Punt e Mes


La mimica degli antichi investigata nel gestire napoletano”, es una obra editada en Nápoles en octubre de 1832, cuyo autor fue un canónigo, anticuario y etnógrafo vocacional llamado Andrea De Jorio (1769–1851). Dicen que con esta obra, su autor abrió al estudio científico eso que ahora está tan de moda en los círculos empresariales y autoayudistas, llamado “lenguaje no verbal”, es decir: la lengua de los gestos. De hecho, el autor trata en el libro las diferentes maneras de expresarse sin hablar ni escribir, es decir: a través de las manos, los gestos de la cara y los movimientos de cualquier otra parte del cuerpo. Por ejemplo, para decir NO, el autor explica que pueden levantarse las pestañas empujándolas con los ojos, o volviendo la cabeza de izquierda a derecha, o levantando la cabeza como empujándola hacia atrás; puede hacerse también sobresacando el labio inferior y levantándolo ligeramente, o apuntando los dedos debajo de la barbilla y empujándolos hacia afuera, volviendo la espalda hacia la persona a la que se dirige la negación, y de otras muchas formas que detalla en su obra…
Sin embargo, ni siquiera el hecho de que el libro fuera dedicado al príncipe heredero de Prusia, Federico Guillermo, consiguió que alcanzara el reconocimiento, y pronto cayó en el olvido. Pronto y durante muchísimo tiempo. Exactamente hasta que el escultor, pintor y diseñador italiano Bruno Munari retomó el interés por la catalogación de los gestos en su “Supplemento al dizionario italiano” (1963) en referencia a la obra anterior de De Jorio. Este libro sigue reeditándose desde entonces continuamente, y hace pocas semanas logré hacerme con un ejemplar cuya lectura me ha llevado a tirar del hilo para dar con todas estas averiguaciones… Y es que, por ejemplo, se cuenta que la realidad del rescate llevado a cabo por Munari fue mucho más prosaico de lo que pudiera pensarse. Paso a darselo a conocer del mismo modo en que ha llegado a mí.
La de 1786 fue una fecha que debería recordarse por siempre, por ser el año en que Antonio Benedetto Carpano inventaba el vermut en su bar en Turín (Italia). Dicha bebida, que por aquel entonces era llamado Carpano, surgió de la idea de enriquecer un vino con hierbas fragantes y aromáticas. La idea tuvo tanto éxito que personas de todas clases del Piamonte se llegaban al bar de Carpano para probar la nueva bebida. Allá, don Antonio la servía según el gusto de cada uno: con vainilla para quien lo quería más dulce o con extracto de quina para quien lo prefería más amargo.
Casi cien años después, en 1870, nacía en la misma casa el “Punt e Mes”, que se diferenciaba de otros vermutes justamente por lo que refiere su nombre: "Punto y medio de amargor". La nueva denominación fue poco después consagrada por una particular costumbre de los asiduos del local de pedir el Punt e Mes con un gesto: bastaba que el cliente le hiciera una indicación levantando el pulgar (un Punt) y trazando después una línea horizontal en el aire (Mes) con la mano recta, para obtener inmediatamente la bebida deseada.
Volvemos ahora a mediados del siglo XX y al rescate de la literatura sobre el lenguaje de signos. Los herederos de don Antonio Carpano acordaron con el diseñador Bruno Munari el lanzamiento de una campaña publicitaria para dar a conocer su “Punt e Mes” en el mercado exterior a partir de los signos que se empleaban para pedirlo. Y fue esta campaña la que inspiró a Munari para dar salida a su “Supplemento al dizionario italiano”, del que hablaba antes, un libro con alrededor de cincuenta fotografías de diferentes gestos, acompañadas de un testo explicativo.
Un año después, en 1964 el periodista y escritor Luigi Barzini tomó el testigo de Bruno Munari en su libro “Gli italiani. Virtù e vizi di un Popolo”, refiriendo el trabajo de De Jorio y lamentando que aparte de ése, se haya escrito tan poco sobre el lenguaje de los gestos. Sería curiosa, o quizá malintencionada, la omisión de la obra de Munari por parte de Barnizi…
Ilustraciones extraídas del libro de De Jorio.
Desde entonces, los estudios sobre el lenguaje de señas y corporal se han convertido en parte integrante de las disciplinas de lingüística, comunicaciones y antropología, saliendo del ámbito italo-napolitano de las anteriores obras. No obstante, cada pocos años se publica algún que otro libro sobre el lenguaje gestual en Nápoles. Por dar un ejemplo, hay diccionarios que detallan lo que significa actualmente cada movimiento de mano, el giro de nudillos o inclinación de dedos. Tal es el caso de “Comme te l'aggia dicere?” (En dialecto napolitano: "¿Cómo puedo explicarte esto?") de Bruno Paura y Marina Sorge (1999). Ordena sus 138 páginas, alfabéticamente según la emoción o mensaje a que se refiere: "desprecio", "aprobación", "¡debes estar loco!", etc., todo acompañado de fotografías o dibujos.
Cuando De Jorio escribió “La mimica degli antichi” lo hizo según dijo para mostrar la continuidad entre el mundo clásico y el moderno. Mira los gestos con las manos en estos viejos jarrones, dijo, son los mismos que usamos hoy. Quizá no estemos tan lejos de ellos como pensamos, aunque parezca que corremos tanto hacia el extremo opuesto.

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