No te conoce nadie. No. Pero yo te canto.

1888 fue el año en el que los viajeros del tren mixto de Badajoz vieron por la ventanilla de sus vagones, poco después de pasar Caracuel, el cadáver de una joven de 14 años colgado de un poste telegráfico. Fue una mañana del sábado 29 de septiembre, fría y ventosa a juzgar por lo que dicen los periódicos, y aquél pobre cadáver pendulaba gélido y silencioso ante la aterrorizada mirada de los ocupantes del mixto de Badajoz. Cuando terminaba aquél mismo día, en otro lugar, en el East End londinense, el agente Louis Robinson encuentra a una mujer tambaleándose por la calle. Es tal su estado de embriaguez que decide llevársela a la cercana comisaría de Bishopgate para que duerma la mona en una de las celdas. La conoce de vista, es una de las muchas prostitutas que merodean por el barrio, y no ve prudente dejarla a su suerte aquellos días en los que no parecían cesar los crímenes del destripador. Catherine Eddowes , de 46 años, permaneció encerrada en una celda hasta la 1 de ...