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Mostrando entradas de abril, 2020

Día 47. Aquí hay dragones.

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Nos siguen diciendo cosas. Ahora que hasta que no lleguemos a lo que se llama Fase III, no podremos desplazarnos a otro territorio que no sea el nuestro. Algo es que podamos empezar a salir, y mucho el volver a ocuparnos de lo que nos da de comer, pero el mes y medio largo de encierro, nos hace soñar también con el momento en que podamos salir a la calle y marcharnos muy lejos. La imagen que acompaña a este texto es de una carta que un tal Thomas Dobrée, armador de Nantes, e nvió en 1824 al capitán de l’Aimable-Créole, uno de los dos barcos de su compañía que hacía regularmente la ruta a Cantón. Dobrée le encargó contratar a un artesano de aquel puerto de China la fabricación de dos cajas lacadas en rojo y oro, con el nombre de cada uno de los dos navíos. Para que no hubiera ninguna duda, el armador adjuntó el dibujo que vemos en la carta, donde se muestra cómo quería que fueran éstas. El bosquejo, más que con la realidad, se correspondía con lo que él imaginaba que era una caja china

Día 46. El arte de preservarse.

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Hoy hace 46 días que nos encerramos a pasar la pandemia. Es miércoles, así que según el sorteo que hicimos el domingo, hoy me toca salir a la calle de paseo con mi hijo: todo un lujo que me va a permitir acercarme a la costa para comprobar si el mar sigue moviéndose o no. El otro día conseguimos mascarillas en una farmacia, así que ya podremos dar nuestra vuelta con el equipamiento reglamentario. Además, ayer nos dijeron por la tele que poco a poco esto va a ir acabándose, de sescalada le llaman, así que yo también voy a ir pensando en recoger la tienda y cerrar este diario que, con algún descanso, he ido llevando a lo largo de este mes y medio. Seguramente volveré a mi falta de periodicidad. Y retomando lo de las preciadas mascarillas, la que vemos aquí pertenece a una de las ilustraciones que contiene el libro de Giovanni Aldini (1762-1834) titulado “Art de se préserver de l’action de la flamme” , que se publicó en Milán en octubre de 1828. Aldini gozaba de gran reputación por sus tr

Día 45. Everybody street.

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Me he pasado una buena parte de esta noche revolviendo y disfrutando de varias colecciones de fotografías, entre ellas unas cuantas de Jamel Shabazz, el que es desde hace más de 40 años el cronista fotográfico de las gentes de Brooklyn. Lleva en ello desde aquellos primeros años de la década de 1980, cuando con 15 años y en una ciudad que estaba emergiendo del difícil período de la década de 1970, cuando su economía se tambaleó, el crimen y la corrupción institucional estaban a la orden del día, y muchos vecindarios se deterioraban físicamente o llegaban a desaparecer pasto de las llamas y la avaricia de los especuladores. Encontré hace un tiempo un artículo publicado en julio de 1999 en el New York Times a cuenta del estreno del “Summer of Sam” de Spike Lee, que con el título “1977; Summer of Paranoia” , venía a explicar lo que era aquello: “Los esqueletos descomunales de las escuelas a medio construir eran un sombrío recordatorio de que el gasto en obras públicas se había evaporado

Día 44. De pegasos y laberintos (otra vez).

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No tengo muy claro lo que mi hijo se esperaba encontrar en la calle cuando salimos ayer a dar su primer paseo. Tenía muy poco con lo que hacerse una idea, y casi todo apuntaba a que se iba a encontrar con un mundo muy diferente a aquél que había dejado mes y medio atrás. Lo escuchaba en la tele, lo deducía de los comentarios que nos oía hacer en casa, y quedaba confirmado con lo que encontraba cada vez que se asomaba al balcón. Ahora andaba por la calle él mismo. Era pronto,  así que casi no había gente, y lo veía detenerse ante carteles y marquesinas de los autobuses para echarles un ojo. Se entretuvo leyendo unos paneles que colocaron poco antes de la pandemia, explicándonos como debíamos comportarnos en el transporte público. Eso era antes, aitá: ahora no nos dejarán ir así de pegados. Fijándonos en ese tipo de detalles, a uno le entra la sensación de estar viviendo en el interior de una película apocalíptica. El sueño de mis años jóvenes hecho realidad. Pregunté a mi hijo en qué di

Día 43. Un paseo.

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Amanece por fin un día algo diferente a los demás para los que tenemos un crío en casa. Después de pasar cerca de mes y medio encerrado, va a salir por primera vez a dar una vuelta por la calle. Y será dentro de un momento. Así que con las prisas de ponernos en marcha en cuanto se levante el toque de queda, hoy dejaré que sea La Ilustración Española y Americana del 15 de junio de 1876 la que cuente algo en mi lugar. Y lo hará explicando el modo en que algún inventor, con clar os rasgos de sadismo hacia los perros, pretendió que realizáramos nuestros paseos. Veamos qué es lo que nos dicen del Cynofero. «El Cynofero, nuevo velocípedo movido por perros. Un mecánico francés ha sido el inventor del nuevo vehículo: ha construido una especie de triciclo, con peso de 80 kilogramos, incluyendo el asiento, y le hace mover por dos perros, que se colocan por sí mismos en las ruedas interiores, y simulando marcha, como los caballos de los molinos caseros que se emplean en algunos países del Norte,

Día 42. Nada, aire, vacío absoluto.

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En “La Vie des frelons, histoire d’un journaliste” , una novela de 1908 basada en la experiencia personal de su autor, Charles Fenestrier, se describe la vida sombría y agotadora del periodista de sucesos. Se cuenta en ella cómo pasa su tiempo buscando el más mínimo hecho al que hincarle el bolígrafo, aunque en la mayor parte de las ocasiones no tenga ningún interés: peleas de borrachos, pequeños hurtos, accidentes sin ningún tipo de resultado grave, querellas vecinales o pele as de animales... El periódico siempre se ocupaba de cargarlas de la necesaria importancia a los ojos de su público colocándolas en la sección Última Hora, cuya principal característica era no contener nada, aire, vacío absoluto. Se trataba de información tan relevante como aquella que anunciaba en grandes titulares al París de entonces que el rey de los patagones podría tener ictericia ... Esta historia, que he recogido del magnífico “Dictionnarie du amoureux des faits divers” de Didier Decoin, viene muy acorde

Día 41. El caballo que cabalga hacia la victoria.

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Otro día más. El 41 de reclusión y, como va siendo habitual, no hay mucho que contar. Supongo que resultará irónica la diferencia que se va a dar entre lo poco que quienes permanecemos encerrados tenemos que decir de nuestro día a día, y lo que será la narración de lo vivido a lo largo de este tiempo una vez que pase… Meses atrás leí sobre la curiosa e interesante forma de contar lo que se ha vivido que tenían los Lakota, uno de los principales pueblos de la tribu Sioux. A es e modo narrativo lo llamaban Wniyetu Wowapi, que venía a significar algo así como “todo lo que se puede leer o contar del año”. Curiosamente, el cálculo de esos periodos de tiempo lo hacían comenzando el día o noche de la primera nevada, y lo terminaban con la misma del año siguiente. De aquí que desde que la cultura anglosajona entró en contacto con ellos, este tipo de narraciones fuera conocido como el Winter Count, es decir: el recuento de invierno. El recuento de invierno consistía en una serie de pictogramas

Día 40. La Peña de la Cafetería Castilla.

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23 de abril, día 40 del aislamiento. Teóricamente hoy cumplo la cuarentena, por lo que debería estar ya autorizado para salir a la calle... No parece claro qué es lo que va a hacer hoy: ha amanecido el día gris, liso, como si no hubiera sobre nosotros más que una inmensa nube. Hace ya unos cuantos años, un buen amigo, que suele asomar por aquí, encontró en el rastro de Madrid una edición de julio de 1952 del “Kon-Tiki” de Thor Heyerdahl, la cuarta de Editorial Juventud. En sí  no hubiera llamado más su atención, si no fuera porque ojeándolo se encontró con que en la parte posterior de su contraportada venía escrito a mano un largo texto que comenzaba de este modo: “Este libro se compró el día 17 de febrero de 1953 (3º día de carnaval) entre los componentes de la Peña de la Cafetería Castilla (…)” Sabedor de mi gusto por los libros con rastros de sus anteriores dueños, este amigo lo compró, guardó en su mochila y conservó hasta el día en que volvimos a vernos. Ni que decir tiene que en

Día 39. La vuelta al mundo a un tiro de dados.

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Es interesante comprobar la variedad de asuntos que conviven un día cualquiera dentro de las páginas del periódico. Si abrimos, por ejemplo, el diario La Correspondencia de España del 16 de mayo de 1873, y nos quedamos únicamente en la tercera página, encontraremos sucesos tales como los que siguen: se nos anuncia la muerte en combate de un cura, el de un lugar difícil de identificar llamado Monegeri, que pertenecía a la partida del carlista Lizarraga; otro pater, el de Carraxo, había sido apresado en Galicia cerca de Verín junto a tres carlistas más; en Madrid se produjo un incendio en la casa número 12 de la costanilla de los Ángeles, provocado por el horno de una pastelería contigua; allá mismo, en la Cava Baja número 23, cayó el día anterior un niño desde un balcón, quedando muerto en el acto… Y en medio de esta vorágine de criminalidad y desgracias costumbristas, se da cuenta al lector de la llegada a la capital “del corresponsal del Herald Sr. Stanley, que fue al centro de África

Día 38. Esconde los ojos.

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Hay unos cuantos retratos de los muchos que hizo Pietro Antonio Rotari (1707-1762) durante su breve e inquieta existencia, en los que ahora, repasándolos en los días de confinamiento, descubro algo que me resulta nuevo y apasionante: esa insistencia que muestran los personajes que retrata en tapar sus caras, bocas, la nariz y los ojos con aquello que parecen tener a mano en ese momento. De toda su obra, una de las que más me fascina es este “Retrato de una joven que esconde s us ojos”. La encuentro poderosamente cautivadora e intrigante. Se supone que oculta su rostro mientras llora, y aunque lo único que podemos ver de ella es poco más que una mejilla sonrosada, adivinamos perfectamente la tristeza y desesperación que pretende ocultar a nuestra mirada. Para cubrir el rostro y la boca de estas personas, Rotari echa mano de todo tipo de recursos, libros especialmente, pero también guantes, abanicos, máscaras y, como no, las manos. Hay incluso una imagen de una joven campesina de perfil,

Día 37. Hacia el corazón del laberinto.

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Hoy entro en el día 37 de encierro. No sé si voy perdiendo la cuenta, pero creo que han sido tres las veces, desde aquél 15 de marzo, las que he salido a la calle. Todas para ir al supermercado, la farmacia y una, además, para pasar por correos. Esta última lo fue para recoger un libro que había pedido antes de todo esto, y que una vez en mis manos dejé apilado con otros en un rincón, a la espera de que le llegara su hora. Y esta sonó hace un par de días. El libro es “Le Lab yrinthe de l'Arioste: Essai sur l'allégorique, le légendaire et le stupéfiant” del francés Marcel Schneider. Al entrar en sus primeras líneas me encontré con un par de párrafos que, traducidos como buenamente he podido, vienen a decir lo siguiente: «Cuenta Heródoto que remontando el Nilo hasta Luxor, vio el más prodigioso de los laberintos: tres mil corredores subterráneos rodeando dos grandes templos y varios santuarios. En el corazón de este entrelazado oscuro de caminos tortuosos, a veces sin salida, se

Día 36. Primavera en Japón.

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Como todos los domingos, toca cumplir semana de encierro: ya vamos por la quinta, si no recuerdo mal. Hoy amanece lloviendo, así que no habrá que preocuparse por regar las plantas, y el paseo de tiesto a tiesto en la terraza habrá que hacerlo arrimados a la pared. Después, en cuanto termine con un par de cosas, continuaré leyendo unas viejas revistas que he encontrado por ahí. De una manera u otra, también estos son otros modos de viajar. La revista Life del 30 de abril de 19 56, o Eliot Elisofon que es el autor del artículo “Springtime in Japan” y las fotografías que lo acompañan, nos explica que el ware shinobu es un peinado con el que se identifica a las maikos, las aspirantes a geisha. Es fácil de reconocer porque lleva un kanoko (banda de seda roja), que sobresale por distintas partes del mage (el moño que llevan en el centro de la cabeza). Se reconoce también por la maiko (una horquilla ornamentada), colocada en la parte superior del mage, para ocultar la cavidad que hay en él. Q

Día 35. ...todo irá bien, así que ánimo amigo. Soy le Bersagliere.

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El tiempo libre de estos últimos días, en los que he superado ya el mes de reclusión, los he dedicado a ordenar una parte de mi biblioteca, acabar con una serie -Babilon/Berlin-, y empezar con otra -Bauhaus-, cocinar, ordenar la casa y mirar a la calle. He continuado también dando una vuelta a la obra de Robinet Testard, y aunque no he sido capaz de encontrar ninguna monografía, su retrato de Irene, la que según testimonio de Plinio el Viejo es una de las primeras grandes pin toras de la historia, me ha dado para entretenerme un buen rato revolviendo papeles y viejas fotos. En la imagen que nos da de ella en el “De Mulieribus Claris” de Boccaccio que iluminó allá por los años 1488-1496, la veo más trazando el grafito de un retrato femenino en las paredes del templo de Eleusis, que pintándolo. Por lo menos, así invita a verlo ese velo que se agita en el aire a su espalda, dando la sensación de premura, de cierta preocupación por ser sorprendida grabando en la pared. Lo de perseguir viej

Día 29. Desapareció en completo silencio.

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(Louise Bourgeois: He Disappeared into Complete Silence, 1947) 12 de abril. Hoy cumplimos la cuarta semana de confinamiento algunos de los que estamos en esta casa. Casi un mes. Recuerdo que el día anterior a que esto empezara no teníamos aún seguro lo que iba a ocurrir. A una mala, pensamos, bastará con salir poco de casa, y cuando lo hagamos, será para ir al monte, donde no haya nadie y corra el aire. Así de ingenuos éramos con lo que venía en pocas horas. Así, hasta que nos llamaron al poco de regresar a casa precisamente del monte, para que pusiéramos la televisión y escucháramos lo que nos tenían que decir. Esta tarde vuelvo a desconectar por unos días. Cuídense y hasta pronto.

Día 28. ¡Salta!

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¿Se imaginan cómo nos vamos a sentir el día que por fin termine todo esto? ¿Qué es lo primero que harán? Se lo adelanto con algunas imágenes extraídas del conocidísimo Jump Book de Philippe Halsman. Un clásico y una verdadera delicia del año 1959, reeditada hace poco, con casi 200 fotografías de estrellas de cine, políticos, artistas y autores literarios pegando brincos ante la cámara. Halsman tardó unos cuantos años, en la década de 1950, en recopilar esta serie a base de p edir a los personajes que entrevistaba que saltaran ante él para ser fotografiados. Entre sus capturas encontramos a Eva María Saint, Grace Kelly, Marilyn Monroe, Edward Steichen, Audrey Hepburn, Richard Nixon, Robert Oppe nheimer, John Steinbeck, Weegee, Aldous Huxley, Marc Chagall, Salvador Dali, Brigitte Bardot, y el grandísimo Groucho Marx, entre otros muchos. Disfruten pues de este conocido manifiesto de la Jumpología y vayan preparándose para cuando llegue ese momento que todos estamos esperando. Como entrada