Ezenggileer

(Wang Zuocai, Caballos galopando en otoño)

Leí hará cosa de un año acerca de la lengua Tuva y los rasgos que en ella pueden darse de quienes la hablan allá por las tierras del corazón de Asia. A uno le entraron por el ojo las historias de todas aquellas etnias, familias, tribus o clanes de origen mongol al leer sobre los oirates o calmucos en “La rebelión de los tártaros” de Thomas de Quincey. De ello hace ya muchísimos años, y desde entonces me da por imaginar un viaje a aquellas tierras del corazón profundo de Asia al modo de los nómadas, con su característico caballo enano, la yurta y el fiel halcón. Pero como uno no está para esos trotes, y la vida le ha hecho acostumbrarse hasta la dependencia a los vicios y virtudes de las comodidades occidentales, deja de lado todo esto como meras ensoñaciones y, a modo de consuelo, recurre de vez en cuando a lecturas sobre todo lo que late en el corazón de Asia.
Ezenggileer se refiere en lengua Tuva a un tipo de canto, música o composición que evoca los ritmos pulsátiles del marchar a lomos de un caballo. La referencia es clara, y cuesta muy poco imaginar que en ello habrá mucho de improvisación, de rellenar las largas e interminables cabalgadas por las extensas llanuras de la Mongolia Interior, con cantos las más de las veces íntimos, y el único sustento del ritmo que marca el propio caballo.
El ezenggileer puede tener ritmos con diferentes cadencias, según sean la velocidad de la montura o los accidentes del terreno. A veces debemos seguirlo sin pausa, casi atropellando a una frase con la anterior; en otras ocasiones debemos conducirnos con lentitud, pereza, separando una idea de otra con grandes silencios.

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