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Mostrando entradas de 2013

Inconstancias y decepciones

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- Yo, señor, he vivido siempre aquí y los que me conocen, que son todos los del pueblo, le podrán confirmar a usted que apenas he abandonado mi casa a lo largo de todos mis años, si no ha sido para cumplir con la pesada obligación de hacer el servicio militar. ¡Al Ifni me mandaron los muy canallas, para defender un arenal en el que sólo había ratas, escorpiones y un sargento que seguramente ya se lo ha llevado el diablo!. Después volví al pueblo, me casé, criamos cuatro hijos que comían más que un sabañón y aquí me tiene, saliendo de misa pa jugar la partida de los domingos dondel Miguel, después de que veamos lo que a usted le trae aquí. Hablábamos entre las gentes que salían de la iglesia apretando con las manos los cuellos de sus abrigos para protegerse del intenso frio que hacia aquella mañana. Había quien detenía un poco el paso intentado captar el contenido de nuestra conversación o saber quién era el extraño que hablaba con el Aparicio. Recuerdo que unos días antes, había estado

Inconstancias y decepciones

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– Yo, señor, he vivido siempre aquí. Y los que me conocen, que son todos los del pueblo, le podrán confirmar a usted que apenas he abandonado mi casa a lo largo de todos mis años, si no ha sido para cumplir con la pesada obligación de hacer el servicio militar. ¡Al Ifni me mandaron los muy canallas, para defender un arenal en el que sólo había ratas, escorpiones y un sargento que seguramente ya se lo ha llevado el diablo! Después volví al pueblo, me casé, criamos cuatro hijos que comían más que un sabañón y aquí me tiene, saliendo de misa pa jugar la partida de los domingos donde Miguel, después de que se vea lo que a usted le trae aquí. Hablábamos entre las gentes que salían de la iglesia apretando con las manos los cuellos de sus abrigos para protegerse del intenso frío que hacia aquella mañana. Había quien detenía un poco el paso, intentado escuchar algo de nuestra conversación o saber, por lo menos, quién era el extraño que hablaba con el Aparicio. Recuerdo que unos días

Le festin des horizons changeants

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I Llevo días sintiéndome en perfecta comunión con el tiempo que tenemos. El cielo está cubierto, y en las entrañas de esas nubes parece que eructan los dioses de manera tan sonora y luminosa, que yo diría que quieren quebrar los cielos y cubrirnos a todos de más oscuridad. Malditas sean las tormentas que hay en mí. Vuelo a echar mano de un recuerdo. Un par de días antes de que saliéramos para Portugal, vinieron a vernos unos buenos amigos. Les había sugerido que, dado como está por estos meses de verano lo del alojamiento en la costa, hicieran las dos noches que venían a poca distancia  de aquí, a algo más de media hora en coche, en Espelette, un hermoso y pintoresco pueblo del País Vasco francés. De este modo, aprovecharía para enseñarles una zona que conozco muy bien, lejos del bullicio de veraneantes, menús de paella y olor a crema solar, sobre fondo de calor asfixiante. En pocos kilómetros a la redonda de aquél pueblo, uno encuentra muchas de las cosas que son suficientes para hace

Saudades III

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A muy poca distancia de Óbidos, en el camino que lleva a Caldas da Rainha, existe una casa de comidas que abrió hace ya más de 50 años, una mujer a la que todo el mundo conoce en la comarca por su nombre -Fernanda-, antecedido de un "Doña" que el tiempo, la edad y el hecho de haber dado de comer a varias generaciones de sus convecinos, hacen más que merecido. "Doña Fernanda" se llama también el modesto establecimiento en el que atiende a su parroquia, y es poco más que la planta baja de la casa en la que nació, donde la cuadra, el cuarto de aperos o garaje, ha sido sustituido por una pequeña sala con apenas cuatro o cinco mesas de aluminio. Por una puerta acristalada que hay frente a la de acceso al comedor, entra y sale Doña Fernanda con los platos que ha preparado para aquél día, pues una cosa sí es de advertir a quién tuviera la intención de visitarla: allí se come "a menú puesto" , uno se sienta y espera a que le pongan lo que toque ese día, cuando dej

Saudades II

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Cada vez que cae la noche, la memoria de lo vivido va difuminándose en el fondo blanco del olvido. Sobre él recrearé el recuerdo de estos días. Lisboa, julio de 2013

Saudades

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Hay una costumbre que conservo en mí desde que tengo uso de razón, y es la de abandonarme al silencio más profundo cada vez que en las cuerdas de mi sensibilidad se combina la melodía precisa. Regresar al mismo lugar después de once años, y seguir sintiendo lo mismo, me ayuda a confirmar que hay cosas en mí, las que más me interesan cuando trato conmigo mismo, que no han cambiado... Y lo más importante: que a pesar del tiempo pasado, aquél que fué, sigue en cierto modo aquí. (Óbidos, julio 2013)

Las nubes, una vez más

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Como siempre que adorno mi cuaderno con ellas, marcho siguiendo el vuelo libre y reposado de alguna nube. Quizá no lo haga al lugar más adecuado, pero al fin y al cabo lo que importa es soñarlas, y trazar su derrota sobre el fondo azul de las aguas celestes. Hasta la vuelta.

Cerca trova

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Hará cosa de un año que se armó un revuelo terrible entre los expertos y aficionados al arte. Desde siempre, se ha tenido por sabido que bajo un fresco de Vasari representando “La batalla de Scannagallo” que hay en la la sala de los Quinientos del Palazzo Vecchio de Florencia, se ocultan las primeras pinceladas de uno de Leonardo representando otra batalla: la de Anghiari. Así pues, a principios del 2012, un grupo de “especialistas” lo prepararon todo para ver que había de cierto en ello, y descubrir lo que podía quedar del de Da Vinci. Parece ser que hasta los de National Geographic pusieron dineros para ello, tan necesitados como están de pienso para su canal de documentales: ya nos han mostrado el rostro de Cristo, los misterios de las alcantarillas de Ohio y la implicación de los extraterrestres en el asesinato de Kennedy, así que un nuevo Leonardo podría ser canela fina. El caso es que la cosa saltó a la prensa, pueden verse por ejemplo en la red fotografías de los agujeros que

Ezenggileen

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Leí hará cosa de un año acerca de la lengua Tuva y los rasgos que en ella pueden darse de quienes la hablan allá por las tierras del corazón de Asia. A uno le entraron por el ojo las historias de todas aquellas etnias, familias, tribus o clanes de origen mongol al leer sobre los oirates o calmucos en “La rebelión de los tártaros” de Thomas de Quincey. De ello hace ya muchísimos años y, desde entonces, me da por imaginar un viaje por aquellas tierras del corazón profundo de Asia al modo de los nómadas, con su característico caballo enano, la yurta y el fiel halcón. Pero como uno no está para esos trotes y la vida le ha hecho acostumbrarse hasta la dependencia a los vicios y virtudes de las comodidades occidentales, deja de lado todo esto como meras ensoñaciones y, a modo de consuelo, recurre de vez en cuando a lecturas sobre todo lo que late en el corazón de Asia. Ezenggileen se refiere en lengua Tuva a un tipo de canto, música o composición que evoca los ritmos pulsátiles del galopar

Un mundo nuevo

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Su primer artista ha sido Menchu Gal. Algo de ella aprendió en la ikastola cuando celebraron la semana del mar y le explicaron que le gustaba dibujar barcos y paisajes marinos. Así nos lo repitió cuando llegó a casa con un dibujo hecho por él, que quería ser una copia de una de sus obras. El pasado domingo, aprovechando que no paraba de llover y que teníamos pendiente por visitar una exposición que le han dedicado en esta ciudad, nos acercamos hasta la Sala Kubo de la Kutxa para verla. A él le pareció estupendo, y más aún cuando descubrió que podía sentarse en el suelo sin que nadie le dijera nada y hundirse en esa suave mezcla de colores que abarcaba más allá de su mirada. Ahí se quedó él sólo. En silencio. Nada fuera del cuadro parecía preocuparle, mientras nosotros observábamos orgullosos cómo iba descubriendo un mundo nuevo.

Recorte

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Destrucción de los árboles de la libertad en París. (La Ilustración, 23 de febrero de 1850) Estaba documentándome sobre un asunto que me ocupa y he dado con esta ilustración. Me ha apetecido guardarla y compartirla con quien pase por aquí.

VIII

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Ya son 8. !Ocho!. Cada vez que llega el 19 de abril, a uno le da por echar la mirada atrás unos cuantos años, hasta aquél en el que un día como este, después de no meditarlo demasiado y tenerlo poco claro, se echo al ruedo en el que se lidian estos cuadernos a los que, por las cosas del inglés, llamamos blogs. Digo que lo tenía poco claro. Así era. El primer pensamiento que me venía a la cabeza es que esto quedaría en un par de anotaciones lanzadas al vacío de la red, para ser luego abandonadas como aquellos barcos naufragados en el olvido de la Costa de Esqueletos. Esos pensamientos me rondaba por la cabeza cuando abrí "Ex Oriente Lux" el primero de mis cuadernos: A la vista está que no abandoné. En ello tuvieron que ver mucho los encuentros que poco a poco fui teniendo con otros que, como yo, se habían lanzado a estas cosas y -sorpresa para mi-, parecían encontrar algo de interés en lo que iba contando. ¿Sorpresa? !pues sí!: durante muchos años había corrido tras la idea de

En algún rincón de la memoria

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 I El tiempo, que es como un ladrón sin piedad alguna, gusta de pasar por nuestras vidas llevándose a manos llenas todo aquello que nos es querido. Aquí se sale con un instante que hubiéramos querido eterno bajo la capa, allá con la frescura que alguna vez tuvo nuestra piel... Se lleva también la agilidad y la habilidad; la esperanza, que antes había sido confianza; la vista; y, cuando estamos distraídos, un recuerdo que hasta entonces conservábamos nítido en nuestra memoria. De sus continuas visitas no quedan sino un Yo cada vez más viejo y arrugado, débil y lento, y con la memoria tan mermada que apenas podría dar para escribir un par de folios de vagas suposiciones. II Décimo Junio Bruto, allá por el año 138 a.c., tuvo que cruzar él solo el rio Limia para convencer a sus tropas de que el paso de una orilla a otra no tenía la mágica propiedad de borrar completamente la memoria de quien lo hiciera. Ese era el rumor que corría entre los romanos al identificar a dicho río con el Lete, a

Si luz me ciega, ceguedad me guía

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Leí de un festín dedicado a Jano que se exhibía alegre en una de las arquivoltas que adornan la portada de San Pedro de Echano, en el corazón de Navarra. La verdad es que lo leí hace ya algunos años, pero no fue hasta este fin de semana cuando me decidí a llevar conmigo compañera, pirata y un puñado de buenos amigos a plantarnos en aquél lugar, y ver con nuestros propios ojos cuanto de lo que en el texto se decía podíamos llegar a creer, imaginar y recrear en el silencio de aquel solitario paraje. En una de las teorías, aquello no era si no la representación de un festín dado por algún señor del lugar -el patrón de aquél templo-, a sus mesnadas para celebrar algo parecido a una mezcla del fin de año con el carnaval, pues con enmascaramientos y disfraz celebraban aún por entonces el cambio de año, el tiempo de Jano -de ahí procede el nombre de "enero"-. Esto podría explicar la presencia de una máscara entre Jano, el de las dos caras, y el que parecía el señor del lugar, con u

Diego

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“Martes de carnestolendas Fueron a correr un gallo Riñeron cuatro pendencias, Mataron un escribano…”   Procuraré seguir con lo que dejé a medias hoy: un martes de carnestolendas, oscuro, lluvioso, granizador y hasta nevoso. Apenas he dormido, por lo que la razón me marcha perezosa y en pugna por dejar lo que ahora estoy escribiendo para un mejor momento. Cuando llegamos a un rincón de aquella tienda, el librero empezó a rebuscar por entre una colección de pliegos guardados en fundas de plástico. Se detuvo a leer uno de ellos, titulado “Romance, en que se declaran los hechos, valentias y arrojos del Andaluz mas valiente llamado Francisco Correa” , que empezaba con esos versos de Martes de carnestolendas… - Por aquí debe estar, vamos a ver-, dijo como hablando para si mismo. Siguió buscando: “Nuevo y curioso romance en que se refieren los hechos y arrogancias valerosas del alentado Martin Alonso, natural del castillo de la Alcalahorra”; “Verdadera y estraña relacion del maravilloso parto

Una librería de viejo

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Ha pasado tiempo. Mucho tiempo. De entonces a este momento he ido haciendo acopio durante los pocos momentos libres que he tenido de una cantidad ingente de documentos, artículos de periódicos, copias de libros et cétera ; que me dieran luz sobre un personaje al que he perseguido de manera obsesiva desde hace casi ya un año. Si el seguimiento ha sido obsesivo, el acopio ha sido absolutamente irracional, pues apenas me he dedicado a otra cosa que a olisquear a mi presa, depositarla junto a las otras  y buscar los nuevos rastros que se me abrían desde ella. El tiempo que ha pasado comienza hará alrededor de nueve meses, en una pequeña librería de viejo que hay frente a la Catedral de Toledo. Entré con la intención de revolver por entre los libros y boletines de historia local, y encontrar alguna referencia a lo que allí ocurrió en abril de 1869. Desde el principio sabía que era labor prácticamente imposible pues el hecho que perseguía, era de escasa importancia y relativamente común en a

Un balón, una linterna y muchas bellotas

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Ahora duermes. Seguramente, dentro de un rato empezarás a girar sobre la cama hasta colocarte en perpendicular a ella, mientras continuas mecido por tu sueño, como hundido en una cómoda nube de algodones. No te despertarás en toda la noche -rara vez lo haces-, pero en cuanto pasen las siete de la mañana -da igual si es lunes o domingo-, cantarás como si lo hiciera el gallo aquello de: "amaaaaaa, aitaaaaa". Hasta que llegaste, me resultaba imposible creer que una rutina fuera algo más que una esclavitud; y sin embargo, ahora, se ha convertido contigo en una bendición, en un lenguaje, en un comportamiento que estudio y grabo en la memoria en todos y cada uno de sus detalles. Hoy, el día en el que hace cuatro años cayó una nevada como no lo había hecho desde hacía cosa de 30 ó 40 años, es tu día, el día en que llegaste a nosotros. Tu cumpleaños. Y en esa eternidad tan nuestra, que dura lo que lo hace nuestra vida, pervivirá el recuerdo de la espera en el hospital, llenos de ilus