Palhac, el peregrino


La entrada al cementerio que pertenece a la parroquia de Vielle-Louron está presidida por una curiosa talla en mármol blanco de unos 70 centímetros con un nombre inscrito, Palhac, y una fecha, 1505. Además hay representados en ella un bastón de peregrino, un libro de oraciones y una concha de Santiago. Y a todo ello le acompaña la leyenda que desde tiempos remotos parece se recoge en los archivos de aquél templo: la de que antiguamente estuvo colocada en algún lugar de aquél camposanto, en el lugar en que fue enterrado un peregrino de nombre Palhac, que pasaba por allá de regreso de Santiago. La historia del peregrino tiene visos de ser posible, pues se dice que durante mucho tiempo los caminos de los valles de Louron y Aure fueron frecuentados por muchos peregrinos que elegían regresar por Aragón, por ser un lugar donde su reconocida riqueza agrícola les permitía ganar como braceros algún dinero con el que poder mantenerse mientras continuaban su camino.


Con la proximidad de aquellos valles con Aragón tiene que ver también el hecho curioso de que esa parroquia esté dedicada a la advocación de un tal San Mercurial, un personaje que parece salido de los libros de caballerías. Por lo que se cuenta, Mercurial y su primo Calixto era dos caballeros aragoneses que allá por el siglo X cruzaron los Pirineos para defender a aquellos valles de las frecuentes razzias musulmanas que sufrían. Después de mil y un encontronazos y batallas, tanto uno como otro murieron defendiendo diferentes poblaciones, las cuales levantaron en su honor sendos templos. En este, en el de Vielle-Louron, se pueden ver aún unas curiosas pinturas del siglo XV que representan las hazañas de ambos caballeros y en especial las de Mercurial.


De todo esto, y de haber leído y curioseado sobre otras advocaciones en todos estos valles -a San Justo y San Pastor, por ejemplo-, deduzco sin otra base que lo que he podido leer y observar, que mantuvieron su paganismo hasta tiempos muy tardíos, concretamente hasta que el empuje de la invasión que llegó desde África llevó a estos lugares un caudal de fugitivos con sus nuevas creencias y costumbres.

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