Milagros Caturla



"En 2001 compré unos sobres llenos de negativos en un mercadillo en Barcelona. Cuando regresé a EEUU, descubrí que son fotos creadas por un fotógrafo muy talentoso. ¿Me puedes ayudar a identificar las personas en las fotos y el nombre del autor?"


Así abría hace algunos años un tal Tom Sponheim un nuevo perfil en Facebook titulado "Las Fotos Perdidas de Barcelona", en el que fue colgando poco a poco las fotografías anónimas que tanto le había sorprendido por su calidad, esperando que alguien le diera alguna pista sobre su autor.



Con el tiempo le fueron llegando noticias: el nombre de las monjas, la calle en la que fue tomada tal o cual fotografía…, pero del autor, al principio, nada de nada. Sin embargo, la colaboración de Begoña Fernández, también fotógrafa amateur y, como Sponheim, aficionada a comprar negativos en mercados de segunda mano, iba a ser decisiva. Ella fue la que dio con la pista definitiva para identificar a la autora:


"Encontré un artículo de archivo del diario La Vanguardia que anunciaba un concurso fotográfico en el año 1961 y enumeraba una serie de sitios donde los participantes podían hacer fotos. Uno de los espacios era la escuela Carmen Tronchoni. También figuraba la escuela de ballet y otros lugares que aparecen en las fotos de Tom. Para mí estaba muy claro: la persona que hizo las fotos iba a participar en aquel concurso ".



A partir de aquí, Begoña Fernández buscó el listado de ganadores del certamen, y lo encontró en los archivos de la Agrupación de Fotógrafos de Cataluña. En uno de sus boletines de 1962 aparece una de las "fotos perdidas de Barcelona": una anciana con un rosario en las manos en actitud de rezo. Su título era "Fervor" y había ganado el cuarto premio. Tenía por fin el nombre de la autora: Milagros Caturla, fotógrafa aficionada, modista, y funcionaria de la Diputación Provincial de Barcelona. Milagros falleció mientras se la buscaba. Fue en 2008 a los 88 años, sólo un poco antes de que se diera con ella. Para entonces, había perdido todos sus recuerdos víctima del Alzheimer...


Todos menos ese puñado de fotografías que la iban a devolver para todos nosotros a aquellos días de plenitud e ilusión.


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