Unos golpes ligeros en los cristales



Un fetiche absoluto encontrado por la red..., que si llega a ser en una librería de viejo, entre las páginas de un libro de barato, me volvería más loco que una caja de ranas, como dicen por Irlanda. 

Escuchen:

"Unos golpes ligeros en los cristales le hicieron volverse hacia la ventana. Había empezado a nevar otra vez. Soñoliento, contempló los copos, plateados y oscuros, cayendo oblicuamente contra los faroles. Había llegado la hora de ponerse en camino hacia el oeste. Sí, los periódicos tenían razón: nevaba en toda Irlanda. Caía nieve por todas partes en la oscura llanura central, sobre las colinas sin árboles, caía suavemente sobre el pantano cenagoso de Allen y más hacia el oeste, caía para unirse a las olas de las sombrías y rebeldes aguas del río Shannon. Caía también sobre el desolado cementerio de la colina donde estaba enterrado Michael Furey. Se posaba, espesa, sobre las cruces y lápidas torcidas, sobre los barrotes de la cancela, sobre los yermos espinos. Su alma se fue desvaneciendo poco a poco mientras oía el ruido de la nieve cayendo levemente sobre el universo y cayendo levemente también, como el descenso de su final postrero, sobre los vivos y sobre los muertos."

Es más o menos lo que dice esta última página manuscrita por James Joyce, que ya habrán conocido ustedes, en su relato "Los muertos", que se conserva en the Beinecke Rare Book and Manuscript Library de la Universidad de Yale.

¿Valioso? Lo que realmente tiene valor es lo que cuenta.

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