Abrigos y máscaras


Este “joven con un abrigo al hombro” es quizá una de las obras más conocidas de Mohammad Yousef, ilustrador de la Persia safávida y alumno del gran Reza Abbasi. Ambos autores pertenecieron a lo que se llamó la escuela de Isfahan, que floreció en aquel reino en tiempos de Sah Abbas I (1571–1629). Con respecto a este último se cuenta, por cierto, tanto maestro como alumno debieron tener un agudo sentido de la diplomacia, además del evidente talento, pues el tal Abbas era un tirano paranoico, tan poco de fiar que derrocó y encarceló a su propio padre, asesinó o cegó a sus tres hijos, que sobrevivieron hasta la edad adulta, y cometió terribles masacres especialmente en Georgia.
Yousef le sobrevivió, y continuó desarrollando una producción artística que le permitía sustentarse holgadamente, gracias a que sus creaciones continuaron siendo encargadas por las élites del reino, que las empleaban como obsequios o, simplemente, símbolo de estatus. Seguramente eran apreciadas porque veían en su obra un talento especial para representar estados de ánimo y emociones. Era muy apreciado también el detalle con el que trataban las vestimentas de los personajes, que parecen haberse inspirado en las costosas sedas por las que Isfahán era famosa. Pero lo que todos esperaban encontrar en su obra era la delicadeza de las figuras, especialmente de sus gestos, y ese toque particular que dejaba en ellas casi siempre en forma de extraños sombreros que cubrían a sus personajes.

Tras colocarse los carteles hacia el 12 de julio de 2020, algunos de ellos aparecieran con pintadas denunciando: ¡El comienzo de la dominación china sobre Irán!


El “joven con un abrigo al hombro” es una muestra de lo influida que estaba la producción artística persa por oriente, en especial China y la India, debido al continuo contacto cultural de aquellas civilizaciones gracias, en gran parte, a las rutas comerciales que las ponían en contacto. Y fue tal el influjo que, sin haberlo querido, siglos después iba a provocar un conflicto de interno que venía a destapar los tiras y afloja del negocio geoestratégico.
El pasado verano, la antigua Persia vivía inmersa en una oleada de rumores sobre un posible pacto Irán-China, en los que se aseguraba que los primeros iban a ceder temporalmente una parte de su territorio -la isla de Kish, en el golfo Pérsico-, al gobierno del segundo para su explotación, a cambio de sustanciosas aportaciones económicas. En medio de todo ello, y con la pandemia global como telón de fondo, el gobierno de Teheran decidió lanzar una “campaña de propaganda para promover el uso de máscaras, así como la observancia de principios higiénicos”. La idea, según se cuenta, era la de emplear elementos de la cultura tradicional iraní-persa para difundir estos mensajes, de manera que además de promover comportamientos preventivos frente al coronavirus, permitieran difundir y popularizar su patrimonio artístico. Se eligieron cuatro imágenes más o menos conocidas de la Persia safávida, entre ellas nuestro “joven con un abrigo al hombro”, se les colocó una mascarilla y al pie el lema "Yo uso una máscara". Todo un plan.
El caso es que los habitantes de la isla de Kish, que fue donde se lanzó la campaña, se encontraron una mañana con su capital y pueblos adornados con unos carteles que mostraban unas figuras de aspecto oriental cubiertas por una máscara. La sospecha de los isleños, y después del resto de Irán e incluso de los círculos de interés en el extranjero, presuponía que aquellos ojos que asomaban por encima de la máscara eran evidentemente chinos, por lo cual interpretaron que se trataba de una imagen procedente de aquel país. Además estaba la referencia a una epidemia que venía de allá, por lo que entendieron que aquellos carteles eran la pica que el gigante oriental había plantado en la paradisiaca isla como acto de toma de posesión. Durante los meses de julio y agosto ardieron las redes de aquel país, la prensa y las cancillerías, en denuncias contra semejante cesión del gobierno iraní…

Los cuatro carteles que se editaron para la campaña. El de la parte inferior inquierda además de lo de la mascarilla, promueve el uso del jabón.

Supongo que el pobre Yousef miraría sorprendido todo aquello, especialmente el modo en que habían considerado a su obra como un instrumento de conquista de una potencia extranjera, mientras pensaban en lo peligroso que es juzgar las cosas por boca de otros, sin tener claro de qué se está hablando.

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