Lectura Dantis

En la petición puntualizan que el perfil del lector debe ser el de "un hombre valioso y erudito, bien versado en el conocimiento del poema" (valens et sapiens vir in [Dantis] poesie scientia bene doctus). Este fue el comienzo de una larga tradición de lectura pública de la Divina Comedia que continúa hasta hoy día, y es conocida como “Lectura Dantis”. Cosas similares se han hecho después en otros países, con lecturas públicas de obras icónicas de la cultura nacional, como es el caso aquí del Quijote. Pero su motivación ya no es evidentemente la misma.
Esto me ha venido al recuerdo mientras intentaba dar con la clave para presentar el Dante a un chaval de diez años, rebelde e inquieto, pero también dotado de una profunda sensibilidad. Lógicamente, no pretendo sumergirle en el texto completo, ni que comprenda realmente la totalidad de su contenido. Es, en cierto modo, como cuando le transmito algo de lo que llamamos historia sagrada o de mitología: mi intención es que entienda y disfrute de toda la belleza que nos rodea. Creer, o conocer más profundamente todo ello, es algo que deberá hacer él cuando llegue el momento y si le viene en gana. Yo le dejo los mimbres, y él verá lo que hace.

¿Cómo hablar de un río con unas pocas palabras e imágenes, sin dejar de ser justo y preciso, sensible e incisivo?
Y esta máxima se puede aplicar también al texto: sencillo y cercano al lector, sin perder por ello las claves fundamentales de la obra. Desgraciadamente, que yo sepa, no está traducida al castellano, y he tenido que volver a los orígenes de lo que aquí contaba, a la “Lectura Dantis”, para que el inquieto oyente entienda lo que se dice acompañando a estas magníficas ilustraciones sin perder la atención. Mi descenso a los infiernos está en el hecho de que me costó penalidades traducir, de la manera más digna, un texto en un idioma que apenas entiendo.
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