Rira bien qui rira le dernier


Hay algo en la escena de “El loco del pelo rojo” (Vicent Minelli, 1956), en la que un inspector de policía interroga a Gauguin acerca del tajo que se ha dado su compañero Van Gogh en la oreja, que siempre me ha obsesionado. Quizá es porque veo en ella una intencionalidad, un guiño, que no sé si es cosa mía o, simplemente, es así. Aún a riesgo de resultar extenso y pesado, paso a explicarme.
En 1930 el escritor norteamericano Irving Stone se encuentra por Europa con su esposa disfrutando de uno de esos viajes de bodas que hacían por aquél entonces los más afortunados, dedicando meses enteros a recorrer los puntos más importantes de nuestro continente. Jean, su esposa y futura editora, le anima a que haga realidad su sueño de escribir un libro sobre un pintor todavía no demasiado apreciado, pero por el que sienten una especial devoción: Van Gogh. Incluso le da algo tan valioso como el título de la obra aún no escrita: lo llamarás Lust for Life… Teniendo un título como ese, lo demás era pan comido. Jean e Irving deciden, ya que están por Francia, acercarse una temporada a la Provenza y visitar al Doctor Felix Rey en Arlés, el mismo que siendo joven, allá en el lejano 1888, había tratado al pintor tras la crisis que le había llevado a cortarse la oreja.
De estas entrevistas y de otras averiguaciones que hizo la pareja en aquél viaje salió a la luz cuatro años después, en 1934, Lust for Life, novela que aún siendo reconocida por su autor como una biografía libremente novelada, estableció la versión canónica de lo que aún conforma la imagen que se tiene de Van Gogh. Tal fue el éxito de la obra que 22 años después, en 1956, tendría su versión cinematográfica de mano de Vicente Minelli con el mismo título. Aquí, por esa especial habilidad que tenemos en reinterpretar los títulos en otros idiomas, dimos en llamarlo “El loco del pelo rojo”.
Es este proceso de documentación, extendido desde la obra literaria a la cinematográfica, el que me ha hecho pensar que se tuvieron presentes elementos muy desconocidos, detalles, de la obra de Gauguin a la hora de diseñar el story board de la película. Basta con echar mano de los cuadernos de apuntes del pintor en la época de su estancia en Arlés, un tesoro que si se revisa conociendo lo que ocurría cada uno de los días en los que tomaba sus apuntes se convierte en algo alucinante.
En las notas encontramos el rastro de lo que le ocurrió la mañana del 24 de diciembre de 1888, cuando regresa a la casa amarilla tras una bronca monumental con su colega Van Gogh y se encuentra en ella con el inspector Joseph Ornano que le interroga sobre los hechos acaecidos en la noche pasada. A Gauguin aquello no debió de hacerle demasiada gracia, y lo refleja en su cuaderno de apuntes, en los que bajo unas caricaturas del policía le hace decir a este, burlándose de su acento corso “Je souis le commissaire central!!!”. Lo curioso es que en lugar de a él, se dirige a un pavo… En un segundo dibujo se ve al comisario observando un lienzo con los brazos hacia y atrás sujetando un bastón. El comisario pregunta “vous faites de la peinture!” con esa prepotencia utilitaria de quienes desprecian las artes.
No está claro si el incluir a un pavo en la primera de las ilustraciones se debió a una broma en relación a que todo había ocurrido el día de nochebuena, o a ridiculizar aún más al comisario haciéndole hablar con un pavo… ¿Pero por qué precisamente un pavo? Parece ser que la inclusión de este pavo en la escena ha dado lugar en más de un experto en el autor a muchas conjeturas.
Es posible que la respuesta pudiera encontrarse algunos años después. Parece ser que en la lejana Tahití Gauguin todavía recordaba lo sucedido en Arlés, y rescata la caricatura que hizo del bueno del comisario Joseph Ornano para ilustrar uno de los menús que ofrecía a los invitados a su casa de la isla allá por los años de 1890. Inspector, policía y pavo, están presentes casi calcados del apunte de Arlés, pero esta vez con una nueva leyenda: “Je souis le commissaire de pólice. Amusez-vous.Mais pas de bêtises”. ¿Y el pavo?, ¿otra vez el pavo?
Parece ser que más o menos por aquella misma época, Gauguin creó una revista “Le Sourire”, y en la portada del número de diciembre de 1899 vuelve a hacer asomar de nuevo al pavo, asociándolo esta vez directamente a una expresión francesa “dindon de la farce” que se aplica para referirse a la víctima de una broma. ¿Es así como se sintió ante el suceso de Arlés con Van Gogh? Es muy posible, tanto que al pié de esta última ilustración, Gauguin el salvaje escribió:
“Rira bien qui rira le dernier”

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