Me dedicaré a robar bancos y cantarlo luego en poemas

Hay ocasiones en las que las buenas palabras se nos administran para que entren en nuestro organismo como el más sutil de los venenos, y con la clara y única intención de quitarnos de en medio a nosotros o lo que es peor, a lo que somos. Algo así es lo que me parece que ha ocurrido a veces cuando la generosidad con la que se juzga a determinadas artistas se limita a tratarlas de musas o inspiradoras, como si ello fuera un honor que se les da. Esto se hace con personas cuyo talento ha sobrepasado al de la mayoría de sus contemporáneos y que han sido estos mismos quienes lo han pretendido anular otorgándoles el título de marras. Ustedes recuerdan a Camile Claudel, por ejemplo: lo que ella fue es lo que muchos hubieran querido ser. Y no musa precisamente.

“Me dedicaré a robar bancos y cantarlo luego en poemas”

Manifiesta una joven y soñadora Emmy Hennings (1885-1948) en “El angel Dada” de José Lázaro y Fernando Gonzalez Viña. Hay poco de provocación en estas palabras, ni siquiera debemos ver una pose en ello, condicionados por los usos tan frecuentes de nuestros días. Emmy tenía claro que su obra debía ser su vida, y su intención era llenarla de los trazos y tonalidades más vibrantes. Así la pasó actuando de pueblo en pueblo, recorriendo caminos, pidiendo limosna cuando no les llegaba con lo que ganaban actuando y durmiendo hoy en posadas y mañana al raso o bajo un puente. ¿Y el futuro?

!Qué más da!, actuamos, pasamos la gorra y seguimos.

Emmy Hennings representando a la "Araña de la verdad", 1915.
En compañía de su marido o de alguno de sus amantes, Hennings lo mismo cantaba óperas en los lugares de buena nota en los pueblos, que canciones pícaras en las más inmundas tabernas o melodías típicas danesas en las posadas. Música, hambre, prostitución y morfina, eran en aquellos tiempos los ingredientes básicos para un preparado que en el mundo de la bohemia de entonces lo mismo servía para ser considerada una apache, bohemia, expresionista y, como no: poeta.

Robles ancestrales son las almas de los cansados ancianos

Susurran la historia de una vida equivocada.

A partir de aquí, la vida de Hennings entraría en la historia. Pero no nos confundamos, el más fiel y constante de sus amantes siguió sin abandonarle durante mucho tiempo: hablo del hambre. Y con ella a su nuevo compañero, Hugo Ball, con quien el 2 de febrero de 1916 abría en Zurich las puertas del Cabaret Voltaire. No tenían dónde caerse muertos, y Europa llevaba un año horadada por la guerra, sembrada de hombres que se daban muerte, o yacían enterrados en el olvido de las trincheras. ¿Qué se podía hacer ante tamaño fracaso de la civilización y el orden existente?. Quizá una búsqueda

“De su fundamento y esencia; de la posibilidad de conmoverla, de despertarla”

Para entonces, tenían claro que “el arte es sólo una ocasión para ello, un método” que se trasladaba a todas las facetas de la vida. Algo así como hacer uso de él para desligarse de las convenciones y caos del mundo en que les había tocado en gracia. Al fin y al cabo, ¿quién pone norma a la vida de un artista nuevo?

Actuamos, pasamos la gorra y seguimos.”


El futuro atrevía a asomarse en aquél lúgubre horizonte. Y lo hacía no de la mano de una musa, sino de la de una de sus creadoras. 




Comentarios

  1. No había buscado en la red nada de Cabaret Volter. Hay unos cuantos videos por la red pero por aquellos entonces no había sonido así que supongo que son montajes posteriores. Lo que si parece ser real es una grabación de un poema que quizás si da pie varios de esos montajes que llamamos ahora perfomances. Pareciera que desde hace un siglo no se hubiera inventado nada ya.

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    1. Si usté se fija en aquellas actitudes, en el modo de crear y en todo lo que quiera meter en un etcétera, en cierto modo, para unas cuantas cosas, de un siglo aquí henos tirado para atrás... Y para muestra, la mojigatería de redes y medios cuando se trata de mostrar lo que hasta hace un tiempo se contemplaba con bastante más naturalidad.

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  2. Una mujer interesante. La creatividad también nace, a veces, de la necesidad de sobrevivir -literalmente- y esta mujer resultó ser una experta.

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    1. Son muchas las ocasiones en las que ocurre así... Lo que pasa es que no coinciden en autores que pertenecen a lo que se llama la cultura oficial y subvencionada.

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