Carta a Fra Angelico

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Estoy seguro de que usted sabrá que de tanta ausencia, a uno le cuesta volver a presentarse al umbral de la puerta y contar algo que merezca la pena. Afortunadamente, Anarkasis me ha dado el pie y por lo menos sé a quién dirigirme. Le imagino pintando esas obras que a mí siempre me han parecido tan egipcias con esa luz, un sol tan presente y unos personajes que parecen querer ponerse de perfil.


- ¿Ha visto todas esas notas que dejan sobre su tumba?


- ¡Como para no verlas! Todos los días cae alguna, y parece que estuvieran dirigidas a quienes me visitan más que a mi mismo. Las leo de los labios de los que las escriben mucho antes de que podáis verlas sobre el papel. Los hay quienes incluso las fotografían, sin saber que me las ingenio para que salgan con un pequeño sfumato que aprendí de Leonardo cuando se vino por estas eternidades.


- ¿Eternidades?


- Estoy en vuestro libros, en vuestros museos, en vuestra cultura… ¿Qué otra eternidad puede buscar el creador que la de la pervivencia a través de su obra? Sobrevivir a las tempestades del tiempo asido a esa tabla, es algo que queda reservado a muy pocos ¡Echa cuentas de ello y verás! La pregunta está en el porqué, pero eso es algo que ni yo podría responderte.


Más que a Fra Angelico, mi primer recuerdo está dedicado a su Anunciación. Lo veo en la portada de un libro de religión de primero o segundo de EGB. En aquél entonces, aquello de ver ángeles y escenas sobrenaturales de ese tipo, era algo bastante común, y nos sorprendía tan poco como cualquiera de las cosas que podemos ver hoy en un telediario.


Recuerdo que era en un colegio de curas, de aquellos que usaban sotana oscura y corrían con el puño cerrado detrás de nosotros. Los días buenos se remangaban el hábito y jugaban al fútbol con los críos. Los malos repartían reglazos y puñadas por aquí y allá sin reparar en dónde paraba el golpe.


Todas las mañanas, cuando sonaba el silbato subíamos apresurados por las viejas escaleras de madera hasta los corredores que rodeaban el patio. Aquella luz, más que suya –Pater-, parecía la dura, fría y dolorosa penumbra del Caravaggio.


Empezaba un nuevo y largo día.


Así que dejo esta carta sobre el lugar en el que reposa, y celebro que su eternidad se haya cruzado, en algún momento, con tantas otras más efímeras como ha sido la mía.

Comentarios

  1. Qué bueno leerte de nuevo, Charles y además compruebo que me dejé entradas sin ver. Imperdonable lo mío. Enhebras, con la maestría que te caracteriza, una obra maestra con la nostalgia de la juventud.

    Esa sí que era una obra maestra, la juventud.

    Un abrazo.

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  2. ... y que bueno saber de tí, aunque si soy sincero, te sigo por el facebuk, aunque como ya creo que sabes, por ahí me paso muy poco. No me hago demasiado a eso. Creo que nuestra obra se esconde en nuestros recuerdos y en la manera de evocarlos. Lo es la juventud, pero también cada uno de los momentos que vivimos.
    Espero que todo vaya bien por ahí.

    Mucha salud, amigo

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  3. Si fuera Fra. Angélico, le diria: querido Charles, muchas gracias por la eternidad, suya, Sus palabras si que me ponen etierno, snif. Solo me pesa no haber dibujado unos cromos para que los cambiasen ustedes con virgenes simpaticonas y angeluyos enigmáticos como de otro mundo, para que los repasaran y observaran sus tonalidades.
    Así como para el gavilán ese que anda por la nieve,¡Que poco le queda para empezar a volar!
    Pero como soy la canalla, le deseo un feliz y próspero verano.
    Pero llegue con toda la salud. Este es mi deseo.

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  4. Querido Charles, me alegra mucho leer una nueva entrada tuya.
    Este verano me he acordado de ti cuando pasaba unos días en un pueblo de Orense y paseaba por algunos tramos del camino.
    Un abrazo.

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  5. Como dijo el de Palos: Fra Angélico, el que pintaba el cielo de rodillas.

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  6. Pues no se eternezca tanto, que aquí en cocina hicimos oído a la comanda y era cuestión de tiempo el que pusiera en marcha los fogones para apañar por lo menos un menú de campaña. Con la escuela de artistas que a usted acompaña, fijo que los cromos hubieran salido padrísimos.
    Buena vista la suya, si señor, y si no vuela, ya echa a correr por la nieve como un jabato estepario.
    Lo mismo le deseo, y que todos lo veamos. Salud para usted y los suyos.
    Salud

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  7. Se agradece el recuerdo, amigo. Por aquí también pasamos de tiempo en tiempo por el jardín de hierbas salvajes a evocar el recuerdo de dos grandes compañeros sin igual.
    Sólo por ser un motivo de reencuentro, merece la pena dedicar el tiempo juntar un par de letras.
    Salud para todos los tuyos.

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  8. Bonita imagen la del de Palos, si señora. Y se agradece enormemente el paso por este cuaderno.
    Un abrazo y mucha salud.

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