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Mostrando entradas de 2019

El día del eclipse

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Esta imagen, extraída de una de las primeras ediciones, posiblemente la de 1581, de la  "Chronographia o reportorio de los tiempos" de Jerónimo de Chaves, me ha traído a la memoria lo que contaba Jean Delumeau sobre el eclipse de agosto de 1654 en "El miedo en occidente". Sobre él transcribe el siguiente testimonio: “En ocasión de un eclipse que se produjo sobre las nueve o las diez horas de la mañana del día 12 del mes de agosto, se cometieron las mayores tonterías, no solam ente en Provenza, sino también en toda Francia, España, Italia y Alemania, tales que jamás se han oído contar otras semejantes. Habiendo hecho algunos correr el rumor de que todo el que se encontrara en el campo en el momento del eclipse, no pasaría del día, dieron ocasión a los más crédulos a estarse encerrados en sus habitaciones. Los médicos mismos autorizaron estas necedades, obligando a mantener las puertas y las ventanas cerradas, y a no tener en las habitaciones otra claridad qu

La importancia del modo en que se decora un turbante

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La exposición "Meisterwerke muhammedanischer Kunst", celebrada en Munich en 1910, marcó un punto de inflexión en la visión que tenía hasta entonces el público europeo sobre lo que era el arte islámico, liberándolo de fantasías orientalistas para ubicarlo en el lugar que le correspondía en la historia del arte y la cultura. Durante el tiempo que duró la exposición, Munich fue un hervidero de artistas, intelectuales, marchantes de arte y coleccionistas, que se acercaban hasta aquella ciudad con el objeto de ser testigos de un evento cultural que prometía ser histórico. Por allá se apareció Henri Mantisse, buscando inspiración en las obras exhibidas, a la vez que aprovechó para conocer también de cerca la Oktoberfest con un grupo de amigos. Se cuenta que fue esta misma muestra la que animó a August Macke a planear un viaje a Tunez para conocer más de cerca todo aquello. Lo realizaría cuatro años después en compañía de sus amigos Paul Klee y Louis Moilliet. Fue en la pri

Explicit novum testamentum

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Parece que esta curiosa obra titulada “Explicit novum testamentum”, fue firmada “in die apparationis domini”, el 6 de enero, de 1500 por un tal Peterus de Gemundis, monje dominico a quien se le conoce también una copia de las Sententiae de Petrus Lombardus (Basilea, 1492). Aunque una inscripción al pie del último grabado – IHENIS-, indica que estos fueron realizados en Jena (actual Alemania), es posible que Peterus redactara los textos que los acompañan en la vecina Leipzig. De hecho, quienes han estudiado la obra sugieren que pudo ser impresa en alguno de los Conventos dominicos que había en ambas localidades. Esto cuadra perfectamente con el hecho de que dicha orden tiene como principal cometido la predicación, y el “Explicit…” es una excelente herramienta tanto para memorizar como para difundir de manera comprensible el contenido de los textos que acompañan a las ilustraciones. Indagando sobre esta obra he encontrado prácticamente nada. Pero sí que he dado con refer

Tesoros e impostores

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Rembrandt, "Parábola del tesoro escondido" c.1630 Es inevitable intentar imaginar qué hubiera pensado Carlos del Peral mientras se quitaba la vida en aquella celda en la que había sido recluido por “delitos de falsedad y estafa”, si hubiera sabido que 126 años después sería rescatado del olvido para verse mezclado en una extraña historia de atribuciones artísticas y tesoros ocultos en el norte de Italia. ¿Qué hubiera pensado? Posiblemente que todo esto le importaba un carajo, pues entre los presentes no hay más que curiosos y buscadores de diferentes fortunas. Nadie que supiera quién fue realmente él. De Roma me traje la última ocasión que estuve por ahí un curioso libro titulado “Storie e segreti dal mercato dell’arte” de Simone Facchinetti, profesor de historia del arte moderno en la Universidad del Salento, la región que se encuentra en lo que llamamos el tacón de la bota italiana. En uno de sus capítulos hace referencia a su relación con los habitantes de la vi

En algún lugar de este jardín hay oculto un tesoro

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Resulta curioso el modo en que muchas veces se entrelazan diversas historias, se repiten los hechos y terminan por llevarnos a un destino que para nada hubiéramos imaginado en un principio. Este es el pensamiento que se me pasó por la cabeza cuando empecé a interesarme en la obra de un autor renacentista presuntamente desconocido, y terminé preguntándome sobre la veracidad de una historia de un tesoro escondido por un republicano español del siglo XIX… El 17 de noviembre de 2015, la casa florentina de subasta Pandolfini presentó a puja como segundo lote una tabla de 42,5 x 18,5 cm en la que se representaba un san Roque, y de la que únicamente se decía que se trataba de “Pintor lombardo-ligur de inicios del siglo XVI”. El precio de partida era de entre 5.000 y 7.000 euros. Hasta aquel momento no se tenían más noticias de aquella obra, pero a todo aquél que la ve le sorprende su factura: en especial el contraste entre el estilo moderno de la figura y ese fondo dorado que muestra

Punt e Mes

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“ La mimica degli antichi investigata nel gestire napoletano ”, es una obra editada en Nápoles en octubre de 1832, cuyo autor fue un canónigo, anticuario y etnógrafo vocacional llamado Andrea De Jorio (1769–1851). Dicen que con esta obra, su autor abrió al estudio científico eso que ahora está tan de moda en los círculos empresariales y autoayudistas, llamado “lenguaje no verbal”, es decir: la lengua de los gestos. De hecho, el autor trata en el libro las diferentes maneras de expresarse sin hablar ni escribir, es decir: a través de las manos, los gestos de la cara y los movimientos de cualquier otra parte del cuerpo. Por ejemplo, para decir NO, el autor explica que pueden levantarse las pestañas empujándolas con los ojos, o volviendo la cabeza de izquierda a derecha, o levantando la cabeza como empujándola hacia atrás; puede hacerse también sobresacando el labio inferior y levantándolo ligeramente, o apuntando los dedos debajo de la barbilla y empujándolos hacia afuera, volviendo

Rojo sobre gris

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Revisitando este fin de semana la adaptación cinematográfica de Visconti del “El gatopardo” volví a encontrarme con una escena, una imagen concreta de ella, por la que siento una especial devoción. Tanta, que hace tiempo me hice con una copia de ella que guardo como oro en paño. Transcribo lo que decía Lampedusa para inspirar después la adaptación visual a la que me refiero: “En cierta ocasión, ella fue a esconderse detrás de un enorme cuadro apoyado sobre el suelo; durante un rato «Arturo Corbera all'assedio di Antiochia» cobijó la anhelante ansiedad de la muchacha, que, sin embargo, al ser descubierta, con los labios sucios de telarañas y las manos envueltas en una capa de polvo, se dejó abrazar y demoró una eternidad en decir: «No, Tancredi, no», negativa que en realidad era una invitación porque hasta entonces él no había hecho más que contemplar con sus ojos azules el intenso verdor de los de ella.” La misma narración de Lampedusa parece apoyarse en todo momento en lo

Hijos de Saturno

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"Había oído hablar de los túneles que hay debajo de la ciudad. Tenía amigos allí. Conocí a Manny cuando bebíamos en la calle. Sabía que vivía en los túneles. Siempre se portaba bien conmigo. Me protegía, nunca se propasó. Me sentía segura con él. Era un buscavidas nacido en Alaska. Iba por los casinos para ver si había dinero olvidado en las máquinas. Se encuentran cientos de dólares porque la gente que juega normalmente está borracha y no se fija. Me dijo que podía ir a vivir con él. Tuve miedo, allí abajo todo estaba muy oscuro y era un lugar extraño. Pero me prometió que nadie me haría daño. Su chamizo estaba cerca del Flamingo, junto a las vías férreas bajo el Rio. Le pedí que fuera delante. Llevábamos linternas en la frente. Cuando llegamos vi que era una habitación normal, con estanterías, un baño pequeño tapado con una cortina y una cama de matrimonio, todo bonito y limpio. La primera vez que dormí allí aluciné. Pensé: ¿Qué estoy haciendo?. Pero me sentí a salvo, tal c

Lectura Dantis

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Hace poco leía la historia de aquél grupo de ciudadanos florentinos que en el verano de 1373, presentaron a la Signoria una singular petición en su nombre y en el de la mayor parte de los vecinos de la ciudad. Solicitaban que se contratara, a cuenta de las arcas municipales, a una persona letrada que leyera públicamente el "liber Dantis" (el libro de Dante) o "el Dante", que es como se conocía popularmente a la obra que aquél mismo año Boccaccio bautizaría definitivamente como la Divina Comedia. La petición se apoyaba en el deseo que tenían de que todos los vecinos de Florencia pudieran beneficiarse de los valores y belleza que contenía dicha obra, con independencia de si sabían leer. En la petición puntualizan que el perfil del lector debe ser el de "un hombre valioso y erudito, bien versado en el conocimiento del poema" (valens et sapiens vir in [Dantis] poesie scientia bene doctus). Este  fue el comienzo de una larga tradición de le

Parkman y Mol

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Para cuando  Francis Parkman  emprende la aventura que relata en su libro  “El Camino de Oregón” , -por aquél entonces debía tener cosa de 23 años-, el tiempo y la fortuna le habían permitido ya graduarse en Harvard, cruzar el Atlántico y dedicar cosa de un año a disfrutar de lo que entonces se llamaba el  Grand Tour . Cuentan que en Roma intentaron convertirle sin éxito al catolicismo, que en Nápoles pasó días enteros al pié del Vesubio esperando ser testigo de alguna de sus erupciones, y que cruzando los Alpes vagó perdido por entre sus nieves durante cerca de dos días, hasta que unos pastores dieron con él ya a punto de morir. Pero Parkman no era amigo de estarse quieto mucho tiempo. Al poco de su vuelta a los Estado Unidos decidió unirse a una partida de cazadores que marchaba hacía el oeste, siguiendo el Camino de Oregón. Su intención era narrar después al público norteamericano lo que había y lo que ocurría por aquellos extensos territorios vírgenes que se extendían hasta e

El Arte de dançar

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Entre los fondos de la Biblioteca Nacional de Francia, he encontrado varias ediciones de una curiosa e interesante obra titulada: "Arte de dançar. En el qual se enseñan las reglas de traer bien el cuerpo, de sacar la gorra, de hazer reverencia y acomodar la capa y espada en el baile..." Su autor, Cesar Negri (1536 - 1604), conocido como "Il Trombone", fue maestro de baile y coreógrafo en la corte de Milán, y uno de los principales autores de danzas de su época. De hecho, si c uentan que a mediados del siglo XVI Milán era la capital europea del ballet, y el ballet el rey de los divertimentos, es en cierto modo, gracias al trabajo de autores a la cabeza de los cuales estaba Negri. Su tratado sobre el baile "Le Gratie d'Amore" fue publicado en 1602, y tuvo tanto éxito que pronto le siguieron nuevas ediciones ampliadas y revisadas, bajo títulos como el de " Nuove inventioni di balli, opera vaghissima di Cesare Negri, milanese, detto il Tromb