Hoja de avisos
Con la nostalgia de los días pasados en St Jean de Cole vivaqueando todavía en mi memoria, comienzo a rehacer lo que va a ser mi vida en los próximos meses, seguramente hasta el verano. Imagino que llegaré como me ocurre habitualmente: dejándolo todo o terminado apresuradamente, u olvidado para marchar (huyendo del caos) de vacaciones.
Tengo la costumbre de inaugurar el año laboral colocando un nuevo calendario en la pared de mi puesto de trabajo. Así lo llevo haciendo desde hace tiempo. Este año le ha tocado a uno de National Geographic que reproduce en cada mes una cumbre montañosa, de esas perdidas en lo más remoto de las alturas, que parecen querer ser olvidadas y guardar su eternidad entre el silbo de los vientos y el brillo cegador del sol. Quizá sea el influjo de esa nostalgia de la que hablo, pero creo ver en mi elección de este año algo más que una casualidad.
Dicen que va a nevar a partir de mañana o pasado. Teniendo en cuenta que el 8 de enero de 2009, víspera del nacimiento de mi hijo, cayó una gran nevada sobre esta ciudad, sería una agradable coincidencia que volviera a hacerlo.
Parece que han esperado a que pase lo peor de las navidades para darme una noticia muy oportuna. Esas fiebres y malestares que me vienen molestando de un tiempo acá, son producidas por una colección de piedras que deben estar descansando plácidamente en mi vesícula. Solucción: muerto el perro, muerta la rabia; o dicho de otra manera, extraer el órgano en cuestión. “Así –pensé durante unos instantes-, es médico cualquiera”. En cualquier caso, buscaré una segunda opinión… Quizá sea porque el dueño de la primera, pretende que borre de mi dieta todas aquellas viandas y caldos que hasta el día de hoy eran parte importante de todos esos placeres de los que uno disfrutaba como un monje.
Por fin ha salido a la venta el libro. Les ha costado un poco, pero ya se puede encontrar en algunas librerías. Para celebrarlo, y también para que quién lea esto se haga una idea de lo que contienen sus páginas, van a continuación las dos primeras.
“Qui n’a pas l’esprit de son âge
De son âge a tout le malheur”
–Voltaire–
Poco podía imaginar Armando Pignatelli a lo largo de su vida que habría de dar con sus huesos en las cárceles de Zaragoza, y que cuando saliera de ellas sería para morir entre la locura, el dolor y la nostalgia. Él, uno de los aristócratas más poderosos de Europa y personaje solicitado en las reuniones de la buena sociedad del París napoleónico, luchaba en la soledad de su celda con el terrible mal que desde hacía decenios venía diezmando a su familia.
Lejos estaban aquellas cartas de Voltaire felicitando a sus padres por su nacimiento, o el cortante discurso de Rousseau en la visita que hizo a la casa de sus abuelos, los Egmont, para leer en público por primera vez el borrador de sus Confesiones. ¿Qué quedaba de todo aquello en esas primeras semanas de 1809?: apenas un hilo de vida que iba consumiéndose, a la par que ahí fuera lo hacía el ánimo de los zaragozanos en su resistencia al segundo sitio que habían puesto las tropas napoleónicas.
A Armando Pignatelli de Aragón, los libros de Historia suelen dedicarle –en las contadas veces que lo hacen–, unas escasas líneas retratándolo como un magnate afrancesado cuya principal ocupación consistía en perseguir a las bailarinas del Teatro de la Ópera de París. Esta caracterización, que no es la carta de presentación más favorable para abrirse un hueco en la historiografía, le ha mantenido ignorado respecto al análisis de los trascendentales acontecimientos en que, unas veces por propia iniciativa, y otras muy a su pesar, se vio envuelto.
La vida de Armando Pignatelli, Conde de Fuentes y Egmont, y, sobre todo, las dramáticas circunstancias por las que ha pasado a la Historia, difícilmente podrían ser entendidas sin conocer antes el amplio círculo que entre España, Francia e Inglaterra, abrió su abuelo y que sería decisivo para el devenir familiar durante los reinados de Carlos III y Carlos IV. Todo ello tuvo lugar, en gran medida, gracias a una acertada estrategia de alianzas políticas con el Conde de Aranda y su Partido Aragonés, que le llevaron directamente a primera línea de la diplomacia; y se complementó con una alianza matrimonial con la rama francesa del clan, los poderosos Egmont, convertirá a Francia en un poderoso foco de atracción para la Casa de Fuentes. Circunstancia que ejercerá una influencia particularmente intensa sobre Armando Pignatelli.
Los tiempos revolucionarios lo fueron de exilio y confiscaciones para los Pignatelli, que sólo retornaron a Francia con el ascenso fulgurante de Napoleón. Entonces brillará más alta que nunca la estrella de la Casa de Fuentes en la sociedad napoleónica, verdadero punto de contacto entre las antiguas aristocracias ilustradas y los meritócratas surgidos de los campos de batalla y los negocios bancarios, un mundo a caballo entre lo épico y lo pragmático, entre las antiguas maneras y los nuevos modos que anticipan el Romanticismo.
Hay algo de ese prerromanticismo en nuestro personaje, una actitud fatalista, nostálgica, que se verá decisivamente marcada por el estallido de la Guerra de la Independencia. Éste será el comienzo del fin del vendaval bonapartista, al tiempo que cortará de raíz la pujanza, tan pacientemente edificada a lo largo de décadas, de los Pignatelli.
También lo venden algunas librerías por internet, aunque sólo voy a señalar las que respetan el material que venden y a sus autores. De los otros, de los que mercadean con los libros como si fueran sacos de piedras, quizá hable en una futura anotación, pues de ello hemos aprendido algo estas últimas semanas.
http://www.marcialpons.es/fichalibro.php?id=100862112
Es lo inquietante de la cirugía, algo se estropea y se quita sin más consideración. Caso extremo el de un catedrático de otorrinolaringología que decía que en el cuello son imprescindibles la columna, una yugular y una carótida, todo lo demás se podía quitar.
ResponderEliminarLo de la segunda opinión va a ser cosa de poco, una ecografía y decidir.
Felicidades por el libro.
También tengo problemas perseverantes de salud en estos días, espero que no me sajen.
ResponderEliminarTambién que lo de la vesícula no lleve demasiados quebraderos de cabeza.
Como no recordar el día 9 de enero del pasado año. He pensado estos días en tu criatura, por las fechas, por la nieve. Un añito ya.
Gracias por los datos para adquirir el libro. Me da una gran ilusión hacerlo, apenas me haga con uno y pueda leerlo te cuento.
Un abrazo y a mejorarnos.
Querido Charles.
ResponderEliminarPor orden de prioridades:
Libro
¡Enhorabuena! Me iré a buscarlo por Madrid en cuanto deje de nevar. Prometo crítica "durísima" al terminarlo ;-p
Vesícula
Si la tienes llena de piedras, yo creo que van a coincidir todos los expertos. Mejor operar porque te puede montar una gorda a la que te descuides. A mí se me quedó una piedra atascada en el conducto biliar y casi no la cuento. Y créeme, se puede comer de todo sin ella. No temas por eso. Yo sigo yendo a tu Donosti una vez al año y el hueco de la vesícula todavía no ha dicho ni mú ni se ha quejado. Al contrario, más sitio.
Confío en que las cumbres de NG te ayuden a llegar a las vacaciones de junio.
Un beso en casa para tu mujer y para el ya no tan pequeño Iago.
Y de nuevo, felicidades por ese otro hijo de papel.
Un abrazo, Charles.
Creo que sí nevará como la víspera del nacimiento de tu hijo. Me he tomado nota de los datos del libro para pedirlo. Me alegra saber que por fin está ya en circulación. ¡Cuánto cuesta...! Un abrazo muy fuerte y felicidades a tí por el libro y a tu hijo por el primer año de vida.
ResponderEliminarAh, y cuídate esas dichosas piedras... no vayan a producir un derrumbamiento general.
ResponderEliminarme das que pensar, con la distribución de tu libro, ...unmmmh no eres el primero que escucho, y en tu caso leo, quejas,...tendría que pensar algo, ummmh,.. y, no dejes que la vesícula te joda, jódela tu antes.
ResponderEliminarLa verdad, querido Salamandra, es que al final únicamente se trata de eso, de tomar una decisión. Lo de pedir más opiniones no se si es cosa de confirmar lo que me han dicho ya, o mantener la esperanza de que uno va a oír lo que espera... De cualquier manera tarde o temprano habrá que hacerlo, así que lo mejor será lo antes posible.
ResponderEliminarEspero, estimado Goathemala que esa enfermedad que temes te saje no lo haga, y que no sea nada grave... Por supuesto que muchas gracias por el maravilloso detalle de acordarte del pequeño Iago ahora que llega su cumpleaños, y por tu interés por el libro.
!Ay, Freia, espero que tengas algo de piedad con este pobre juntaletras al criticar el libro! ;-)
Te agradezco tus palabras de ánimo con respecto a lo de la vesícula. Parece mentira cómo funcionamos, pero más allá de las cosas del quirófano, lo que realmente me preocupaba es que me hicieran cerrar el paso a todas esas delicias gastronómicas que tanto aprecio.
Efectivamente, espero que esas cumbres me hagan llegar mas suavemente al verano, y que en éste que cuando llegue podamos tomarnos ese café que quedó pendiente en tu última visita a mi tierra.
Besos también para tí del pequeño Iago y Larouge, su orgullosa madre.
A toro pasado, querida Isabel, puedo decirte que ha habido un poco de mala suerte: ha nevado a pocos kilómetros de aquí, pero en esta ciudad, nada de nada... No importa, todavía puede que ocurra mañana, el mismo día de su cumpleaños. Gracias por tu interés por mi libro. Espero que no te defraude.
Mas que con la distribución, que es un mal endémico en ese mundillo, de lo que me quejo es de otra cosa que tiene que ver con el diferente interés que se tiene en defender los derechos de un autor según el interesado sea éste o aquél. Me refiero, querido Anarkasis, a que si se te ocurre cantar una del Ramoncín mientras friegas la escalera, te empuran de oficio; pero si te cascas dos años investigando para escribir un libro, costeándotelo tú todo, y a determinados catalogadores se les ocurre inscribir la obra con un campo de autor erróneo o falso... haces lo que dijo Herodes. De estas cosas pasan absolutamente la SGAE, la tía Sindescargas y demás amantes de la defensa de los derechos de autor. Vamos, que estamos en lo de siempre: o coincidimos en algún "fotocall" o no eres nadie.
Salud y muchas gracias por vuestra visita y palabras.
P.S.: Está claro que no hay que perder la esperanza. Al poco de escribir lo anterior, se ha puesto a nevar.
ResponderEliminarSe me ocurre querido Charles que ambas cosas tienen algo en común, porque lo que se publica es algo así como una lenta concreción calcárea que se va produciendo lentamente y que en algún momento hay que expulsar . Luego queda uno ligero y aliviado.
ResponderEliminarFelicidades para todos.
Tienes razón, Vere, en cierta manera existe esa coincidencia. De todas las maneras, si te digo la verdad, hubiera preferido alguna más cómoda, !juas!
ResponderEliminarMuchas gracias por tu visita querido amigo.
Sigo esperando tu regreso... Un abrazo.
ResponderEliminar¡¡¡Enhorabuena!!!¡¡¡Felicidades Ignacio!!!
ResponderEliminarHasta hoy no había venido por tu blog y llevo dos horas leyendo y leyendo en torno a él y a sus autores. Sobre el Accésit con Diploma que en el 2008 recibió el libro del Premio Literario "Los sitios de Zaragoza", y, de las peripecias que os han supuesto las correcciones y preparativos de la publicación...
De todo ello me enteré, en parte gracias al SIMPATIQUISIMO "Jayel", que acabo de conocer en "El café del foro", y que comparte contigo los éxitos del libro, que, dicho de paso, voy a adquirir de inmediato porque estoy deseando leerlo.
¡Y todo es empezar! como cuenta "Jayel", la propia investigación sobre el Conde de Fuentes os ha permitido encontrar nuevos y curiosos personajes que quizá han empezado ya a poblar vuestra imaginación y deseos de convertirlos en protagonistas de una segunda obra. ¡A por ella!
Me alegra el haber presentido siempre, a través de las páginas de tu blog, que en ti latía un excelente escritor y así te lo hice saber muchas veces en mis comentarios, animándote a publicar. ¡No me equivoque! Aunque no estoy a tu altura, admiro y aprecio la calidad.
En cuanto a lo de la vesícula espero que todo vaya bien. Yo tengo una "joyería" en la mía y debería estar operada pero no lo hice en su momento y estoy pensando en retomar la idea porque es verdaderamente un riesgo el dejarlo. Ya me ha dado algún aviso.
Bueno, repito la enhorabuena.
2010 es un año redondo para tí. Tu hijo tiene ya un año y su celebración coincidió con el regalo de tu libro.
Un abrazo muy fuerte.
Gracias por tu interés, Isabel, procuraré regresar pronto.
ResponderEliminarEstimada Chela: puedes imaginar la ilusión que me han hecho tus palabras. También me lo ha hecho comprobar el interés con que te has tomado eso de investigar más sobre nuestro libro hasta dar con el otro autor y parte de la historia que hay detrás de él. La verdad es que, una vez terminado, a uno no lo queda claro que es más interesante: si lo que se cuenta en el libro, o el emocionante proceso de búsqueda, investigación, debate y redacción que hay tras de él... De cualquier manera, si te aventuras a leerlo, me gustaría conocer tu sincera opinión sobre el mismo.
Muchas gracias de nuevo, queridas amigas.
Salud
Esperamos tus noticias, a ver como estás... Bueno, soy nueva aquí, me alegra haberte encontrado.Esa imagen de la casona de piedra me rechifla, si me das tu permiso, la voy a copiar a ver si me inspiro para pintarla. Un abrazo y que estés bien.
ResponderEliminarDe vuelta: felicitaciones por el libro. Mucho éxito.
ResponderEliminarPor supuesto que no hay ningún inconveniente en que la uses Rosa María. Fíjate que hay un dibujo de la misma casa en el artículo anterior, titulado "un regreso".
ResponderEliminarMuchas gracias por tu visita y tus palabras.
Un abrazo