Que su alma viva ante Osiris-Sokaris

 

Aunque no tenga directamente nada que ver, el encuentro con el rostro de Eirene, aquella por la que alguien pidió “Que su alma viva ante Osiris-Sokaris, el gran dios, señor de Abydos, para siempre", me ha traído al recuerdo una historia que leí hace unas pocas semanas.
 
Pietro della Valle pasó cerca de doce años, de 1614 a 1626, viajando por Oriente. Antes, este hijo de familia noble romana había probado fortuna cazando corsarios en las costas del norte de África, como mercader en Nápoles y otras muchas cosas que, según parece, le llevaron a la decepción y el intento de suicidio. Como remedio, un amigo suyo, un tal Mario Schipano, le aconsejó que peregrinara a Jerusalén narrando sus vivencias detalladamente en cartas que luego podrían publicar. Dicho y hecho, en 1614 el aprendiz de peregrino embarcó hacia Constantinopla donde permaneció un año estudiando turco, árabe, persa y hebreo. Sus cartas desde aquella capital ya daban muestra de su gusto por las descripciones vivaces y detalladas, y su inagotable curiosidad. Todo le interesaba. Tanto que durante los años que siguieron, Della Valle no se conformó con la ciudad santa y continuó por Egipto, el Levante, Persia hasta la costa occidental de la India.
 
En Bagdad conoció a Ma'ani, de quien dijo que había oído hablar a un conocido de su familia al salir de Alepo. Siguiendo el relato de la carta que dedica a este encuentro, ella misma le aseguró que antes de verlo había soñado con él por lo que, según le vio llegar, le entregó un membrillo, símbolo del deseo de la perfecta unión y fecundidad en Grecia y en todo el Levante desde la época clásica. Della Valle no pudo resistirse a describir a Ma'ani con detalle, explicando incluso cómo sus ojos se alargaban con kohl, que era nacida en Mardin, Turquía, de madre armenia, y “el árabe es su lengua nativa, pero también habla bien el turco, como suele hacerlo conmigo, ya que todavía sé solo un poco de árabe”. En varias de sus cartas hablaba de cuánto apreciaba su inteligencia, su buen humor y su valentía, contando que cuando su caravana fue atacada por unos bandidos, prefirió quedarse protegiendo los bultos que transportaban, en lugar de huir como hicieron algunos de sus acompañantes. Vestía a la manera siria, aunque parece que le gustaba mucho la idea de la moda italiana, y se cubría la cabeza “como lo hacen las mujeres beduinas… un efecto similar al de los velos de nuestras monjas o viudas españolas”. Según Della Valle algunas cosas de ella le parecieron un poco bárbaras, como la costumbre de llevar un aro en la nariz.
 
Al final de estas mismas cartas, fechadas los días 16 y 23 de diciembre de 1616, nuestro viajero pidió a Schipano que comenzara a ordenar toda la correspondencia que había recibido, pues esperaba que dentro de poco podrían sentarse juntos para dar los últimos retoques al futuro libro, pues pensaba regresar en breve, tan pronto como hubiera visitado Isfahán. Pero una vez más, los planes del peregrino iban a modificarse y el viaje se alargaría hasta la costa oeste de la India, a la vuelta del cual, en 1621, murió Ma'ani en Minab, cerca de Hormuz.
 
Es una pena que no exista una edición moderna en castellano de las cartas de este viajero, creo que tampoco la hay en inglés o francés, pues hasta donde he podido leer, se pierde un maravilloso relato lleno de curiosidades, vivencias, testimonios del pasado rebosantes de vida, recogidas por la mirada un ser lleno de curiosidad y de un sano escepticismo por todo lo que aprendía de segunda mano, que le llevaba a decir: "Me dijeron esto, pero no tengo forma de establecer si es cierto o no", o "Traté de averiguar más sobre esto, pero no pude encontrar a nadie cuya información pareciera confiable”. Della Valle era un ávido coleccionista de libros y antigüedades que no dejó de enviar a su corresponsal desde todos los lugares por los que pasaba. De él dicen que fue quien identificó el lugar donde se encontraba Babilonia y el primero que dio a conocer a occidente la escritura cuneiforme.
 
En una carta enviada desde El Cairo el 25 de enero de 1616, relató su visita a las Pirámides, donde realizó una exhaustiva exploración de algunos de sus pasadizos. Estaba muy interesado en adquirir una momia intacta para enviarla a Italia, cosa que no era fácil, ya que la mayor parte habían sido despojadas de todo lo que pudiera tener algún valor y luego molidas, pues se creía que el polvo resultante, llamado mummia, tenía propiedades medicinales. Visitó la necrópolis de Saqqara en las afueras de El Cairo, donde un viajero podía pagar a un grupo de saqueadores para ser guiados por las cámaras excavadas en la roca. Allí le ofrecieron un par de momias de gran belleza, habían sido robadas de su tumba tres o cuatro días antes, y estaban intactas, envueltas y cubiertas por un retrato de cuerpo entero pintado sobre lino estucado. Della Valle describió ambas en su correspondiente carta con todo detalle y supongo que poco después las enviaría a su corresponsal en Italia, pues es difícil imaginar que realizara el resto de su viaje hasta el este de la India cargando con ellas.
 
De ambas momias se sabe que estuvieron en Roma, formando parte de la colección de nuestro viajero. Hay una representación de1654 publicada por el sacerdote y erudito jesuita Athanasius Kircher (1602-1680) en el Edipo Aegypticus. La colección de antigüedades de Della Valle se vendió tras su muerte, y las dos momias desaparecieron durante décadas para encontrarse en la colección del cardenal Filippo Antonio Gualtieri a principios del siglo XVIII. Tras la muerte de este, fueron adquiridas por el barón Raymond Leplat (1664-1742) para formar parte de la colección de arte de Federico Augusto I, elector de Sajonia, alias Augusto II, rey de Polonia. En 1756, Johann J. Winckelmann (1717-1768) identificó estas dos momias, de las que parece se había olvidado el origen, como aquellas descritas por Della Valle. Desde entonces, parece que no se han movido más y permanecen en Dresde, en el Staatliche Kunstsammlungen.
 
Es de imaginar que la pérdida de memoria sobre la procedencia de Eirene tuvo algo que ver con lo que ocurrió con esta pareja comprada por el viajero Della Valle, pero a diferencia de aquellas, nadie fue capaz de recuperar el camino que había recorrido. De la que dijeron fue hija de Silvanos y Senpnoutiso, lo último que se escribió fue un maravilloso y conclusivo “Que su alma viva ante Osiris-Sokaris, el gran dios, señor de Abydos, para siempre"

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