El día del eclipse


Esta imagen, extraída de una de las primeras ediciones, posiblemente la de 1581, de la "Chronographia o reportorio de los tiempos" de Jerónimo de Chaves, me ha traído a la memoria lo que contaba Jean Delumeau sobre el eclipse de agosto de 1654 en "El miedo en occidente". Sobre él transcribe el siguiente testimonio:
“En ocasión de un eclipse que se produjo sobre las nueve o las diez horas de la mañana del día 12 del mes de agosto, se cometieron las mayores tonterías, no solamente en Provenza, sino también en toda Francia, España, Italia y Alemania, tales que jamás se han oído contar otras semejantes. Habiendo hecho algunos correr el rumor de que todo el que se encontrara en el campo en el momento del eclipse, no pasaría del día, dieron ocasión a los más crédulos a estarse encerrados en sus habitaciones. Los médicos mismos autorizaron estas necedades, obligando a mantener las puertas y las ventanas cerradas, y a no tener en las habitaciones otra claridad que la de las candelas (…), y por el rumor que corría de que en ese día debía de perecer todo el mundo, jamás se vieron tantas conversiones, tantas confesiones generales y tantos actos de penitencia”
Todo este miedo, ya de por sí habitual cuando se producía un fenómeno de estas características, se veía más que incrementado por lo que se decía en un rumor que corría junto al anuncio del eclipse. Este afirmaba que unos sabios astrólogos habían calculado que al producirse el diluvio en el año 1654 antes de cristo, el fin del mundo obligatoriamente tenía que ocurrir, con una simetría perfecta, aquél 1654 de nuestra era, por lo que dicho fenómeno no era otra cosa que el inicio del cataclismo final…
Buscando más información sobre el terror global que produjo aquel eclipse, encontré bastante y muy variada información. En especial me quedé con la referencia a un libro que actualmente se encuentra en la biblioteca Chigiana de Roma, aunque perteneció a la reina Cristina de Suecia, titulado “Prediction Merveilleuse du Sieur Andreas Astrologue et Mathematician de Padoue” (1654). En él se detallaba, además de la vinculación del eclipse que iba a tener lugar aquél año con el diluvio universal, la secuencia de desgracias que se darían a consecuencia de ello. También encontré referencias al modo en que influyó en el arte, como ocurriría en la primera mitad del siglo XIX con lo de Tambora. Pero bueno, según leí a Delumeau, el contrapeso a todo esto vino de mano de un tal Jacques de Villy, jesuita, quién tres años después del eclipse narraba en “La tumba de la astrología” (1657), lo siguiente:
“… ocurrió entonces una cosa divertida en la ciudad de Lyon, porque un cura, viendo que era abrumado por sus feligreses, que en tropel pedían confesión, se vio obligado a subir al púlpito, y advertir al pueblo que no era necesario tener tanta prisa porque el arzobispo había pospuesto la solemnidad del eclipse hasta el domingo siguiente”

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