Aquél día nevó como no lo había hecho desde hacía cosa de 30 ó 40 años...

Te contaba el día pasado que la niebla que en ocasiones ves asomar por las mañanas, no es otra cosa que esas nubes que vuelan por encima de nuestras cabezas, y que cuando cae la noche bajan a la tierra a dormir, a descansar de una larga jornada de baños celestes. Están tan agotadas, o son tan perezosas, que hay ocasiones en las que incluso habiendo salido ya el día, permanecen acostadas sobre los prados que rodean a esta ciudad, seguramente desperezándose de la ligera y confortable cabezada que se han dado. Pero eso no es todo, pues también te expliqué el porqué de los sueños que vienen a visitarnos todas las noches. No me refiero, claro está, a los que nos acompañan cuando estamos despiertos, cuando esperamos, cuando deseamos, o cuando nos sentimos frustrados o esperanzados. No a esos no, que todavía no han aprendido a volar, y nos obligan a cargar con ellos hasta que vayan cogiendo ligereza, sepan mover sus alas, y terminen por abandonarnos yendo a poblar aquellas mismas nubes de las...