Flaneurs


A este individuo que aparece paseándose por la plaza del Louvre de París un día cualquiera de 1892, lo vi por primera vez hace ya un tiempo en la portada de un libro: la “Fisiología del flâneur“ de Louis Huart. Me gustaba lo que se decía en él, seguramente porque soy muy dado a andar, caminar, subir montes y callejear sin rumbo, y eso es algo que se trata con gran consideración en la obra de Huart. Según afirmaba, cuando escribió su libro allá por la primera mitad del siglo XIX, el flâneur es una especie distinguida, a proteger, que en nada debía confundirse con otros personajes como el pasmarote, el mirón o el granuja, que compartían las calles con él.

Si volvemos al tipo de la foto es para contarles que se trata de Gustave Caillebotte, pintor y mecenas francés del que no les voy a descubrir nada que no sepan. Para mi que, dejando de lado el vestuario propio de la época, la escena, los gestos y todo, podrían pasar por haberse hecho hoy mismo. Es algo que siempre me ha llamado la atención de esta imagen.

El mérito como autor es de Martial Caillebotte, hermano del anterior y reconocido fotógrafo y compositor. Casi nada. Resulta llamativo que si a Gustave lo recuerdan muchos en su país por ser el mecenas que procuró que una importante cantidad de obras impresionistas se quedaran en Francia, Martial es considerado el padre de la filatelia nacional... Sin embargo, en ambos casos parece olvidarse aquello que pensaríamos perseguían ¿o no? Quizá la propia imagen en la que quedaron inmortalizados los dos, cada uno a un lado de la cámara, encierre la respuesta:

"El flâneur es el único hombre feliz que existe en la tierra, y es que aun no ha salido el caso de uno solo que se haya suicidado; y, si nunca se asoma a ese oscuro pozo, en aquellos momentos en los que le invaden ideas más tristes, es porque en lugar de pensar en tirarse de cabeza a ese interminable abismo húmedo, se consuela de inmediato escupiendo en el agua y formando círculos en su superficie. Esto le ocupa entre una hora o una hora y cuarto."

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