Relecturas, traducciones y flappers

Llevo  estas últimas semanas dando vueltas a algunas viejas lecturas: “El gran Gatsby” y “Fiesta”, entre otras. Dicen que la primera tiene que ver mucho con el nacimiento de la segunda. No me resulta extraño, la verdad.


Estos dos reencuentros, por ejemplo, vienen a cuento de una película y una lectura frustrada. La primera es la de Woody Allen, “Medianoche en París”, de la que me gusta todo menos el final, que me parece bastante facilón. La segunda –la lectura frustrada-, es por haber comprado un libro de Scott Fitzgerald que creo que es de reciente edición en este país: “Mi ciudad perdida”, donde se recogen una colección de ensayos más o menos autobiográficos según dice su presentación.


Pues bien, la frustración es la misma que me decidió a dejar en manos del BookCrossing, sin ni medio leerla,  una edición de Porrua del “Noventa y Tres” de Victor Hugo. Lo siento, más aún con las ganas que tenía de hincarle el ojo, pero aquello me resultaba imposible de leer: o era una traducción pésima, o tenía algo entre sus líneas que mareaba a mis entendederas.


No es ni la segunda ni la tercera vez que me ocurre con esto de las traducciones, y si con un libro con errores de imprenta siempre puedes tirar de canje, con éstos no te vale, lo cual te crea un cierto malestar lindando con el mosqueo. Un libro puede ser bueno o malo, ahí está el riesgo que corre quién se lanza a la aventura lectora, pero lo de las malas traducciones es algo que no se recoge en ninguna garantía de compra…


Me voy. Pero antes, y ya que estamos con Hemingways de primera hora y Fitzgeralds, dedico un recuerdo en forma de foto a las flappers, aquella generación tan particular de chicas del jazz, que supo romper con muchos de los tabúes que se venían arrastrando desde el siglo anterior. Fueron precisamente estos autores quienes me las dieron a conocer con su descarada forma de fumar, andar, besar en público y bailar.


Uno por su parte, harto ya de alcohol, ingeniosos diálogos,  y tugurios humeantes, cambia ya el rumbo de sus relecturas y marcha directo hacia Capri. Allí me espera la “Historia de San Michelle” de Munthe, de la que guardo también un delicioso recuerdo.

Comentarios

  1. Esta vez el lío del comentario me pasa a mí que no se publica, parece que los sistemas no se entienden entre sí :-)

    Quería decir que le tome cierta manía de juventud a Hemingway y que, tal vez, debiera abordarlo de nuevo. Sin embargo El gran Gatsby si que lo leí y guardo del mismo un buen y vago recuerdo.

    Por lo demás no sé en la medida en la que algún libro abandonado a media lectura puede haberse debido a un tema de traducción. No lo había pensado.

    Y referente a releer viejas y agradables lecturas. Me encantaría hacerlo, en especial con muchas en las que realicé anotaciones. Me vienen a la memoria un Fausto y un Rojo y Negro.

    Abrazos.

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  2. Tienes razón con Midnight, pero es algo que me pasa a menudo con las películas de Woody Allen, que parecen un poco toscas. Son "casi" como las películas que te gustaría ver.
    Un abrazo

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  3. yo vi la película con tres de mis amantes bajo la manta
    y uno de ellos aburrido, dijo,
    - Se llama Zelda como la del juego. (Charles, si no sabes de él, te queda poco, Iago se encargará de instruirte)
    Así que me levanté abrí el portatil, y zas,
    Resulta que Miyamoto eligió efectivamente este nombre de esta tortuosa chica.
    No se si Scott aguantará 300 años más, pero la chica sigue alumbrando cabezas, El propio Woody la destaca más que a los otros chicos de la generación perdida.

    Un saludo

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  4. Tuve que leer obligado para un examen de inglés "The diamond as big as the Ritz" y no tengo un recuerdo agradable. Para el mismo examen tenía que leerme "El corazón de las tinieblas" y no pude pasar de la tercera página. A lo mejor me enredo un día de estos.

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  5. No creas, todavía para poder comentarte tengo que hacerlo manualmente, pues a través de lo de wordpress no me deja. También hay que entender que soy un poco manazas en estas cosas.

    Yo por proximidad con un lugar que hacía y hace gala de su estancia, lo leí bastante de jóven pero, como suele decirse en estas ocasiones, te diré que ahora lo he revisitado con otros ojos que me dan una visión más completa (¿o compleja?) e interesante de sus textos.

    Yo, por el contrario, tengo cierta manía con la calidad de las traducciones. Supongo que dependerá de lo que una se vaya encontrando en sus lecturas...

    Si no lo has leído, creo que La Historia de San Michelle de Axel Munthe te iba a gustar.

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  6. Así es. La disfruté, pero da la sensación como de que cuando se llega a un tiempo o metraje determinado, hay que terminar; y se hace de la manera más urgente y previsible... De cualquier modo, la sigo considerando muy recomendable para, por lo menos, pasar un buen rato.

    Un abrazo

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  7. Así lo veo yo también. Tiene más luz que muchos de los perdidos. ¿Porqué?, seguramente sea a medias por el gusto del Woody, y por que realmente ella era una diva, el punto de apoyo en el que un gran autor movió su mundo y con él, el de otros muchos.

    Salud

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  8. Las lecturas obligadas nunca son recomendables. Me pasó algo parecido con Thomas Mann y "Los Buddenbrook": me quedé inapetente de cualquier obra que tuviera que ver con él por una buena temporada. Lo bueno es que, al final, la curiosidad puede con todo...

    Salud

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  9. Tiempos muy adecuados estos para leeer a Fitzgerald.

    Sobre Hemingway y Fitzgerald decía, no se si Vila-Matas o Villoro, que aquel competía para ganar y éste para perder.
    Yo, entre Zelda o Martha, no se con quién me quedaría.

    Cuantas malas traducciones me han hecho dejar un libro, otras muchas han hecho que posea un libro en diferentes traducciones; uno pensaba que había leido un libro y cuando leía otra traducción parecía leer otro o incluso aunque te haya gustado una traduccíon, sale otra y te dicen que si no has leido esta última aun no has leido el libro; y yo buscando por toda la red información sobre las mejores traducciones de autores y te vuelves loco o no encuentras nada.

    Un abrazo

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  10. Algo parecido leí hace poco del trato que tuvieron ambos. Se dice que Hemingway “vampirizó” los conocimientos de su evetual amigo, hasta el punto de que tuvo bastante influencia en la corrección de los primeros borradores de “Fiesta”. Eso sí, si hacemos caso de lo que cuenta Hemingway, de eso más bien nada, que de él sólo aprendió lo que un escritor no debía ser y que su compañía era más bien la de un cenizo autocompasivo… Hay un libro que se lee muy fácil si se tiene interés por estos personajes titulado “Hemingway contra Fitzgerald: auge y decadencia de una amistad literaria”, escrito por Scott Donaldson que cuenta muchas anécdotas que pueden ilustrar esta relación y, sobre todo, el especial y utilitario concepto que Hemingway parecía tener de la amistad.

    Me pasa igual con lo de Zelda y Martha, son muy diferentes, y como ocurre con las tríadas de las divinidades, cada una de ellas responde a un aspecto muy diferente del espíritu humano.

    También me ha ocurrido lo de coleccionar y comparar traducciones, pero pocas veces se encuentra la perfecta… Si el original está escrito en un idioma que entendemos y lo podemos comparar, hay muchas posibilidades de que no nos satisfaga en un 100%… Es el famoso “Lost in traslation” que se dice ahora.

    Con algún libro me he vuelto loco buscando por la red cual es la mejor traducción. Recuerdo haberlo hecho con la “Historia de San Michelle”, que menciona por ahí arriba, con la poesía de Leopardi -todavía no he encontrado ni en castellano, ni siquiera en francés, una traducción que me parezca medianamente aceptable-, etc… Te vuelves loco, pero en ocasiones es un ejercicio de prudencia que te ayuda a evitar que ocurran malos encuentros con traducciones de medio pelo.

    Una alegría tener a nuestros jardineros por aquí.

    Mucha salud

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