Allá por el verano del año 1826, el Almirante venezolano José Prudencio Padilla mandó enviar a treinta hombres de la policía costera a la isla de Aruba, muy cerca de Maracaibo, para que cumplieran una importante misión. Había sabido, por las declaraciones de un pirata recién apresado a quien se conocía como “Congo”, que en un lugar remoto de ella, al que se llama Cerrito Colorado, se encontraba la principal guarida del terrible pirata Muñoz. Siguiendo las indicaciones del prisionero, el retén de la policía costera entró a una cueva donde encontraron numerosos restos de velas de barcos, una larga cadena con argollas, un altar con flores y diversos artículos religiosos. Pero del pirata, su amante o el fabuloso tesoro que todo el mundo decía que ocultaba en aquél lugar, nada. ¿Dónde habían ido a parar Domingo Muñoz y Wanda? Congo conoció a Wanda cerca de diez años atrás en los Estados Unidos, cuando su amo, el mercader español Pedro Cires, la entró en su casa por primera vez, para e...