Día 55. Un recuerdo: el paso del cometa.

William Dyce , “Pegwell Bay, Kent – Un recuerdo del 5 de Octubre de 1858”



Leo en El Heraldo de Madrid de 17 de mayo de 1910:

“En Chinchilla se ha suicidado, ahorcándose de una encina, un niño de once años. Se asegura que el motivo fue el temor a los efectos del cometa de Halley, el que, según los padres del niño, destruiría el mundo”

Las consecuencias del paso de los cometas han sido consideradas tradicionalmente como nefastas: con ellos ha de llegar la guerra, el hambre, la peste o cualquier otro castigo que la divinidad tenga la ocurrencia de lanzar contra la humanidad en castigo por sus pecados. Esto es lo que, por ejemplo, podemos encontrar que nos cuenta el Kometenbuch (El Libro de los Cometas), una obra anónima escrita posiblemente en Flandes y publicada en 1587, que pretende recopilar las diferentes interpretaciones que se habían hecho del fenómeno desde la antigüedad. Pero el análisis lo hace tendiendo hacia el aspecto anecdótico, que se refleja especialmente en las alrededor de 14 magníficas ilustraciones que acompañan al libro para mostrar gráficamente al lector las particularidades de cada cometa. Por ejemplo, si el cometa Aurora aparece sobre oriente, es señal indudable de que habrá sequía, incendios y guerra: y en la ilustración del Kometenbuch, vemos que una ciudad es devastada por las llamas, mientras los pocos supervivientes se alejan corriendo del lugar bajo el brillo amenazante de la luz de Aurora. El cometa Miles se describe como "tan grande como un caballo", y se considera que es el heraldo de la agitación de las leyes y normas sociales, de la llegada de tiempos difíciles para los monarcas: todo esto se bosqueja crípticamente con un hombre descargando su vientre bajo el mismo árbol desde el que nos observa perplejo un búho. Al cometa Veru, o Lancea, al que le veían forma de espada o lanza, lo consideraban asombroso y horrendo a la vista; y lo temían por ser enviado de Marte y Mercurio para corromper las hierbas y las frutas de las que se sustentan los animales, y por lo cual sufrirán enfermedades mortales y letales…

Aunque con lentitud, el miedo a los castigos celestes anunciados por los cometas ha ido afortunadamente desapareciendo. Leí hace poco en un artículo de la investigadora Montserrat Villar, cómo en 1858 el pintor escocés William Dyce reflejó en su obra “Pegwell Bay, Kent – Un recuerdo del 5 de Octubre de 1858”, una escena llena de significado en este sentido. En ella vemos a su familia, que pasaba con él unos días de descanso en aquel lugar de vacaciones de la Inglaterra Victoriana, paseando plácidamente por la playa mientras recogía piedras y conchas. Arriba, al fondo, el esbozo apenas perceptible del cometa Donati se aprecia en el cielo de la tarde como un elemento más del paisaje: nadie intenta leer en su paso la llegada de castigos y desgracias terribles. Únicamente pasean, recogen conchas y piedras. Disfrutan de un día junto al mar.


Aurora

Domina capillorum

Pertica orientalis und occidentalis


Scutella


Veru


Rosa.



Miles.

Gebea ou Tenaculum.


Etoiles courants

Aczime aultrement Dominis Aschone.

Argentum

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