Día 21. Pep.


Del pobre Pep se cuenta una historia que es absolutamente falsa, que le hace culpable de haber asesinado al gato del gobernador de Pennsylvania en 1924, crimen por el que fue condenado a prisión. Algo muy parecido a lo que les ocurrió a aquellos pobres animales que fueron procesados en Europa durante la Edad Media. Pero como digo, la historia no es cierta incluso viniendo de donde viene. Es más, me parece a mí que en el caso de Pep, la realidad no necesita de invenciones y artificios para ser contada tal cual fue.

El 31 de agosto de 1924, Pep fue ingresado en la Eastern State Penitentiary en Pensilvania, pero no porque cometiera otro crimen que el de haber sido regalado a la mujer del gobernador y pensar esta, quizá con la idea de desembarazarse de él, que vendría muy bien para relajar la moral de los internos. Parece ser que hubo otro perro antes que Pep en esa prisión, que fue convertido por los reclusos en su mascota y jugó, a ojos del alcaide, un papel positivo en el ánimo de todos ellos… El caso es que al pobre Pep se le hizo su propia ficha policial, que es la que se ve en la fotografía que acompaña a este texto, y un registro de entrada en el que se especificaba el crimen por el que fue encerrado: el dichoso asesinato del gato. El pobre Pep, encerrado alegremente de por vida, se me hace como un moderno San Guinefort, aquel perro al que la leyenda dice que alcanzó el martirio y la santidad, y cuyo culto perduró en algunos lugares hasta mediados del siglo XX.

El caso es que ayer me pareció escuchar en la televisión que nuestro internamiento iba prolongarse por lo menos hasta finales de este mes de abril. Un vecino en estas cosas del Facebook comentaba, haciendo broma, el efecto que está empezando a tener en nosotros este internamiento: aumento de peso, largura del pelo, barbas descuidadas, ojeras profundas, etc… Aunque está claro que los de arriba no nos van a enviar mascarillas ni esos test de coronavirus que se hacen ellos, lo que estoy viendo dentro de lo posible es que terminemos por recibir todos nosotros un letrero con su numeración, para que podamos tener nuestra propia fotografía actualizada.

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