La Biblioteca Pillone

 

Lo que vemos en la imagen es una pequeña parte de la biblioteca de Odorico Pillone (1506-1594), un coleccionista de libros que vivía en Belluno, a unos cien kilómetros al norte de Venecia. El hombre mantenía la vieja costumbre de guardar su colección de libros con el lomo hacia adentro y el corte delantero hacia fuera, por lo que si quería diferenciar el contenido de unos y de otros debía identificarlos de algún modo. Aunque lo habitual en estos casos era tener escrito ahí parte del título o alguna referencia al autor, nuestro coleccionista decidió ir a lo grande, y contrató a Cesare Vecellio (1521-1601), un primo de Tiziano, para que decorara los cortes delanteros de los 172 volúmenes de su biblioteca. El resultado, o mejor dicho parte de él, lo tenemos delante.

A la derecha del todo, encontramos uno de los textos más célebres del humanismo: el “Adagiorum chiliades” (“Millares de adagios”), obra de Erasmo de Rotterdam. Este ejemplar lleva el número 96 de la biblioteca Pillone, fue impresa en Basilea en 1546 y se encuadernó en vitela, lo cual la convertía en una obra de gran valor. En la imagen de su corte delantero se representa a Erasmo mientras escribe sentado a una mesa: sobre el modo de trabajar de Vecellio nos da una pista el hecho que, para este caso, se inspirara en el retrato que hizo del humanista Hans Holbein el Joven en 1523.


Vemos también una “Historia di Ravenna” de Tommaso Tomai, editada en aquella ciudad en 1580, a la que Vecellio decoró con una representación de la torre de la iglesia de Santa Maria della Rotonda.
En el otro extremo de la imagen, con el número 60 de la biblioteca Pillone, encontramos la “Secunda secundae” de Santo Tomás de Aquino, editada en Venecia en 1479, por lo que estamos hablando de un incunable. Aquí Vecellio representa al santo de blanco, con su capilla y capucha negra como buen dominico que era. Le acompaña una única inscripción, “D. Thomas”, tanto en horizontal como en vertical.

De izquierda a derecha: Orationes de Cicerón, Venecia, 1480; Obras de Seneca, Basilea, 1537; Romana historia de Eutropio, Basilea, 1532; De Rebus gestis Alexandri Magni de Curzio Rufo, Basilea, 1545.

Se cuenta que Vecellio estaba muy interesado por el vestir no solo como moda, sino en lo que nos pueden decir sobre las particularidades de una época o lugar: mostraba la misma curiosidad por la ropa que usaban los campesinos noruegos, como por la que vestían las mujeres nobles turcas. Por ejemplo: en la copia de las obras retóricas de Cicerón que vemos junto a la obra de santo Tomás, hay un retrato del político y filósofo romano vestido con una capa de piel de armiño y un manto rojo: muy detallado sin duda, pero en el que se nota que Vecellio ha cedido al anacronismo para dejar clara la majestuosidad que asociaba a Cicerón, vistiéndolo con el atuendo del dux de Venecia.

En este retrato de Odorico Piloni lo vemos muy a propósito con un libro bajo su mano.

Algo parecido encontramos en otro incunable: una compilación impresa en 1496 de las cartas de San Jerónimo, el quinto libro desde la izquierda en la fotografía. En ella nos muestra al teólogo estudiando un texto en el desierto, desprendiéndose de una maravillosa túnica roja y con el sombrero de cardenal en el suelo.
Curiosamente, la primera mención al arte de Vecellio viene de él mismo, que la cita en su obra “De gli Habiti Antichi e Modérni di Diversi Parti di Mondo”, una especie de enciclopedia sobre la moda en el mundo. En ella refiere que Casteldardo, el nombre de la finca Pillone, contiene un maravilloso gabinete de curiosidades lleno de reliquias militares, objetos curiosos, prodigios naturales y una biblioteca de libros asombrosos, que han sido decorados de una manera extraordinaria… Lo que no dice Vecellio es que él fue el autor de aquella sorprendente obra.

Este otro retrato es obra del mismísimo Cesare Vecelli.

Según se cuenta, la iniciativa de Odorico Pillone fue continuada por su hijo, y la biblioteca se mantuvo intacta dentro de la familia durante generaciones, hasta que en 1874 fue vendida completa a Paolo Maresio Bazolle, un anticuario veneciano, quien la vendió a su vez un año después a Sir Thomas Brooke, un barón inglés, magnate textil y destacado coleccionista de libros. En total se vendieron 169 volúmenes, por lo que se supone que tres libros desaparecieron de la colección en ese momento. El resto permaneció en la colección de Brooke hasta la década de 1950, cuando sus herederos la vendieron a un librero francés llamado Pierre Berès, al que parece ser que se conocía como "el rey de los libreros franceses".
Haciendo uso de su fama como especialista bibliófilo y con el objeto de venderla al mejor precio, Berès organizó en París, entre el 18 junio y 13 julio de 1957, una exposición dedicada a la Biblioteca Pillone, para la que imprimió un catálogo completo con fotografías y un prefacio de Lionello Venturi, un conocido historiador del arte italiano. Es curioso, pero a día de hoy este mismo catálogo, que yo he encontrado en una web de venta de libros antiguos y de segunda mano, se vende a un precio que ronda los 300 euros... Otro catálogo de 1975, con un nuevo y mayor conjunto fotográfico, logró cerrar la venta de los últimos 46 ejemplares que aún eran propiedad de Berès.
Por cierto, que los dos catálogos editados por “el rey de los libreros franceses” para el análisis de las obras, constituyen la fuente de información más completa para quienes quieren conocer a fondo todo lo que tiene que ver con esta biblioteca. Y como prueba de lo decisivas que han sido ambas publicaciones, por muy recientes que parezcan, para conformar el conocimiento que tenemos a día de hoy de ella, merece la pena contar que en el catálogo se reproducía un árbol genealógico manuscrito, donde el nombre de la familia estaba incorrectamente escrito como Pillone en lugar de Piloni, cosa que ha hecho que desde entonces se mantenga el error en todos los catálogos de bibliotecas, artículos y ediciones posteriores.


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