i Ay, pobre Yorick!
Este es un tipo que me cae simpático con solo mirarlo, y es por eso quizá que me atrevo a traerlo aquí. Su nombre es posible que no nos diga mucho, seguramente nada, pero es necesario decirlo: se trata de Pietro Coccoluto Ferrigni, conocido como Yorick. Me gusta el modo en que se nos presenta: de perfil, paseando con su sombrero, un abrigo abotonado, la mano izquierda en el bolsillo, y la derecha ocupada sosteniendo un cigarrillo. Yorick no parece muy alto, es algo grueso, tiene un poblado bigote, y lo vemos marchar pausadamente, mirando hacia adelante como sumergido en sus pensamientos. Parece alguien que va a lo suyo, o que está paseando sin rumbo por el mero placer de hacerlo.
Las pared sobre la que se destaca Yorick es también muy interesante: a la izquierda, hay algo que parecen ser dibujos infantiles, y a la derecha un texto en cursiva que dicen es la dedicatoria del autor a Yorick. Esto último es lo que dicen, que yo no lo he podido comprobar.
Pietro Coccoluto Ferrigni, Yorick, (1836-1895), fue un periodista que, en su juventud tuvo un punto aventurero que le llevó a acompañar a Garibaldi en algunas de sus aventuras. Parece que ya entonces le cogió el gusto a la crítica teatral y la literatura en general, así que cuando se cansó de la vida de sobresaltos y privaciones, decidió abandonar todo aquello para dedicarse al periodismo y la literatura, que es lo que le llevó a ganar cierta fama en la Italia de su época, pero no a deshacerse de las privaciones.
Su amigo Vittorio Corcos le dedicó en 1889 este retrato al que cariñosamente tituló Yorick.
Pietro Coccoluto Ferrigni, Yorick, (1836-1895), fue un periodista que, en su juventud tuvo un punto aventurero que le llevó a acompañar a Garibaldi en algunas de sus aventuras. Parece que ya entonces le cogió el gusto a la crítica teatral y la literatura en general, así que cuando se cansó de la vida de sobresaltos y privaciones, decidió abandonar todo aquello para dedicarse al periodismo y la literatura, que es lo que le llevó a ganar cierta fama en la Italia de su época, pero no a deshacerse de las privaciones.
Su amigo Vittorio Corcos le dedicó en 1889 este retrato al que cariñosamente tituló Yorick.
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