas las paredes, calles, prensa y emisoras de radio de la provincia de Jaén, el candidato José Acuña (1889-1941). Era éste un señorito de los de la época, algo guasón, ingeniero de profesión, pero dotado de una imaginación tan desbocada que creó un partido a su medida, la "Unión Mesocrática Universal" . Lo hizo por consejo, según manifestaba, del filósofo

El libre albedrío

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A Merlín le habían preparado un destino de altos vuelos en eso de ejercer el mal. Pero intervino la mano divina concediéndole lo que podríamos llamar libre albedrío, y convirtió a quien iba a ser el anticristo triunfante y exitoso, en un adivinador que terminó sus días prisionero de la Dama del Lago. Es lo que tiene dejarse llevar por el propio criterio, regalado como medida preventiva por un dios combativo: que seguramente nos conduce por caminos más tortuosos y dañinos de lo que el destino que creíamos nuestro, nos tenía reservado. Así interpreta por lo menos Roberto de Boron la historia de Merlín, que llegó a él como un relato de aluvión a través de fuentes tales como Le Roman de Brut del poeta Wace, y su inspiradora la Historia Regum Britanniae  de Geoffroy de Monmouth. Obra esta última, por cierto, postulante del derecho de los Plantagenet a la corona británica, remontándolos para ello nada más y nada menos que a la guerra de Troya. De Roberto de Borón sólo se conservan dos poem

Cuidado con la cabeza...

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Estuvimos el domingo pasado en la iglesia rupestre de Olleros dePisuerga , lugar por el que me suele gustar pasar siempre que me asomo por el norte de Palencia. La ahora parroquia de los Santos Justo y Pastor es, para mí, el mejor de los muchos templos rupestres que se encuentra en todo el entorno, y tiene un algo muy especial que hace que su visita sea siempre algo muy gratificante. Está situada en lo alto de lo que ahora es el pueblo, excavada en una pared rocosa desde la que se domina además el vecino Pisuerga, el cual bordea en camino que asciende suavemente hacia el templo.  Nos contaba Abel, -el hombre que con paciencia, y amor por el lugar, intentó descubrirnos los mil y un secretos que encierra-, que no se sabe a ciencia cierta quienes fueron los primeros en habitar aquellas cavidades, que serían poco más que modestas lauras: si fueron monjes ermitaños visigóticos, o anacoretas posteriores que llegaron como avanzada de los primeros foramontanos que saltaron de las montañas cánt

La batalla de los pedos

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Al hilo de las cometas y ensoñaciones que ayer lanzaba al viento en el Facebook, hoy les voy a hablar de un manuscrito ilustrado japonés al que llaman  He-Gassen  ( 屁合戦 ), o traducido al castellano "La batalla de los pedos". A lo largo del mismo se muestran diferentes "combates" entre personas con la única arma de sus pedos... Y a buen seguro que sabían atacar con ellos: los hay que derribaban al enemigo de su caballo, o lo que abrían un boquete en la mesa en la que el otro se parapetaba, así como quienes empleaban su fuerza en agitar grandes abanicos para desviar el tiro certero de sus enemigos...  Con el viento seguimos, aunque este no nos traerá cometas, ni el aroma fresco de la brisa.  Pero antes, nos ponemos rápidamente en contexto: la jerarquía feudal japonesa del periodo Edo, también conocido como Tokugawa (1603-1868), gustaba de llevar un costoso y agitado tren de vida, en el que entremezclaba el trinchado de miembros de clanes oponentes, con el gusto por d

El jardín rosa y una eternidad

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Si el último día hablábamos del ser humano como portador de la muerte y destrucción, hoy nos veremos, en cierto modo, como creadores de vida. Y todo viene a cuenta de un curioso libro que me he encontrado. “ Der Swangern Frauwen und Hebammen Rosegarten ” , impreso en la casa de Martin Flach en Estrasburgo en 1513,  es el primer libro de texto para parteras o matronas del que se tiene noticia, y es además también el primero que incluye ilustraciones ginecológicas. Merece la pena perderse entre sus páginas, después de pasar unas cuantas con solo texto, para encontrarse con una extensa colección de grabados que ilustra tanto las funciones que requiere el oficio de partera, como el material que emplean o las diferentes variedades y posturas de fetos con los que se puede encontrar. No en vano esos grabados son de un alumno de Durero,  Martin Caldenbach (c. 1470-1520), que además de buen hacer, muestra en algunos de sus grabados cierta ironía y sentido del humor. Para alguien que, como yo, d

Los mismos

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Este grabado es uno de los más de 1.400 que produjo Jacques Caillot (c. 1592-1635) a lo largo de su vida. Grabador y dibujante barroco, gustaba de reflejar en sus obras hechos cotidianos de aquél entonces, con especial preferencia por los temas relacionados con soldados, payasos, borrachos, gentes del bron, y de la marginalidad en general. De hecho, se cuenta de él la leyenda de que marchó desde su Nancy natal, en la Lorena, a aprender el oficio de grabador en Italia, acompañando a un grupo de gitanos que iban en la misma dirección. Aprendió de tal modo su lengua, oficios y costumbres, que hizo buena gala de ello el resto de su vida y sirvió posteriormente de inspiración para una de sus mejores colecciones de grabados titulada “ Les Bohemiens ”, del que dejo una muestra un poco más abajo. He podido comprobar que existen en la red buenos repertorios de su obra, incluso hay una magnífica reproducción digitalizada de su “ Sitio de Breda ” en la web del Museo del Prado, otra recopilación d

El tiempo del conocimiento inútil

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Visitando –virtualmente, claro está-, el Museo Etnográfico González Santana de Olivenza , me encuentro con este curioso artefacto que de primeras me ha recordado al famoso trompetín que usaba el abuelo de la familia Cebolleta. Pero no era eso, y además me ha hecho descubrir que este año se cumple también una de esas numerosas efemérides que pasan sin pena ni gloria… Parece ser que allá por el año 1816,  auscultando a una mujer por el método tradicional de pegar la oreja al paciente, el doctor Rene Laënnec se dio cuenta de que el abundante pecho de aquella impedía oír nada, por lo que se le ocurrió algo tan sencillo como enrollar una hoja de papel, aproximarla al seno y entonces escuchó “ de la forma más clara y precisa que jamás lo habían hecho ”. Tal y como se puede leer en el texto que acompaña a este rudimentario instrumento, el estetoscopio había nacido. Años después, en 1895, otro doctor, Adolphe Pinard, reinventó este artilugio para averiguar el estado en que se encontraba el cor

San Estebania

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Esto que ven aquí es la localidad de Ziburu, a muy pocos kilómetros de la frontera de Irún. La imagen está tomada desde San Juan de Luz, al otro lado del rio Nivelle, y a dos pasos de la desembocadura del mismo. Tradicionalmente, estas localidades han vivido siempre del mar, tanto del comercio, como de la pesca, y de las más que eventuales salidas al corso, negocio muy lucrativo y al que estaban muy dadas las gentes de la región. De hecho, a lo largo de los siglos, familias de armadores y comerciantes fueron levantando, a medida que iban enriqueciéndose, enormes casas familiares asomando al mar, a la bahía o a la desembocadura del rio, frente a sus más queridas posesiones: las naves que les sustentaban. Ya en esos tiempos hubo quien quiso diferenciarse del resto y así, si ustedes se fijan en el conjunto de la fotografía, verán que entre tanto edificio de estilo vasco-francés, hay uno que resalta notablemente de los demás por ser totalmente diferente. Fíjense bien. ¿Lo ven? Si, es el pr

Hasta que las aguas inunden la más alta de las montañas...

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Esta ilustración pertenece a un manuscrito francés anónimo del siglo XV llamado “Livre de la Vigne nostre Seigneur” . Aunque el título hace referencia a la parábola de los obreros de la viña (Mateo 20: 1-16), es más bien un tratado sobre el Anticristo, el  Juicio Final, el Infierno y el Cielo. Véase si no el modo en que las aguas inundan hasta la más alta de las montañas, para entender que no se trata de un manual de regadíos extremos: el autor nos habla en sus páginas de los signos y horrores del apocalipsis. La obra está escrita en  prosa francesa, enriquecida con citas bíblicas y tiene muchas correcciones e inserciones realizadas seguramente por el propio autor. Actualmente, se encuentra en la  Bodleian Library de Oxford con la signatura MS. Douce 134… Y ahora hago la pregunta que me conduce a continuar con lo que quiero contarles: ¿Douce? ¿qué es eso de Douce? Douce es el apellido del anticuario que compró dicho manuscrito en una subasta celebrada en París en el año 1823, y que lo