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Mostrando entradas de marzo, 2015

Sobre una sagrada familia de Andrea del Sarto

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Un comentario en mi anterior entrada, escrito por la hetaira Friné , ha despertado mi la curiosidad acerca de la existencia y aspecto de una obra que parece estuvo buscando con ahínco su patrona, durante casi una jornada. Estoy seguro –pensé-, de que si se la consigo a Frine - esta vez sin acento -, su patrona en agradecimiento le rebajará el alquiler, y todos quedaremos, de un modo u otro, contentos: la una con su cuadro, la otra con su alquiler en plan outlet , y yo con mi sed de presa saciada. Pero en apariencia no ha sido así, ya que parece que no he sabido dar con la obra del tal Andrea del Sarto, si nos atenemos textualmente a lo que dice el comentario de mi amiga Friné: que es una sagrada familia con Santa Ana de carabina. Nada más. Lo único que he encontrado, tras revisar varias sagradas familias y muchas otras obras del autor, es lo siguiente: - Una nota de prensa en el New York Times del 15 de mayo de 1941 contando que un tal Major Edwar Bowes donaba a la catedral de San Pat

Una fara coronata

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Se preguntará usted, uno de los miles de lectores que frecuentan este blog, por el motivo que ha hecho que cuaderno tan modesto y dedicado a las labores ganaderas, derive su discurso en esta ocasión al uso de latinajos tan engolados y faltos de fundamento con los asuntos que habitualmente nos ocupan. La visita rápida y exclusiva -más que nada por no tener tiempo para otra cosa-, que hice ayer a la corona de Recesvinto en el Museo Arqueológico Nacional, me trajo a la memoria y la reflexión una serie de ideas que quisiera compartir con vuestra paciente atención: - Lo primero, que siendo mi primera visita al MAN, me he quedado con una sensación muy fría. Pero -dirán-, si no ha estado ni media hora. Pues si, no pasé de estar ese tiempo, pero me quedé con que a dos de las tres personas del museo a las que pregunté por la corona, no tenían claro de qué les hablaba ¿?. La vitrina donde estaba -y aquí revivo un comentario de nuestra Anarkasis-, tenía más brillos y reflejos que las bolas del St

!De otras peores hemos salido!

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Hablaba ayer de mirar al futuro con optimismo. Aquí podría haber un motivo para ello. ¿O no?  Dicen que mal de muchos es consuelo de tontos, y se me ha quedado un cierto sinsabor al profundizar en el mensaje de una exposición que, bajo el título !De otras peores hemos salido!, organizó la Junta de Castilla y León el pasado 2014. No se si será que Radio Esperanza no es mi emisora favorita, y de ahí mi desconfianza hacia todo lo que se envuelve con un hermoso lazo de colores. O que me quedo con la idea de que me quieren volver un conformista, argumentando que, a pesar de mucha crisis, hubo quién ha vivido peor... y mejor también. Sin embargo, recomiendo una visita al catálogo , plagado de magníficas imágenes del pasado y conmovedores datos de lo que pasamos no hace tanto tiempo. Por ejemplo: La esperanza de vida los españoles se situaba por debajo de los 30 años en 1880; en 1940 estaba en los 50 años y al finalizar el siglo XX era ya de 78 años. Durante los años 40 y 50 del siglo XX, el

La vaca y el rabino

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Puesta la vaca en su sitio, creo que es menester dedicar unas líneas a Fernandel, que es quien la acompaña, y a todo lo que puede significar para mí desde la perspectiva de hoy en día. Bueno, no me pasaré, me limitaré a contar un par de cosas, que si no vuelvo a la manía tratadista y espanto a todos los que de buena fe os habéis venido a tomar un trago de leche fresca y espumosa en mi compañía. A Fernandel le recuerdo de aquellas películas que veía de pequeño en la televisión francesa. He de apuntar que por aquellos primeros años 70, y los últimos de los de la década de los 60, la proximidad con la frontera nos permitía disfrutar de las cadenas de aquél país como si estuviéramos en él. Era, en aquél entonces, todo un lujo. Con Fernandel, como con Louis de Funes, Bourvil, etc... teníamos en aquél entonces las risas garantizadas. He de reconocer que la serie de Don Camilo, con un cura hablando a todas horas con un crucificado que se expresaba como un ventrílocuo, sin abrir la boca, me da