¿Quién no ha soñado con vivir en Brigadoom?
Hay ocasiones en las que se puede
llegar a convertir lo que era ficticio en algo tan real como nosotros mismos.
Basta con un poco de voluntad o, mejor dicho, de interés, casualidad y mucho
pragmatismo. ¿Qué no? Veamos lo que pasó
con Agloe.
Todo empezó cuando leía hace unas
semanas en el “Atles de Micronations”
de Graziano Graziani, la historia de GarbagePatch State, reconocido por la Unesco como estado federal desde el 11 de
abril de 2013. Todo esto no pasaría de ser la noticia del nacimiento de una
nueva entidad política, si no fuera por el hecho de que la tal no es otra cosa
que la unión de cinco islas repartidas por los diferentes océanos del mundo,
que ocupa una superficie total de 16 millones de km2, y que ha nacido no por una explosión
volcánica, si no por la acumulación de residuos, especialmente de plástico, en
dichos océanos. El reconocimiento de este nuevo estado por parte de la Unesco
forma parte de una iniciativa que, con el nombre de Wasteland, pretendía
denunciar los modelos de comportamiento de la sociedad actual.
Pero volvamos a la idea inicial.
Abundando en lo que había leído en aquél libro, me encontré con lo que cuento a
continuación. En 1930 comenzó a aparecer en los mapas de carreteras del estado
de Nueva York que publicaba la compañía ESSO, una pequeña ciudad que respondía
al nombre de Agloe. Según se lee en ellos, se halla cerca de un cruce que hay
entre la NY 206 y la Morton Hill Road, al norte de Roscoe. El problema está en
que si alguien sentía curiosidad por conocer ese pueblo que veía en su mapa, se
iba a encontrar con la inesperada sorpresa de que no estaba: parecía haberse
esfumando, como si se tratara de un nuevo Brigadoon…
¿Qué tipo de magia era aquella?
La respuesta es sencilla: la de los derechos de autor. No se trata pues de un
desliz poético del cartógrafo de turno que quiso fundar, siquiera sobre el
papel, una ciudad imaginaria en la que recrear vaya usted a saberse qué
fantasías… La idea del desliz creativo no se me hacía extraña. Recordaba haber
leído hace unos años en “El cartógrafo de Lisboa”, novela de Érik Orsenna, fabulaciones
de este tipo que reflejaban en su trabajo, ya en tiempos del renacimiento, las
gentes de aquél noble oficio.
Pero en este caso se trataba de una
trampa pura y dura, creada por la compañía ESSO para detectar a una serie de
plagiarios que tenían conocimiento de que hacían uso de su trabajo para editar
sus propios mapas… Éste truco debe tener un uso más frecuente de lo que podemos
imaginar a la vista de casos parecidos, como por ejemplo el de un Argleton,
supuesto poblado inglés creado con la misma intención por Google Maps; e
incluso pueden encontrarse calles y caminos creados con la misma intención: Moat Lane y Lye Close en Inglaterra, Kemp
Avenue en Canadá, por decir sólo unos pocos. Todo esto pasa también a otros
campos de la creación y la documentación, como es este de la escritura, y ahí
los hay que cuelan un dato falso o erróneo, y casi imperceptible, que da cuenta
del manantial del que se han llevado las aguas.
El caso es que la trampa estaba
puesta: una ciudad inexistente, bautizada con el nombre de Agloe. Sus dos
creadores Otto G. Lindberg y Ernest Alpers, esperaron a detectar en alguno de
los mapas de las empresas de la competencia el rastro de su criatura…
¿Picarían?
Pues sí, a medidados de los años 50, Rand McNally publicó un plano de carreteras de la región en el que aparecía la tal Agloe, ubicada exactamente en el mismo lugar que lo hacía el plano de la ESSO. Tenían al imitador y lo llevaron a juicio dispuestos a darle su merecido… Por lo menos a intentarlo. Con lo que no contaban es con que poco antes, a principios de aquella década, un vecino de las inmediaciones de Roscoe había decidido abrir un almacén en la carretera al norte de aquella ciudad. Consultando un mapa que tenía a mano, el de la compañía ESSO, advirtió que a aquella zona debía de llamársele Agloe, por lo que decidió no complicarse la vida y bautizar a su negocio tal cual: "Agloe General Store"… En consecuencia, McNally se defendió diciendo que no había cometido ningún plagio, ya que su mapa hacía referencia al nuevo almacén que se había abierto en aquél lugar…
La denuncia fue desestimada, el plagio no considerado como tal, y la imaginaria Agloe convertida en un lugar real, presente ya en muchos mapas convertida en cuna y hogar de nuevas generaciones de vecinos… Pocas veces se puede decir que uno vive o ha nacido en un lugar surgido de la imaginación de dos cartógrafos, pero al fin y al cabo, ¿Quién no ha soñado con vivir en Brigadoom?
Pues sí, a medidados de los años 50, Rand McNally publicó un plano de carreteras de la región en el que aparecía la tal Agloe, ubicada exactamente en el mismo lugar que lo hacía el plano de la ESSO. Tenían al imitador y lo llevaron a juicio dispuestos a darle su merecido… Por lo menos a intentarlo. Con lo que no contaban es con que poco antes, a principios de aquella década, un vecino de las inmediaciones de Roscoe había decidido abrir un almacén en la carretera al norte de aquella ciudad. Consultando un mapa que tenía a mano, el de la compañía ESSO, advirtió que a aquella zona debía de llamársele Agloe, por lo que decidió no complicarse la vida y bautizar a su negocio tal cual: "Agloe General Store"… En consecuencia, McNally se defendió diciendo que no había cometido ningún plagio, ya que su mapa hacía referencia al nuevo almacén que se había abierto en aquél lugar…
La denuncia fue desestimada, el plagio no considerado como tal, y la imaginaria Agloe convertida en un lugar real, presente ya en muchos mapas convertida en cuna y hogar de nuevas generaciones de vecinos… Pocas veces se puede decir que uno vive o ha nacido en un lugar surgido de la imaginación de dos cartógrafos, pero al fin y al cabo, ¿Quién no ha soñado con vivir en Brigadoom?
curioso, pensaba mismamente la anarkasis que dejando faltas de ortografía en los textos, luego cuando encontraba las copias le decía al rufián, - Has copiao hasta las faltas de ortografía, ¿no te da vergüenza? - Y cada vez que lo hace le dicen -Pues no.
ResponderEliminarAl "buen" copista se la traen al pairo las triquiñuelas del original. Se atribuye hasta las faltas. Tiempo ha, me salió un copieta que amén de transcribir de pe a pa lo que yo había escrito como si se tratara de su propio texto, se atribuyó, vía comentarios, una relación familiar con la persona a la que se aludía en el post, que ya es la monda.
Eliminarefectiva mente se las traen al pairo y luego al blog.
Eliminar¡Hostia tu!, eso de atribuirse una relación familiar, es de consulta de pisikiatra, ¡está peor que yo!
Hombre, trampear un mapa para sacar tajada nada tiene que ver con recrear un lugar inexistente sin más motivaciones que el flujo de la imaginación.
ResponderEliminarParecía que en la picaresca todo estaba ya manido, pero siempre se acaba encontrado a alguien que tomó la delantera.
Lo de copiar hasta las faltas de ortografía es algo que, corríjanme si me confundo, me parece recordar que ya le pasó a Anarkarsis en cierta ocasión... En el Face cuentan algo semejante en relación a lo que presentan los alumnos como trabajos "propios".
ResponderEliminarLo que ya es de traca es lo de la relación familiar; eso es ya darlo todo en lo de plagiar... tenga usted cuidado que cualquier día le explican que no es usted...
Lo del trampeo del mapa para pillar a plagiarios es algo muy frecuente por lo que se ve -y cuento-, y en lo de escribir también. Pero al final, resulta casi imposible evitarlo y más aún cuando ese "arte" puede adoptar mil y una formas... A mí mismo me pasó no hace demasiado con una entrada que escribí en los lomos de mi vaca y que he visto luego en papel algo maquillada y la firma del sinsustancia de turno, y el paquetito pilla-plagiarios completo en "su" texto...
Gracias por vuestra compañía
Salud!
Vaya, vaya... Así que tiendes tu cepo particular al "artisteo" copiapega...
EliminarEsto me encantó, fascinante la suerte que tuvieron en el juicio. Sueño cosas así, quá maravilla de entrada, gracias.
ResponderEliminarLas geografías, ciertas o imaginadas, son unas aguas en las que a muchos nos gusta sumergirnos.
Eliminar