Os escribo para distraerme del miedo


LA DILIGENCIA. Cosas de España: illustrative of Spain and the Spaniards as they are, de Wm. Pitt Byrne (1866).
Visitando el día pasado una librería de viejo de Bilbao, me encontré con la primera edición en castellano de “Dos años en España y Portugal durante la Guerra Civil, 1838-1840” del barón Charles Dembowsky, en el que se recopilan las cartas que envió el autor a distintos familiares y amigos –entre ellos, Stendhal-, durante su estancia en el país. Esta primera edición en castellano es de Espasa Calpe en 1931, tardía teniendo en cuenta que la original en francés es de 1841, y se ve algo descuidada, llena de erratas y creo que no demasiado bien traducida en algunos tramos. Pero bueno, me la llevé conmigo: el precio era más que asequible y disfruto mucho con los relatos de viajeros en la España del siglo XIX.

Como no tenía claro en qué lugar colocarlo en la cola de mis lecturas, tarea delicada donde las haya, pensé en entretenerme ojeándolo mientras regresaba a casa en el autobús y así decidirme con tranquilidad.

Abrí una página al azar:

«Ariza, 8 de febrero de 1838.

»Os escribo para distraerme del miedo. Pasamos la noche en el sitio más expuesto del camino de Madrid, porque Ariza se encuentra juntamente en el camino que recorren las partidas carlistas que mantienen las comunicaciones entre Navarra y las provincias insurrectas del bajo Aragón. Así las diligencias fueron sorprendidas aquí muchas veces, y últimamente aún sin la admirable sangre fría de una italiana que tiene a su cargo la posada, hubieran perecido varios viajeros. Advertida de que llegaba una partida de facciosos por los gritos de un correo al que asesinaban en la cocina, la valeroso Catalina logró ocultar a sus huéspedes en el granero, y se resistió a todas las amenazas del jefe de la partida que, tentando las camas calientes aún, quería a toda costa que le dijeran dónde se habían escondido los que las ocupaban. (…) Nadie se atreve a viajar con su verdadero pasaporte. Al pasar lista a los viajeros esta mañana, ninguno ha respondido por su nombre verdadero. Veíanse barbas postizas, bigotes,  afeitados  y trajes que olían a disfraz desde una legua y de que me habría reído con gusto si no hubiera presenciado las tristes despedidas de los viajeros y sus familias, porque ¿quién puede prever los peligros del camino? Figuraos que para conjurarlos no tenemos más que un miserable esbirro que, sentado en la imperial, pasa el tiempo saludando con escopetazos a las maricas y a los cuervos.

»Hemos almorzado en el Fresno, las narices metidas en los platos, sin que nadie se atreviera a pronunciar la palabra facciosos. Se les indicaba con un ellos, que todos entendían. Esta noche, gracias a Dios, estamos menos desconfiados entre nosotros. Hay hasta un oficial joven, que seducido por mi aspecto francés, o cansado de guardar tanto tiempo el incógnito, ha venido a revelarme quién era; su nombre, don Claudio, y, cosa muy delicada de decir a un desconocido como yo, que prisionero de los carlistas durante dos años, ha conseguido milagrosamente evadirse de Estella. Le he agradecido la confianza de que me daba muestras y le he preguntado  si conocía a sus compañeros de viaje.

»- Es un verdadera mascarada –me ha respondido -; el sacerdote es un capitán de carabineros, el arriero un diputado, ese majo un cura muy comprometido con los carlistas, el viajero del cupé un agente de las sociedades secretas de Madrid… »

Quizá, como dicen algunos, el bueno de Dembowsky mezclaba a partes iguales una aguda capacidad de observación, mayor y menos viciada por ese prejuicio romántico de otros viajeros más conocidos, con fantasiosos desvíos, poco creíbles, en los que nos habla de sesiones espiritistas, apariciones e incluso de unos guardias de corps que emborracharon a los frailes del cortejo fúnebre de Fernando VII, para después desvalijarlos jugando a las cartas sobre el féretro del difunto monarca. 

Por lo cierto y por lo fabulado, por ese inicio al azar con aquella carta redactada en Ariza que abría diciendo “Os escribo para distraerme del miedo”, y a pesar de lo descuidado de la edición, he recorrido con Dembowsky la España de aquellos años turbulentos sin poder desengancharme de su compañía, una vez que fui atrapado sin remedio por el relato de las penalidades de aquél grupo de viajeros.

El libro está completamente digitalizado por la BNE aquí.


Comentarios

  1. bueno digitalizadooooo a su manera
    si te lo bajas en txt una mierda, si te lo bajas en pdf 38 megas por tomo insoportable para un movil
    pero me ha enganchado esa carta

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    1. La verdad es que no lo he bajado y, por eso, no se si pesa o no, ni de la calidad del archivo en sí: en esta ocasión tengo el libro y simplemente os he enviado el enlace que he encontrado por si queríais echarle un ojo... Su lectura engancha de verdad, por lo menos a mi.

      Salud!

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