En el centro del mundo

cae, justo,
en el centro del mundo.
(Octavio Paz, Niño y trompo)
En ocasiones, cuando uno siente en su ánimo el pesado aliento del destino, busca refugio en los recuerdos más lejanos, en aquellos en los que la inocencia caminaba de la mano de la esperanza, y el tiempo era lo suficientemente generoso con nosotros como para permitirnos disfrutar del baile de una perinola:
pon una
pon dos
toma una
toma dos
toma todo
todos ponen
y nuestros ojos vigilaban atentos la espontánea danza de lo que está por llegar, desde aquél lugar, en el centro del mundo.
¡Qué recuerdos!. Yo tuve una pirindola (así la llamábamos nosotros) que durante una época fue uno de los juegos que realizábamos cuando llovía y no nos dejaban salir de casa.
ResponderEliminarEra fácil entonces enfrentarse al futuro pues la pirindola terminado su baile nos decía exactamente cual era nuestra suerte.
Lejana la niñez, la pirindola de la vida con sus giros apresurados nos obliga a decidir por nosotros mismos nuestro destino.
las pirindolas eran como los pavos reales de los trompos,
ResponderEliminarte hipnotizaban mirándolas,
aunque no servían para nada,
no podías picar-chapas
ni subirla a la mano,
ni guardarla en el bolsillo,
bueno sí,
¡Podías sacarla para que alguien que no te hacía caso, volviera despectivamente la cabeza y te dijera,
- ¿es tuya?, ¿me la dejas?
En la edad adulta perdemos ese lugar de centralidad. Maravillosa niñez, cuando toda la vida está aún por delante, inmaculada, hermosa, como si no la hubiéramos estrenado todavía. Pero sí, ya está dentro de nosotros.
ResponderEliminarBesos, querido amigo.
Charles, el tiempo lo quisiéramos detener, y volver a la niñez
ResponderEliminarLa perinola que nos enseñas en un como trompito, abrir los ojos para esta atentos
Ufsss que gratos recuerdos
Un abrazo
Sí a mi me gustaban las peonzas pero en especial me acuerdo de un arco que me fabriqué con madera de olivo y al que oportunamente coloqué la tensa cuerda de una raqueta de tenis. Era mi amigo, mi centro del mundo. Me internaba solitario por los olivares de Jaén como por la jungla y siempre tenía provisiones de ciervos y mataba leones y osos.
ResponderEliminarTodavía lo guardo como mi totem de inocencia e imaginación.
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Saludos.
"Todos ponen" sus comentarios.
ResponderEliminarQuerido Charles. ¡Que alegría que estés de nuevo en la blogosfera!. Aunque a mi casi se me pasa septiembre sin visitarte.Hoy te he ido encontrando por los blogs que visitaba y que estoy retomando pues yo hice también mi "intermedio" en agosto y parte de este mes pues he prolongado mi estancia en un apartamento en la playa ya que este mes hace mejor tiempo que el anterior.
Como Leodegundia, mis hermanos y yo también jubabamos con la perinola (la conservo)e igualmente le llamabamos la pirindola. Había demasiadas tardes de lluvia e inviernos que no se si entonces lo eran pero, al menos a mi, me parecian largisimos.
Se me paso la oportunidad de participar en el jueguecito del post anterior que ha estado muy entretenido, ¡pero una vez conocida la respuesta!...
Bueno, me alegra muchisimo poder volver a leer tus posts.
Un saludo cariñoso.
Mmm.. em mi epoca no habia ya de eso.. ;) Aunque siempre nos quedaban las canicas, o las chapas..
ResponderEliminarla ilustración es preciosa
ResponderEliminarBesos!
Gracias a todos por vuestra visita que anima bastante a seguir adelante. Sobre todo cuando a uno le pesan aún los dos meses de silencio, se ve casi incapaz de articular palabras sobre el papel de este cuaderno y le tienta la idea de cerrarlo definitivamente. Afortunadamente esto es como un afecto, y como llega se va.
ResponderEliminarPor cierto, Chela, que te he añadido a mi lista de enlaces. Espero que no te importe.
Salud
Cuando el tiempo pesa tanto, hay que darle otra vuelta a la pirinola, que la ruleta tiene tres posiciones: reino, reiné y reinaré... en juegos de azar se nos pasa la vida, viviéndola.
ResponderEliminarV V
Bendita edad en que somos el centro del universo
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