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Mostrando entradas de septiembre, 2020

Los platos de Fragonard

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La historia de este plato, que se vendió hace cosa de dos años por 75.000 dólares en una subasta de Sotheby’s, es seguramente conocida por todos. Pero en estos tiempos de encierros y oscuridades parece inevitable tener que acordarse de cosas así. Hasta aquél 29 de octubre de 1793, en que fue detenido, el pintor y grabador francés Hubert Robert había dedicado lo más importante de su vida a pintar cuadros con temas muy del gusto de la “buena sociedad” de aquél entonces, con sus ruinas clásicas y paisajes: todos ellos inundados de aire, amplios cielos y una dorada luz. Es un suponer que esa proximidad con su aristocrática clientela, es la que hizo que aquel día que acabo de mencionar fuera arrestado por las autoridades de la convención, con la excusa de no haber renovado su tarjeta de ciudadano. El caso es que pasó unos meses encerrado en el convento parisino de Sainte-Pélagie, lugar que a pesar de su nombre llevaba más de siglo y medio acogiendo dentro de sus muros a "jóvenes arrep

El libro de las maravillas

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En una de las primeras páginas del conocido como el “Libro de las Maravillas” que se conserva en la biblioteca de la Universidad de St. Andrews, en Escocia, hay una anotación manuscrita fechada el 25 de Ramadán de 1263, que vino a ser el martes 26 junio 1821, en la que se dice algo así como lo que sigue: "Hay miles de rostros en este mundo que se enmascaran con falsa belleza y elegancia, pero sólo el tuyo es verdaderamente hermoso". Uno, que es un apasionado de la vida de los libros, no ha tardado en ponerse a imaginar que éste que se conserva ahora en aquellas lejanas tierras del norte de las islas británicas, fue en su tiempo objeto de un regalo lleno de sentimiento, con el que se esperaba sorprender, entretener y entusiasmar a la persona que lo recibió, allá en algún lejano lugar entre el Oriente Próximo y la India. ¿Lo consiguió? Yo quiero pensar que sí. Un conejo con cabeza humana El Libro de las Maravillas es un manuscrito realizado en India allá por la transición entr

La Biblioteca Pillone

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  Lo que vemos en la imagen es una pequeña parte de la biblioteca de Odorico Pillone (1506-1594), un coleccionista de libros que vivía en Belluno, a unos cien kilómetros al norte de Venecia. El hombre mantenía la vieja costumbre de guardar su colección de libros con el lomo hacia adentro y el corte delantero hacia fuera, por lo que si quería diferenciar el contenido de unos y de otros debía identificarlos de algún modo. Aunque lo habitual en estos casos era tener escrito ahí parte del título o alguna referencia al autor, nuestro coleccionista decidió ir a lo grande, y contrató a Cesare Vecellio (1521-1601), un primo de Tiziano, para que decorara los cortes delanteros de los 172 volúmenes de su biblioteca. El resultado, o mejor dicho parte de él, lo tenemos delante. A la derecha del todo, encontramos uno de los textos más célebres del humanismo: el “Adagiorum chiliades” (“Millares de adagios”), obra de Erasmo de Rotterdam. Este ejemplar lleva el número 96 de la biblioteca Pillone, fue i

Dibujantes de tribunales

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El 5 de octubre de 1970 Charles Manson, que llevaba ya más de nueve meses de juicio por los asesinatos de Sharon Tate y los LaBianca, saltó rápidamente de su mesa en un momento de alteración con un lápiz en mano, dispuesto a clavárselo al juez Charles H. Older. Bill Robles, que ejercía aquel día su oficio de dibujante de tribunales, capturó la energía frenética de Manson, que sólo pudo ser detenida gracias a la intervención de los alguaciles. En la ilustración puede observarse cómo el lápiz, todavía en movimiento, parece volar en dirección al juez. Según leo, H. Older ni siquiera se inmutó, y de todo aquello quién salió ganando fue Bill Robles, que consiguió que Walter Cronkite, estrella de las noticias de la CBS, abriera las noticias de aquella noche con su dibujo, este que acompaña al texto. Un conocido retrato de Manson realizado  por Robles durante el juicio. Es una pena, pero la figura del dibujante de tribunales es casi desconocida en España, por lo que resulta extremadamente dif

Viaje a Micklegard

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Micklegard era para los antiguos pueblos nórdicos “la ciudad grande”, algo que tenía que resultarles casi mítico, poblado de seres extraños, además de lejano. De aquella Micklegard o Miklagarðr volvían enriquecidos algunos de los que habían marchado a ella buscando fortuna, otros tantos lo hacían igual de miserables que cuando salieron de su tierra escandinava, y hubo muchos que no volvieron nunca, sin más, pues dejaron su vida en los caminos de ida o vuelta o, lo que era más frecuente, mientras servían al rey que habitaba en aquella ciudad, a decir de muchos la más rica y poderosa de la tierra. Estos buscadores de fortuna llegaban a Grikkland (Grecia) y Micklegard, que eran los nombres por los que conocían al imperio bizantino y su capital Constantinopla, atravesando el Báltico y las tierras de lo que hoy son Rusia y Ucrania. Allá les llamaban Varegos y encontraban fácilmente un puesto en uno de los cuerpos de élite más apreciados y mejor pagados por el emperador que gobernaba desde