El silencio de Harpócrates

(Silencio, ca. 1911. Óleo de Odilon Redon: 1840-1896. Museum of Modern Art, New York)

Odilon Redon nos presenta a Harpócrates, el dios griego del silencio y el secreto, como si estuviera envuelto en un tenue pensamiento, o asomando por el otro lado de una pequeña ventana: lo vemos con dos dedos tapándose la boca en un gesto de significado inconfundible, mientras la otra mano toca el lóbulo de la oreja como acto que sugiere una escucha profunda. ¿De qué? Es de suponer que de ese mismo silencio, y de todos esos ruidos que corren por el interior de cada persona sin que normalmente sean atendidos.


Es curioso, pero Harpócrates es la adaptación griega del niño Horus del antiguo Egipto, a quien vemos lo mismo reproduciendo el gesto de llamada al silencio, que alzado sobre un par de cocodrilos. Quizá es consciente del delicado equilibrio que le mantiene en pie sobre ellos, y pide no romperlo agitando el ánimo de aquellos animales. Se cuenta también que tanto su versión griega como latina fue en ocasiones colocada a la entrada de los templos. Pretendían advertir a los visitantes que no eran admitidos los ruidos atronadores de otros cultos: por ejemplo, aquellos con los que los sacerdotes de Hera celebraban a su diosa, o el alboroto de las bacantes cuando hacían lo propio con el buen dios Baco. El callar y escuchar se imponía ya en los cultos.


Harpocrates, dios del silencio. Vicenzo Cartari, 
Imagini delle Dei degli Antichi (Venecia, 1556).


De entonces al día en que Odilon pintó su obra, el gesto harpocrático tuvo un extenso recorrido que pasó, entre otros, por los emblemas renacentistas de Andrea Alciato, y llegó hasta lo que pudo ser una de las principales influencias del autor: el arte funerario del romanticismo. Alcanzó a Odilon y saltó por encima, para llegar a épocas aún recientes en las que las paredes de los hospitales se adornaban con la imagen de una enfermera reproduciendo el gesto de Harpócrates. Y eso es precisamente lo primero que me vino a la memoria cuando descubrí este Silencio de Odilon Redon.


Comentarios

  1. El valor del silencio contenido en un gesto que no necesita traducción aunque se trata de una señal universal con muchos y diferentes matices; desde el recogimiento y la invitación a la reflexión a la obligatoriedad de abrirse a la palabra ajena dejando que sus ecos colonicen los pensamientos propios o ese otro, más actual, que lo demanda para no perturbar a los dolientes.

    Un gesto tan simple y cuánto se puede extraer de él. Silencio harpocrático… No conocía la denominación; la recordaré.

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    1. Puede incluso llegar a ser algo más personal, refiriéndose a una actitud propia que invita a que se siga: el silencio como vía comunicativa...

      Un saludo!

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