Entradas

Mostrando entradas de 2009

Un regreso

Imagen
Vuelvo a aquél lugar y no puedo evitar el sentir una emoción nerviosa, a medio camino entre el deseo de verme de nuevo allá, y el miedo a hollar con mi presencia un lugar que yo mismo había apartado del recuerdo de lo real, para convertir en algo casi mitológico. Mañana vuelvo a un lugar que abandoné años atrás, llevándose únicamente en el corazón un puñado de buenos recuerdos, la semilla de lo que después serían grandes y pequeñas esperanzas, y cerca de media docena de historias: ¿alguien recuerda a Max y Claudette ?. Tanto ha pasado desde entonces... ¿no es verdad, queridos amigos?. Y mientras regreso a aquél lugar que se confunde con mis fantasías, desaparezco de éste no menos fabuloso, durante un par de semanas. Las justa para que acabe este año y comience el próximo. Sólo espero que el que viene sea tan gratificante como el que acaba, no sólo para mi, si no también para todos vosotros queridos amigos. Hasta entonces, mucha salud.

Desde ahí arriba

Imagen
E n el segundo piso, Ista freía unos huevos. Con el rabillo del ojo vigilaba a su nieto, y éste sentado a sus pies cumplía afanosamente con el infantil ritual de reconocer un objeto: golpe contra el suelo, golpe contra el suelo y a la boca. Debajo, como activado por un resorte que se pone en marcha por el sonido de la cuchara contra su techo, Herme, cartero jubilado, sale en pijama a su balcón con una botella de agua en la mano. Se le ve bastante desgreñado y achacoso, con pocas ganas de levantarse de la cama para hacer nada. Pero hay que cuidar las plantas: es de las pocas cosas que le ayudan a olvidar que un día fue el mejor de los correos de la comarca. Agua sobre la tierra, agua sobre la tierra y tose balcón abajo. El racimo de virus va cayendo lentamente, revolviéndose con suavidad por entre los dedos del aire que corre por la Calle del Juicio abajo, hasta pegarse de frente contra la portada de la Catedral, justo contra las imágenes que adornando las arquivoltas que

En un día como este... (Intermedio III)

Imagen
En un día como este, a uno le da siempre por echar mano de los recuerdos, sacudir con brío el saco de la memoria y asomarse al suelo para ver qué es lo que ha caído sobre él. ¿Qué es lo que hay? Mucha cosa, pero ninguna que seguramente no encontraríais vosotros, queridos amigos, si hicierais lo mismo: buenos momentos, encuentros inesperados, sueños cumplidos y otros rotos, y sobre todo la firme voluntad de seguir adelante. - - - - Hay que estar firmes, siempre firmes - le decía Tellagorri a Zalacaín. Todavía hay ocasiones en las que uno se encuentra con momentos que está seguro que nunca olvidará. En mi caso este año se han dado afortunadamente en varias ocasiones, y la primera y más importante de todas ellas fue aquél 9 de enero en que nació mi hijo. Imposible que lo olvide, pues ha sido sin duda alguna el momento más lleno de brillo de mi existencia. Hace unos pocos días volvió a repetirse el milagro, esta vez en la forma de un correo electrónico que me traía algo qu

La sombra de una llave

Imagen
Recuerdo que apenas tenía algo de sentido cuando la vi por primera vez. Era una llave oscura, grande como lo son las que tienen cierta antigüedad, que colgaba del arco de una de las capillas de aquella catedral. Apenas tenía sentido entonces, y por aquél motivo, no recuerdo que ocurriera otra cosa que la de detenerme unos instante bajo ella sin preguntarme demasiado por el qué es lo que hacía allá. Para quién está comenzando a descubrir el mundo, como para quien teme perderlo, el tiempo es muy importante y, por lo tanto, no era cuestión de entretenerse en algo que ¿quién sabe?, era otra de esas cosas normales de la gente mayor. Desde entonces, he vuelto a aquél lugar varias veces, terminando siempre por detenerme ante aquella llave; no sé muy bien si para preguntarme por el porqué de estar ahí colgada, o para confirmarme a mí mismo con alivio que, aún pasado el tiempo y sus cosas, yo seguía aquí. En ocasiones creía ver en aquél objeto una continuación argumental de lo que en la p

Tu lo sabes (divagaciones febriles)

Imagen
Pensaba el día pasado en lo que diferencia a los conceptos de microhistoria e intrahistoria que, para mí, pueden emplearse como sinónimos. Puesto a elegir, me quedo con el segundo, libre de esa odiosa y arbitraria comparación entre grande y pequeño, y con una pizca de sabor a íntimo y profundo. Quizá tenga que ver lo que en ello veo de narración de las vidas rutinarias, y lo cómodos y seguros que nos encontramos en ocasiones inmersos en ellas. Tiempo atrás leía a Unamuno en su "En torno al casticismo", que decía al respecto lo siguientes: "Todo lo que cuentan a diario los periódicos, la historia toda del "presente momento histórico", no es sino la superficie del mar, una superficie que se hiela y cristaliza en los libros y registros, y una vez cristalizadas así, una capa dura, no mayor con respecto a la vida intrahistórica que esta pobre corteza en que vivimos con relación al inmenso foco ardiente que lleva dentro. Los periódicos nada dicen de la vida silencios

Parepidemos Samosatense

Imagen
- ¿Vas a alguna fiesta Parepidemos? Otro que no fuera yo, hubiera respondido con cualquier improperio o amenaza ante semejante burla, alzaría el puño cerrado y mirando a los ojos de quién le hizo esa pregunta lanzaría una terrible y secreta maldición. Pero mi cuna allá en Samosata fue mecida por reputados sabios, y me limito a detener mi paso, sonreir y extender los brazos contestando - Sí, a una a la que por lo visto no has sido invitado tú. Todo ello les viene a estas gentes de no haber visto nunca a un peregrino que engalana su báculo y cuida su vestido, que su cano cabello lo adorna con cuidados bucles, y que de su barba no cuelgan los restos de la comida del día anterior, ¡salvajes! Me cuesta acostumbrarme a las toscas maneras de estos pueblos, tan lejanos de aquella tierra civilizada de la que procedo, pero ¿no la abandoné con el objeto de conocer todos estos lugares, y encontrar en alguno de ellos la respuesta a esa pregunta que me atormenta? E

Guía del observador de nubes

Imagen
(Fotografía de Mike Rubin en la web de The Cloud Appreciation Society ) Esta mañana he visto por primera vez cómo te observabas la mano. Lo hacías como si fuera un descubrimiento, alzándola frente a tu cara mientras la mirabas con muchísima curiosidad: girabas la palma y movías lentamente los dedos, hasta detener este juego para quedarte con la mirada fijada en ella. Pensé entonces en todo lo que te queda por descubrir y experimentar, y en que tu mirada, que ahora se dirigía a un punto tan próximo como la palma de tu mano, iría distanciándose cada vez más de ti mismo, hasta alcanzar destinos ahora desconocidos. Supongo que en algún momento de tu peregrinaje por las cosas del mundo, darás con ese instante que su sola visión te conmoverá el alma, y también con el rostro que robará tu corazón. Tu mirada, que ahora ha encontrado esa mano que pudiera el día de mañana guiar maravillosas lecturas o sentir el tacto de la belleza, será la que abra la puerta a tus pensamientos, a todos tus sue

Intermedio II

Imagen
(Ilustración de Andrei Molotiu) Con el paso cortado por un torrente de encuentros, Asomados desde lo más profundo de aquellas entrañas , Entregó su vuelo al silencio Y descubrió Al tacto de su mirada El rastro preciso de la esperanza.

Maat

Imagen
Era el final de una tarde verano de un día como el de hoy. El sol pasaba ya bajo, dejando sobre aquel lugar un hermoso tono dorado que invitaba a nuestros sentidos a dejarse abandonar en una placentera indolencia. Tumbados en silencio en un pequeño prado a orillas del Carrión, sólo nos ocupábamos en escuchar al agua del río moviéndose con frescura, y empujando de vez en cuando a algún canto que en su fondo había perdido un equilibrio que quizá llevaba manteniendo desde hacía décadas. A un lado la brisa, que corría por el cauce sobre las aguas, agitaba suavemente un juncal haciendo un efecto muy agradable que a nosotros se nos antojaba casi sobrenatural. - Maaaaaat- exclamábamos los dos en tono divertido cada vez que esto ocurría. Aquél día, como todos, lo habíamos pasado rondando por el pueblo, saltando zanjas, corriendo dehesas y huyendo de más de un paisano que maldecía la mala fama que el Martinico y el forastero se habían forjado a base de merodear gallineros y huertos ajenos. A

La Centella

Imagen
Tengo la costumbre, cuando el paso de los acontecimientos dejan en mí un poso diferente al que a diario acostumbra, de retirarme a leer tranquilamente y en total silencio, durante todo el tiempo que me sea posible, la copia de algún documento antiguo de esos que guardo con especial cariño en un rincón de mi casa. En otras ocasiones, echo mano de mi querido ejemplar de Los Ensayos de Montaigne, como buscando consejo, o la voz cálida de un fiel compañero. Unos y otro son los principales refugios a los que la costumbre de muchos años me lleva, cuando es el momento, a buscar la paz, el sosiego y la reflexión. Hace unos días tuve la inmensa fortuna de conocer personalmente, después de mucho tiempo, a un puñado de buenos amigos. Acompañado de La Rouge y el pequeño Iago, aquella mañana disfruté de unos maravillosos momentos, en los que se mezclaron a iguales partes la alegría del encuentro y el placer de la conversación. El tiempo se hizo corto, y eso a fe mía que es buena señal, pues

El hijo de Caroline

Imagen
De esto hace más de 150 años. Si uno se fija con detenimiento en la fotografía, y deja de lado ese algo de inquietud que producen las imágenes del pasado, terminará por preguntarse por esa figura estática que parece estar observándonos sentada ante la puerta de la casa. Pasaré a contar algo de ella. Caroline nació en Londres el 27 de septiembre de 1794, era de origen francés y pertenecía a una de tantas familias que se habían exiliado a Inglaterra durante la revolución. Su madre pertenecía a una rica familia de Champagne, y su padre, originario de aquella misma región, murió un año después, en el desembarco de Quiberon. Madre e hija regresaron a Francia en 1800, pero la primera falleció al poco, dejando a Caroline huérfana con tan sólo seis años. Los Perignon, familiares más próximos de la niña, fueron quienes se ocuparon de ella, dándole una educación acorde a una joven de su época, hasta que algunos años después, en 1819, contrajo matrimonio con un amigo de la fam

Retif le griffon

Imagen
Uno Lo único que se de ese hombre es que cualquier día, haga el tiempo que haga, se le puede ver merodear por La Isla, escribiendo con frecuencia en las piedras” -cuenta que oyó decir a una mujer con respecto a él una tarde de agosto de 1783. Parece que poco se podía entender de lo que escribía, pues al pobre Retif lo bautizaron con el sobrenombre de griffon , que procede de la palabra grifonner , garabatear, escribir de manera incomprensible. Así, hubo quien en cierta ocasión gritó: “!Que viene el griffon de la isla a escribir en las piedras, sálvese quien pueda!” . Otros mostraban más tolerancia hacia él y se limitaban a afirmar que: “Es ese pobre escritor de fechas, a quién los niños llaman griffon. Es un buen hombre”. Dos “ Fue en 1779, el 5 de noviembre, en la época de mi primera dolencia de pecho, cuando comencé a escribir sobre la piedra, en la Isla de San Luis. La primera inscripción está en la décima piedra, a la derecha del puente rojo, entrando por la parte de la Isla.