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Mostrando entradas de 2008

Al otro lado espera

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Estaba tirada en el suelo, en el aparcamiento de un centro comercial a las afueras de Beaumont-du-Périgord. Ricorée Beurre 1 l. de lait Fromage Café 1 paquet Huile... Apenas una pequeña lista de productos que alguien esperaba llevar a casa aquél día y que, seguramente, había sido tirada al suelo una vez que los había comprado. Saqué mi teléfono y le hice una fotografía. Hasta en el suelo de asfalto de un lugar tan remoto como éste -pense-, damos con el eco silencioso de nuestros deseos, ninguno de ellos tan pequeño como para no poner siquiera un corazón dibujado en su extremo. Eso es quizá lo que me gustaría tener presente en mis pensamientos, ahora que estamos ante una nueva puerta a punto de abrirse.

MemoriaMix

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Mi amigo Guillermo revisa con satisfacción los tacos de bacalao que acaba de comprar. Revuelve curioso la mano por dentro de la bolsa. Acabo de dejarle en la estación, he dado la vuelta, y al pasar frente a él ni me ha visto. Seguramente esté imaginándose ya removiendolos suavemente en la cazuela. Una señora explica nosequé a su nieto que señala a través de un escaparate. No tengo tiempo de ver de que es la tienda. Le pone la capucha al pequeño. Empieza a gotear sobre la luna de mi coche. Algo más adelante, una pareja cruza el puente protegida bajo un paraguas. Un hombre mayor se cruza con ellos, y el viento casi le lleva la boina. Eso es: mano sobre ella, e inclina un poco la cabeza hasta pasar el río. Un grupo de estudiantes. Una chica sola. Más gente con la mirada en los escaparates. Un hombre leyendo el periódico mientras espera al autobús, y una muchedumbre que pasa de un lado a otro. Andamios. Semáforo en rojo. Dos empleados del servicio municipal de limpieza charlan an

Bron

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Hace unas semanas me dispuse a poner algo de orden entre las anotaciones que tenía guardadas sobre las últimas etapas de nuestro Camino de Santiago. La intención, muy buena ella, era la de acabar de una vez por todas con el relato que he ido escribiendo acerca de las cosas que ví, escuché y experimenté durante aquellas jornadas. Desgraciadamente, uno es muy voluble en lo que a interés se refiere, y si en ese momento estaba decidido a invertir todo mi tiempo libre en finalizar el relato peregrino, faltó que apareciera algo que llamara mi atención, para que la dedicación y la búsqueda tomaran de nuevo otros derroteros. Me explico. De entre esa maraña de servilletas de papel, publicidades, algún pedazo de cartulina y hojas de block arrancadas, me encontré con una, anotada apresuradamente, llena de abreviaturas y dispuesta casi en espiral, en la que sobresalía una frase escrita con más fuerza y subrayada para atraer la mirada, que decía: Autrassei le broum? Sin leer más, pu

Un mes

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Dado que durante las próximas semanas no me va a ser posible hacer otra cosa que visitaros rápidamente, sin tiempo para más, he preferido dejar mi cuaderno de esta manera, cerrado temporalmente, hasta que los diferentes asuntos que ahora me tienen ocupado queden concluídos.

El profeta y el músico

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Dándole vueltas a las aficiones gastronómicas de esa especie de Diógenes bíblico que era Juan Bautista, di con una curiosa anécdota relacionada con uno de los músicos más innovadores del siglo XX: Louis Amstrong. Según se cuenta en ella, gustaba de explicar que su voz era tan grave y cavernosa porque siendo niño su madre le daba para comer sopa a base de cucarachas. - No había otra cosa, y a todos nos parecía entonces deliciosa -, añadía a la vez que iluminaba su rostro con una amplia sonrisa. Atrapada mi atención por la anécdota, pasé a pensar en los comienzos del gran Louis, en su maestro “King” Oliver, en la virtuosa y pizpireta Lil Hardin, en Johnny Dodds y Honore Dutrey, y en otros muchos que como ellos supieron sacar de lo más oscuro y miserable del mundo moderno, algo tan hermoso y lleno de vida como es el Jazz. Es posible que la respuesta esté dentro de su propia música, escondida tras la danza de aquellas notas que parecen invitarnos a huir de la realidad. (Dado que

Los peces muertos

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Todavía no alcanzaba con su nariz al borde de la mesa, y ya corría por el pueblo como si fuera el señor de él: las tapias eran para saltarlas, las fuentes para hacer sifón con ellas y empapar a las pobres vacas que atravesaban el pueblo, y los gallineros para robar huevos y correr delante del gallo antes de que diera con el pico en la cabeza. En la taberna estaba proscrito, y no sólo por ser un niño y además agote, lo estaba también por entrar en ella como el rayo y beberse todos los culos de vaso que alcanzaba en su relampagueante paso. Al verle entrar, todos los parroquianos agarraban con fuerza sus bolsas de tabaco, sabedores de que no sería la primera vez que volaban, y casi sin interrupción lanzaban un bastonazo al aire en un vano intento de dar su merecido a aquel pequeño diablo al que todos decían Mediociego . Pocas eran las ocasiones en que le alcanzaban, pero cuando lo hacían se desquitaban con holgura de las burlas y risotadas que les dedicaba aquél bribón. A base de palo, no

Un pueblo llamado Ninguno

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La primera vez que oí hablar de Aucun, fue por boca de mi abuelo, una templada tarde de primavera, mientras descansábamos sentados en un trebolar a las afueras de Villoldo, muy cerca de la palomera que dicen del Infante . Fue a cuento de una mención rápida que hizo a un antepasado nuestro, nacido en aquél lugar y que era cantero, y algo más que no logré entender por aquél entonces: - Los De Batz tenemos algo de agotes en nuestra sangre, o eso por lo menos me contaba a mí tu tatarabuelo cuando tenía tu edad. Jamás volvimos tocar el tema, pues a mi abuelo no parecía apetecerle nunca hablar de nada que estuviera muy lejos de su espalda. Pero esta pequeña anécdota había dejado en mi un poso que, con el tiempo y las visitas frecuentes al rincón que ocupaba en mi memoria, fue convirtiéndose en una creciente curiosidad. Así fue como Aucun - ninguno, traducido al castellano-, fue tomando forma en mi imaginación a partir de todos los retazos que habían sobrevivido de mis entonces primeras lect

Un, dos, tres, el mundo al revés

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Con la cabeza en el suelo, y las piernas buscando el horizonte. Un, dos, tres, el mundo al revés.

Vacaciones

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Minerva Britannica

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Esta es una página del Minerva Britannica or a Garden of Heroical Devises de Henry Peacham, una curiosa colección de textos moralizantes en verso, acompañado cada uno de ellos de una ilustración alegórica. Las hay realmente curiosas, llenas de ingenuidad y referencias a la emblemática renacentista. La que muestro, aquí titulada "virtute aut vitium sequi genus" , que quiere decir algo así como que la virtud y el vicio se transmiten a menudo de padres a hijos, me ha parecido realmente curiosa. En ella se muestra un hombre, al que hay que suponer de un lejano reino -de Libia dice el texto-, pues así lo da a entender la lanza que lleva en una de las manos y el fondo esquemáticamente oriental, comiendose una serpiente. Además de en el propio verso que acompaña a la ilustración, he encontrado algo que me explicara la razón de tan curiosa dieta en "The English Emblem Tradition" donde vemos repetido, en diferente dibujo, el mismo festín. El Minerva Britannica lo tenéis d

La encantadora de serpientes

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Ocurre que a uno la curiosidad le lleva allá por donde ella quiere, sin reparar en el camino que me había trazado, desdeñando intereses, deberes o conveniencias, para conducirme por senderos que apenas se mencionan en los itinerarios, y por los que al final -tras olvidar el extravío merced al hallazgo de un hermoso arroyo, una bella panorámica o el desconocido canto de un ave-, termina uno siempre encontrándose con una interminable pared rocosa que le despierta de sus ensoñaciones, maldiciendo los hados que le han hecho salirse de su ruta y perder el tiempo en tan yermos entretenimientos. Para que esto suceda, es condición necesaria, aunque no indispensable, que uno tenga tiempo. Y esto sólo ocurre cuando se está de vacaciones -que no es mi caso-, fin de semana -que tampoco lo es-, fuera del trabajo -no-, o en ese particular estado de relajo al que un amigo visitante de esta casa le dio la denominación genérica de “ausencia del jefe”. Pues bien, estando yo en esta última ci

Último recuerdo

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Ni siquiera se paró. Tan sólo agitó su mano mientras desaparecía en la lejanía. - En otro momento -pensé-, quizá cuando nuestro paso sea tan lento como el de las montañas.

Nata Damajaute: 4 de julio 1886

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(Cartel: Biblioteca Nacional. Lo podéis ver aquí . De cualquier manera, creo que el nombre es una mala transcripción de Nala Damayanti , nombre de dos personajes del Mahābhārata , que responde más adecuadamente ese gusto por los misterios de regusto exótico de aquella época. Texto: La ilustración Española y Americana; nº XXVII, 22 de julio de 1886)

Escribientes

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Esta fotografía la tomé en Ankara hace cosa de tres o cuatro años. Me llamó la atención el comprobar que todavía tienen vigencia en algunos lugares ocupaciones que nosotros habíamos ya olvidado o dado por perdidas. El oficio de escribiente como lo vi aquél día, y muy parecido a como siempre lo había imaginado, tiene para mí un regusto entre dulce y amargo, como el de aquellos sobres cerrados que nos esperaban antaño en el buzón, cuando no había correo electrónico y el teléfono era algo muy caro, en ocasiones con buenas noticias y en otras con alguna desgracia. Siempre me ha parecido que este oficio, el de escribiente, requiere de una gran paciencia y de un saber escuchar y entender muy particular: algo muy dificil de encajar en sociedades como la nuestra. En ocasiones, les vi servir un vaso de té a sus cliente mientras les atienden y dialogan con ellos, conocen los motivos que les han llevado a recurrir a sus servicios y el tipo escrito que necesitan. Es muy importante conocer todos lo

Una vela por el Tibet

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Recojo el testigo enviado por mi amiga Isabel , y aquí queda para quien lo considere oportuno. Mas información aquí .

Identidades

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El día pasado, mientras escuchaba un viejo disco de Woody Guthrie que compré hace tiempo, cuando acompañaba con él la lectura de aquellas “Uvas de la ira” de los años de la depresión y la Dust Bowl , quise visitar alguna de esas páginas que circulan por Internet dedicadas a la obra de Dorothea Lange , una de mis fotógrafos favoritas, cuya obra se centra en gran parte en los años de la Gran Depresión. Pero mi atención se desvió al poco hacia otro de los temas que ocupó a la cámara de Lange: la llamada con no poco eufemismo “reubicación” de los ciudadanos de origen japones en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Hubo una de ellas que me llamó especialmente la atención, que venía acompañada de un pequeño texto explicativo: “Un comerciante americano de origen nipón colocó este cartel en la puerta de su negocio el día siguiente al ataque a Pearl Harbor. Lange hizo la fotografía en marzo de 1942, poco antes del internamiento de aquél hombre” Todo esto me recuerda a algo que le

Verano de 1778: el día en que los peces saltaron a las barcas

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La ilustración es parte de una colección realizada por William Hamilton en Nápoles en el año 1776. Puede verse aquí . El texto, de la Gazeta de Madrid del martes 6 de octubre de 1778.

Sub umbra quiescunt

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A veces, uno necesita sentir que esta hablando sólo.

Les curieuses

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Realmente era un pueblo extraño. Aquél día celebraban una fiesta "country" en pleno corazón de la Gascuña, y por eso de ser domingo tenía también su jornada de mercado. Así venían haciendo esto último desde que en la Edad Media algún Conde o Rey ya olvidado les diera privilegio para ello, y así llevan con lo primero desde que a una asociación vecinal se le ocurriera tan pintoresca idea. Chocaba recorrer los diferentes puestos de foies , potages de todo tipo, fromages , armañaques y saussises , al ritmo de no se qué canción vaquera que servía de telón de fondo para que un hombretón grueso, y a todas luces medio borracho ya a esas horas de la mañana, nos avisara a voz en grito que terminaba el plazo para participar en el sorteo de un enorme cochon . - Demasiado grande para meterlo en el maletero, y además ¿quién tiene cojones para pasarlo por el cuchillo? Optamos por lo más razonable a esas horas, que no era otra cosa que refugiarnos en el café vacio más próximo, y recuperarn

14 de julio

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Un día como hoy debe ser necesariamente difícil de olvidar. El 14 de julio todos nosotros dimos el primer paso hacia lo que somos ahora, ni más ni menos que los mismos subditos de entonces, pero con la aparente sensación de que nos hemos ganado la ciudadanía. Así de ilusos somos: inocentes y con la cabeza llena de sueños. Tal día como este, -hoy mismo para ser más exactos-, nuestra esperanza ha cumplido 14 semanas y sigue hacia adelante sin problemas. Hoy la hemos visto de nuevo. Ha sido emocionante. Es un paso muy importante para nosotros que nos llevará irremediablemente a lo que no somos ahora, pero gustosamente seremos en el futuro. 14 de julio. Revolución. !Redoblen los tambores, ondeen las escarapelas y ardan todas las prisiones de la esperanza!

قلعه الموت

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Afortunadamente, hay ocasiones en las que uno, sin casi darse cuenta, rompe con esta tediosa monotonía para verse atrapado por el rastro que ha dejado en él unas palabras, o tan sólo una idea, que ha encontrado en sus lecturas. Llegó hasta mis manos, casi por casualidad, el "Viaje al Valle de los Asesinos" de Freya Stark . Era inevitable tener presente en la memoria aquél "Alamut" de Vladimir Bartol , magnífica novela historica que continua siendo un actual alegato contra la manipulación sicológica de las corrientes totalitarias. Parece que hemos cambiado muy poco desde entonces. Durante el relato del viaje, que como en todos los que se precien lo menos deseable es la llegada al destino, Freya nos da cuenta de las vidas de sus acompañantes, tipos ya casi inexistentes salidos en apariencia de la más emocionante de las novelas de aventuras, pero a la vez impregnados de esos rasgos tan cotidianos e humanos que hacen de ellos más reales e interesantes. Mejor que segu

Le passage

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Fue uno de esos amores a primera vista: lo vi e inmediatamente sentí que lo quería junto a mí. No sabía porqué, ni siquiera quise racionalizar el origen de tal deseo. Tan sólo se trataba de inventir el segundo que cuesta fotografiarlo, para dejar después su reflejo reposando en las entrañas de mi tarjeta de memoria. El tiempo me dirá cuando le venga en gana qué hacer con ello -pensé.

Confiar y Esperar

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Resulta curioso que el hombre, en su deseo de perpetuarse, vierta sus pensamientos más íntimos, aquellos que desea que trasciendan su propia vida, sobre la piel débil y enfermiza de una hoja de papel; ¿hay quizá algo más delicado sobre lo que escribir que un folio en blanco, al que el tiempo va a someter a humedades, fuegos, el ácido de las tintas, el lepisma, la termita y un sinfín de peligros, que hacen de cada instante de su existencia un segundo ganado al olvido?... Posiblemente lo haya: nuestra propia memoria y nosotros como depositarios que somos de ella. Decía Paul Valéry que los libros tienen los mismos enemigos que el hombre: el fuego, la humedad, los bichos, el tiempo y su propio contenido. Entiendo que dentro de todo esto se comprenden los recuerdos, y la memoria de aquellas cuentas desajustadas que han ido quedando colgadas a lo largo de nuestro tiempo. Son como balances en los que a veces no tenemos claro a quién debemos reclamar, y quedamos sin ni siquiera la posibilidad

El Diamante y la Venganza (y VI)

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“Le Journal des Débats” había contratado en 1843 a Dumas para la publicación en su diario de un nuevo folletón que tuviera el éxito suficiente para aumentar las ventas, fidelizar a sus lectores y ser publicado después en forma de libro. ¡Casi nada!, se podría decir, aunque no lo era tanto, pues aquél mismo año se estaba publicando ahí mismo con un increíble éxito “Los misterios de París” de Eugène Sue. Dumas, que se mostró algo celoso por aquél éxito, tuvo la ocurrencia de comenzar la escritura de un texto ambientado también en París, pero en esta ocasión centrándolo en cuestiones relacionadas con la historia y la arqueología de la ciudad. Pero al editor no le gustó la idea, esperaba algo más propio de la “factoría Dumas”: aventura, intriga, acción, grandes pasiones y seres profundamente marcados por el destino… Al bueno de Alejandro no le quedó otra que ponerse a buscar una trama que tuviera algo más que ver con lo que se le había encargado, que se alejara de las simples divag

El Diamante y la Venganza V

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La venganza,… …el deseo de consumarla, era lo único que había mantenido a Antoine Allut vivo, y con las fuerzas suficientes para soportar todas las penalidades por las que había pasado desde aquél día en que aquél Abad Baldini -¡abad!, se decía a sí mismo con una mezcla de burla y amargura-, le entregara un valioso diamante a cambio de delatar a sus tres amigos de París. Cuando él y su mujer se enteraron de que el mismo joyero que había tasado el diamante ante el Abad Baldini, lo vendió a un mercader turco por el doble de lo que les había pagado a ellos, montaron en cólera, lo asesinaron, robaron su dinero y huyeron lo más lejos que pudieron: a Grecia. Allá murió la mujer de Allut de unas enfermedades, y él fue apresado por un motivo desconocido y condenado a galeras. Fue en aquellos años de cautiverio donde acumuló en su espíritu el ánimo único de la venganza, centrado en aquél maldito abad de Nápoles que había llevado la desgracia a sus vidas. Por algún motivo, lo consideró

El Diamante y la Venganza IV

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Prosper, el viejo limonadero… …entró a trabajar en el café del Señor Loupian, allá por el año 16, después de que una desconocida y acaudalada viuda se presentara ante el dueño de aquél establecimiento y le pidiera que empleara a ese buen hombre, y a cambio ella le pagaría una renta mensual de cien francos. Según dijo la dama, Prosper, que debía tener alrededor de cincuenta años, había servido con fidelidad y desinterés a su familia durante muchos años, y llegado el momento en que ella debía de marchar muy lejos, era su deseo dejarle empleado en un lugar de la fama y reputación de aquél. Loupian aceptó la oferta, y al día siguiente se presentó un hombre de aspecto descuidado y mal vestido. La señora del lugar, Madame Loupian, lo estuvo observando atentamente durante un buen rato, creyendo ver en sus rasgos algo que le resultaba familiar, pero terminó pensando que era más cosa de su fantasía que de la realidad. No le costó al viejo limonadero, que era en ese oficio en lo que le e

El Diamante y la Venganza III

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El viaje del Abad Baldini… …a Nimes tenía un solo objetivo: dar con Antoine Allut para entrevistarse con él. Después de pasar unos cuantos días intentando localizarle, por fin logró acordar un encuentro en un mesón muy cercano a la Maison Carrée . A Antoine le sorprendió que alguien que no conocía, aunque podía jurar que a ese tal Baldini lo había visto en algún sitio, tuviera un interés tan vivo en encontrarse con él personalmente. Únicamente sabía que había llegado hasta allá con el objeto de hacerle entrega de un valioso legado. ¡Qué cosa más extraña! –debió pensar Allut. ¿A qué ese interés en conocerme y entregarme algo que dicen tiene mucho valor? Cuando por fin se encontraron, y después de la charla preliminar entraron en materia, el Abad le contó que estando preso en Nápoles por cuestiones políticas, conoció en su lecho de muerte a un hombre de unos 30 años, que había sido encerrado injustamente y que, a pesar de ello, perdonaba a los causantes de su desgracia. Era de

El Diamante y la venganza II

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Joseph Lucher, hombre de fortuna… … nació el mismo día en que murió Francois Picaud. Para que nos entendamos: aquel fue el nombre que se puso éste al poco de ser encerrado en los calabozos de la remota fortaleza de Fenestrelle, en lo que son actualmente los Alpes Italianos. Su condena duró siete largos años, hasta la caída del Napoleón en 1814, que hizo que quienes, como él, estaban encerrados por cuestiones políticas salieran libres con el nuevo gobierno. Lucher era un hombre avejentado por el sufrimiento y la desesperación. En el interior de su alma ardía el deseo de la venganza, de castigar a quienes le habían enviado a semejante infierno. Desgraciadamente, apenas sabía el motivo por el que había pasado todo aquél tiempo en presidio y, por supuesto mucho menos quién lo había provocado. Fuera de él, no había manera de reconocer a la persona que fue antes: parecía mucho mayor de lo que era, y el aspecto jovial e inocente que marcaba su seña de identidad había desaparecido tota