Día 53. Nongqawuse, Bernadette y otras especies milenaristas.


Parece que caminamos hacia una nueva normalidad, a la que aseguran podremos llegar a medidos de junio. Hasta entonces nos entretendremos rompiendo poco a poco esa estricta rutina en la que habíamos vivido los dos últimos meses, saliendo por fin a la calle, volviendo a nuestras ocupaciones y empezando a evaluar por nosotros mismos los daños que ha provocado todo esto.


En abril de 1856, Nongqawuse, una joven xhosa de 15 años, y su amiga Nombanda, que tendría entonces entre 8 y 10 años de edad, fueron a espantar a los pájaros de los cultivos de su tío en los campos próximos a su poblado según algunos, o a buscar agua al rio Gxarha según otros. El caso es que cuando regresó, Nongqawuse contó a su tío y tutor Mhlakaza, el místico de la tribu, que había conocido los espíritus de tres de sus antepasados, y le habían dicho que debían destruir sus cultivos y matar a su ganado, su única fuente de riqueza y alimentación, si querían que esos mismos entes destruyeran a los colonos europeos. Después, según el mismo vaticinio, no tendrían ningún problema en recuperar animales y sembradíos exentos de las terribles epidemias y sequías que llevaban sufriendo en los últimos años.


No resultará tan extraño todo lo contado si lo enmarcamos dentro de lo que fueron las guerras Xhosa, entre éstos y los colonos europeos que estaban ocupando la actual Sudáfrica. Las guerras duraron exactamente un siglo, entre 1779 y 1879, con pequeñas intervalos de paz que permitieron numerar a cada uno de los rebrotes bélicos con un número ordinal consecutivo. La más reciente en tiempos de Nongqawuse fue la octava guerra Xhosa (1850-53) y tras ella surgió entre los vencidos un importante movimiento milenarista en el que se mezclaron las creencias tradicionales con las recién adquiridas de mano de los cristianos, que interpretó aquellas derrotas y las terribles hambrunas y sequías que estaban sufriendo en paralelo, como una señal de la llegada del juicio final. En este contexto, es fácil comprender que la visión de la joven fuera tomada en serio por los Xhosa y se dedicaran a diezmar su ganado y quemar todas sus cosechas, llegando a acabar con la vida de cerca de 400.000 cabezas. El caso es que pasó el tiempo y no ocurrió nada. Nada bueno, pues la hambruna resultante redujo la población de 105,000 a 27,000 personas, y Nongqawuse fue arrestada por los británicos y encarcelada en la isla Robben, cerca de Ciudad del Cabo. Antes, la esposa del oficial que la apresó la vistió para que un fotógrafo hiciera su retrato junto a otra supuesta profetisa llamada Nonkosi, que en la foto que acompaña a este texto posa a su derecha.


Resulta curioso, y quizá nos ayude a entender esto mejor, que lo de los movimientos milenaristas con aparición no ocurrían únicamente en remotas tribus de Sudáfrica. No pasaron ni dos años de la revelación de Nongqawuse, hablo del 11 de febrero de 1858, cuando en el sur de Francia una niña pastora dijo que se le había aparecido la virgen María, y que lo había hecho hablándole en gascón, algo en lo que no se molestaban las autoridades de aquél entonces. No hay mayor coincidencia que la casualidad, el efecto del hambre, la miseria y la necesidad de tener algo a lo que agararse en los momentos de infortunio. En caso de no verlo así, les diré que pueden descansar tranquilos, pues según he leído una noticia de hace unos años, el mediático pastor Paseka Motsoeneng aseguró que había ido al infierno y matado al diablo:


"Cuando Satanás me vio, entró en pánico y ordenó a su ejército que me matara. Como Sansón en la Biblia, los derroté, y Satanás fue mi última víctima "


Que ustedes pasen un buen día.

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