Marie Solitude
- Se llamaba “Le Mont Saint-Michel” y navegaba hacia América. No se a dónde exactamente, ni con quién iba yo. Sólo que la misma noche del naufragio me encontraron en la orilla norte de l’íle de la comtesse.
- Te encontró el abuelo...
- Sí, el abuelo… Fue la primera cara que ví cuando desperté de aquél extraño sueño. Me cogió entre sus brazos, y dirigiéndome unas palabras tranquilizadoras que entonces no entendía, me llevó a su casa junto a la abuela y mis hermanos.
- ¿Y nadie pudo dar razón de la lengua que hablabas?
- Nadie, ni siquiera el maestro…
Marie colocó, como hacía todas las semanas, una postal en la orilla del mar, sujeta por una pequeña piedra para que no se la llevara el primer golpe de brisa.
- ¿Entonces, mamá, no recuerdas nada de lo que hubo antes?
- Nada.
- ¿Ni siquiera una imagen, un sonido… algo?
- De todo aquello creo que sólo conservo una sensación.
- ¿Cuál?
Las primeras aguas de la tarde rebasaron la orilla, volcando sobre sí misma aquella postal cubierta de sales y espumas, donde una hermosa y cuidada letra decía:
“Estoy aquí”
Marie
¡Qué hermoso, mi buen Charles!
ResponderEliminarCuriosamente ayer, al contrario que en el relato tuve una sensación de recordar algo que estaba muy en el fondo de mi memoria.
ResponderEliminarSu parte de nuevo comienzo y la enigmática postal. El mismo nombre de la entrada alienta el pensamiento.
ResponderEliminarGracias.
Gracias, querida Freia. Con el susto que nos dio el blospot tuve que reescribirlo todo y no se si quedó algo por el camino, olvidado como la memoria de Marie. Espero poder dedicar mañana el tiempo que se merece a tu escrito y poder decir algo.
ResponderEliminarEse tipo de recuerdos nos dan más de una sorpresa, Salamandra. Bienvenidos sean los recuerdo, aunque a veces vengan revestidos de nostalgia.
Graciasa ti, Goathemala, la idea la tenía guardada en el tintero como réplica a la historia de Cicerón de Onara.
Gracias por estar ahí queridos amigos.
Salud
con menos se han escrito guiones de cine, y novelones de cuidado
ResponderEliminarExtremadamente sugerente, tiene enganche, si señor
Preciosa evocación, tan sencilla, tan escueta, donde se resume toda una vida. Maravilloso, charles. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarSe agradece el cumplido, Anarkasis, ya he pensado en darle una vuelta más a la tuerca, si la historia lo permite.
ResponderEliminarGracias Isabel, estoy procurando no abrumar, ni aburrir a los que me visitáis con largos y tediosos textos, aunque esa sea mi tendencia habitual cuando me pongo a escribir.
Gracias por vuestra visita y palabras.
Salud
Para cuándo otra amigo?
ResponderEliminarUn abrazo.