Escribientes
Esta fotografía la tomé en Ankara hace cosa de tres o cuatro años. Me llamó la atención el comprobar que todavía tienen vigencia en algunos lugares ocupaciones que nosotros habíamos ya olvidado o dado por perdidas. El oficio de escribiente como lo vi aquél día, y muy parecido a como siempre lo había imaginado, tiene para mí un regusto entre dulce y amargo, como el de aquellos sobres cerrados que nos esperaban antaño en el buzón, cuando no había correo electrónico y el teléfono era algo muy caro, en ocasiones con buenas noticias y en otras con alguna desgracia. Siempre me ha parecido que este oficio, el de escribiente, requiere de una gran paciencia y de un saber escuchar y entender muy particular: algo muy dificil de encajar en sociedades como la nuestra. En ocasiones, les vi servir un vaso de té a sus cliente mientras les atienden y dialogan con ellos, conocen los motivos que les han llevado a recurrir a sus servicios y el tipo escrito que necesitan. Es muy importante conocer todos lo...